Los cánticos irónicos y burlones entre las barras de River Plate y Boca Juniors hacen parte de la fiesta. Las 'cargadas' (como le dicen los argentinos a las 'montadas' o bromas) al perdedor, también son válidas. Hasta el drone que recordaba el fantasma de la 'B' a los riverplatenses es aceptable.

Todo lo que sea fiesta, color y alegría se disfruta alrededor de un superclásico entre 'Xeneizes' y 'Millonarios'. Lo que resulta totalmente inadmisible en medio de las pasiones que despierta este enfrentamiento futbolero es la irracionalidad, el vandalismo, el desmadre.

El ataque de los facinerosos con camiseta de Boca a los jugadores del River es un acto que debe ser castigado severamente para ponerle freno, o por lo menos mitigar, tanta locura alrededor del fútbol argentino y sudamericano, que cada fin de semana es protagonista por hechos violentos que manchan la pelota, para parafrasear la célebre frase del astro gaucho, Diego Armando Maradona.

Argentina, principal exportador (a través de la globalización) del barrismo extremo, tocó fondo hace rato. En su torneo local pasa de todo en cada fecha, las barrasbravas hacen y deshacen sin control, arropados por los directivos de los clubes y ante medidas de seguridad laxas.

Ahora hay superescándalo mundial porque se trata de un superclásico de Copa Libertadores que estuvo a la vista de todo el mundo. El ataque con gas pimienta, o cualquiera que haya sido la sustancia irritante que se utilizó (no se ha definido oficialmente), amerita una supersanción para Boca Juniors.

Lo primero que debe hacer la Conmebol es aplicar el artículo 23 y darle el triunfo a River. Además, se debe privar al cuadro bostero, por lo menos un año, de participar en torneos internacionales. Este vergonzoso episodio, uno más en la imparable serie de violencia que nos ofrece el balompié gaucho, no debe quedar impune y la Conmebol no se debe hacer el de la vista gorda. ¿Cuánto más van a manchar la pelota? Ya es hora de una 'supersanción'