De lo sucedido en Mocoa, después de leer muchos informes serios y columnas bien informadas sobre el tema del riesgo climático en el país, queda claro que esta tragedia repite lo de siempre: nunca nos preparamos para los peores escenarios. Seguimos sin entender que en los tiempos que vivimos, la naturaleza no sigue las tendencias del pasado, ocurren eventos insospechados y llueve o hay sequías, a niveles que rompen los récords de más de 50 años. En 2010 se nos dijo que el Atlántico estaba blindado, pero llovió como nunca y sucedió la catástrofe del sur. Siete años después, las obras paliativas de Santa Lucía no convencen. Yo tenía mis dudas, pues la firma encargada es emergente, y ha pasado de reconstruir parques a canalizar arroyos, y ahora es experta en hidráulica fluvial. En ingeniería, la experiencia no se improvisa ni se subcontrata. Ojalá me equivoque y aguante el verdadero invierno del segundo semestre. En el sur no se han hecho las obras del Canal del Dique, por lo que seguimos expuestos a más desastres. La situación empeora con los diseños de la vía dique de la carretera de la Prosperidad del Magdalena. Si el río se crece en forma excepcional, la inundación llegará hasta el centro de Barranquilla, como simulaciones serias lo demuestran. El afán de “hacerla”, llevó a que hoy sea una obra inconclusa, mal diseñada, pues los expertos en la hidráulica del Río me han dicho que debía correrse un poco hacia adentro, para darle espacio al río en sus crecientes. La ciudad sigue sin estar preparada para huracanes y tsunamis como resultado del cambio climático. Desde Elsa Noguera se vio la necesidad de crear una Secretaría de Riesgos, para elaborar el Plan de Riesgos de la ciudad. La decisión fue aplazada, pues la dialéctica del concreto no le da importancia a estas cosas. Hay otros temas claves, como el mismo alcalde al fin lo reconoció en su larga entrevista en EL HERALDO, con motivo de los 204 años de la ciudad. En el caso de la canalización de arroyos, por ejemplo, el ingeniero Manuel Alvarado me comentaba que estos proyectos debían hacerse no solo por los aguaceros, apenas tres o cuatro bien densos en el año, sino porque los arroyos bloquean la ciudad en caso de una emergencia que nos obligase a salir de la misma. Otra cosa es el valor de las obras y la premura en hacerlas, que son los interrogantes abiertos.
A otros proyectos igualmente hay que abrirles el ojo. El tren ligero no convence, pues implica riesgos económicos para el Distrito, ya que se ha propuesto una APP mixta, con una estrechez de miras que no se resuelve ni yendo hasta el aeropuerto. Debe ser un proyecto integrado al área metropolitana y debe entrar en Soledad y llegar a Malambo. Que el sector privado lo haga, pero sin enredar las finanzas del Distrito, ya comprometidas con las abundantes vigencias futuras aprobadas por nuestro sumiso Concejo Distrital. Igualmente peligrosa resulta la propuesta de una empresa de economía mixta con Distrito y Gobernación en relación con el Superpuerto. ¿Más recursos públicos para ‘salvar’ a los dueños de estas licencias?
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