La foto del aclamado y controversial director americano David Lynch ocupa las páginas de las más importantes publicaciones del cine mundial en el momento. Esto no es casual, dada la acogida que tuvo el regreso de la serie Twin Peaks (Picos gemelos) 25 años después de la primera, con presentación especial en el pasado Festival de Cannes.
A pesar de la controversia que se dio en dicho festival con respecto a las películas que van directo a la televisión, concederle un lugar tan privilegiado a Twin Peaks indica la importancia y trascendencia que ha logrado la obra de este director, considerada en este momento verdadero cine de autor.
La primera serie del mismo nombre, lanzada en 1990, es un drama de misterio y suspenso que gira alrededor del asesinato de una joven adolescente y la investigación que acontece alrededor del crimen. Esto sirve de base para recrear la vida del pueblo, tan tradicional como absurda, que bajo el lente de Lynch, conocido por Blue Velvet (1986) y Mulholland Drive (2001), toma visos alucinantes y surrealistas.
A raíz de la nueva producción, la primera ha vuelto a revivir, y es impresionante cómo, a pesar del paso del tiempo, aún resulta tan fuera de lo convencional como en su momento, manteniendo el interés y la tensión en la audiencia, hechos que la han convertido en cine de culto.
La nueva serie, que puede verse en Netflix, cuenta con 18 episodios creados por los mismos realizadores de la primera, Lynch y Mark Frost, donde participan muchos de los personajes que hicieron parte de la original, entre ellos Kyle MacLachlan como el detective Dale Cooper, involucrado en un nuevo asesinato; Mädchen Amick, Kimmy Robertson, Ray Wise y Dana Ashbrook, entre otros.
También cuenta con nuevas actuaciones donde se ven nombres como Laura Dern, Jennifer Jason Leigh y Naomi Watts, y el mismo Lynch aparece en el papel del agente Gordon Cole del FBI, jefe de Cooper, medio sordo y con un particular sentido del humor.
Existe además una película, Twin Peaks – Fire Walk with Me (1992), que se hizo previendo la posibilidad de que no se mostrase la serie, de poco más de dos horas de duración, que no tuvo la misma acogida, y cuenta con un final diferente.
Para completar el repertorio se está presentando en estos días un documental, David Lynch The Art Life (Jon Nguyen, Rick Barnes y Olivia Neegaard), que analiza el proceso creativo de este director, cubriendo sus experiencias como estudiante de artes visuales en las zonas más abandonadas de Filadelfia, que dieron origen a la realización de Eraserhead (1977), con la que inició su carrera como cineasta.
El uso de los sueños, los colores vibrantes, el juego entre lo irracional y lo racional son lo que seduce en este director que nos dice que la vida es un cúmulo de situaciones complejas que no siempre tienen explicación coherente, ni razón de ser. Por su originalidad, su osadía y lo bizarro de su escenografía, Lynch se ha convertido en un verdadero hito en el mundo del cine del momento.