Pregunta: ¿Si una palabra no está en el diccionario es mejor no usarla? Nana Núñez, Barranquilla

Respuesta: De ninguna manera. Ni la Academia de la Lengua ni sus diccionarios son los dueños de las palabras; ellas pertenecen a los hablantes, quienes las crean, las toman de otras lenguas, las asocian, las modifican, les dan vida y significado… y luego los diccionarios las registran. Nunca es a la inversa. Esto indica que en algún momento todas las palabras han estado fuera del diccionario, incluyendo las más frecuentes, como amor o mamá. Si una palabra no está en el diccionario no quiere decir que no exista. El lingüista gallego Javier López Facal comparó esta situación con la de quien al ir por un campo corta una planta y luego comprueba que no figura en textos ilustrados sobre vegetales; entonces no dirá que esa planta no existe, sino que no está en los libros de botánica. Lo mismo ocurre con las palabras y el diccionario. La lengua es un organismo en evolución; el diccionario, además de ser el notario que lo testifica, ayuda a entender la historia y el sentido de las palabras que conforman esa lengua.

P.: ¿Cómo debe escribirse: ‘WhatsApp’, ‘wasap’ o ‘guasap’? Alan Delgado, Bogotá

R.: Si para españolizar el nombre de los mensajes instantáneos enviados por WhatsApp usamos el sustantivo guasap o su verbo derivado guasapear, los dos términos lucen raros porque se alejan del nombre original de la compañía o de la W, su letra inicial. Es mejor escribir wasap o wasapear, que son grafías acordes a las normas del español, que dicen que la letra W es lo más adecuado para representar el sonido /gu/ en palabras extranjeras, como whisky, waterpolo, web, walkie-talkie. Si nos referimos a la empresa, siempre debemos escribir WhatsApp.

P. Quiero saber sobre ‘parafernalia’, término muy usado en la región paisa; ejemplo: “La fiesta en el estadio fue una parafernalia a la salida del equipo”. Elkin Correa, Medellín

R.: El origen de la voz es griego (‘pará’, cerca, y ‘pherné’, dote), y de ahí pasó al latín y al derecho romano (‘paraphernalia [bona]’ – ‘[bienes] parafernales’) para referirse a los bienes propios de la mujer casada no inventariados en su dote. En español, esta palabra se tomó del inglés, que a su vez la había tomado del latín medieval y le había dado el sentido de “objetos usados en un acto específico”; por ejemplo, la parafernalia de la medicina son camillas, elementos quirúrgicos, medicamentos; la del derecho, códigos, togas, estrados. En nuestro idioma, el término evolucionó más allá del significado inglés, pues, además de objetos requeridos para un evento, engloba rituales, ceremonias previas y posteriores, fiesta, boato, himnos, luces, artificios o gritos de aliento cuando un acto lo propicia, como es el caso de la salida de un equipo de fútbol a la cancha, máxime si está arriba en la tabla o a punto de quedar campeón.

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