Pregunta: Antes, cuando los niños eran invitados a una fiesta infantil llevaban un regalo al que se le decía “la cuelga”. ¿Por qué ese nombre? Laura De Andreis, Barranquilla
Respuesta: La ‘cuelga’ es una tradición originaria de León, España. Consiste en un cordón largo que se anuda por los extremos para formar un collar al que se le va ‘colgando’ flores, chocolates, confites y otros tipos de dulce. Durante la fiesta de cumpleaños de una persona –nunca otro día ni por cualquier otro motivo– la sorprenden “echándole” la ‘cuelga’ al cuello, de la que luego los invitados pueden desprender algo de lo que en ella está ‘colgado’. Ese collar, que simboliza un abrazo, expresa el deseo de venturas para el cumplimentado. En nuestra Costa, la ‘cuelga’, que no se ‘echa’ al cuello, se transformó en el regalo que un adulto o un niño le lleva a otro niño en su fiesta de aniversario. Aunque no por completo, la costumbre leonesa, en España, y la palabra ‘cuelga’, en Colombia, han caído en desuso.
P.: Muchos escriben: “… en pleno siglo XXI”. El siglo apenas lleva diecisiete años, no es pleno, es el comienzo. Ampy de la Rosa, Barranquilla.
R.: Tienes razón, estamos comenzando una centuria. La segunda acepción de ‘pleno’ en el diccionario de la Academia dice: “Que ocupa la parte central o más intensa de un tiempo [‘era pleno verano’], un lugar [‘la bala lo hirió en pleno pecho’], un proceso [está en plenos exámenes], etc.”. Según esto, frases como “sorprende en pleno siglo XXI la posición conservadora del procurador” está errada, pues cuando decimos ‘en pleno siglo XXI’ nos estamos refiriendo a los años más cercanos a la mitad (o centro) del siglo que comenzó en el 2000, es decir, a las aún lejanas décadas de los cuarenta y de los cincuenta.
P.: Mi hijo de seis años entró a clases de soccer [fútbol], y el profesor me dijo que “tiene madera de arquero”. ¿Cuál es el origen de esa expresión? C.P.D.A., San Juan, Puerto Rico
R.: ‘Tener madera’, que quiere decir tener talento, disposición o habilidad para algo, es una expresión de origen difuso por cuanto es coloquial, es decir, propia del habla corriente, que, como sabemos, es un organismo vivo que cambia cada día, gracias a lo cual cada día enriquece el lenguaje. Dentro de este dinamismo, hay voces que aparecen no por capricho, sino para responder a necesidades expresivas. ‘Tener madera’ quizá haya surgido para indicar de modo más claro que en cierta actividad alguien es ‘un duro’, un soporte con peso y solidez, como la madera. Si estas nuevas locuciones satisfacen esas necesidades expresivas, pronto se acogen y se convierten en coloquialismos, con peculiaridades regionales, lo que es válido, puesto que el idioma es invención y propiedad del pueblo que, por lo mismo, tiene derecho a transformarlo. Eso es tan claro para la Academia que al final admite la entrada de la mayoría de esos cambios a su Olimpo soberano.
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