La emblemática canción Los amores de Petrona o Como se acaban las velas o En la rueda del cumbión cumplió el año pasado 50 de su creación y grabación y este 2017 festeja 50 de haber sido el éxito del Carnaval de 1967.

Si bien los derechos de autor de la letra de esta pieza, que es obligada en las navidades caribeñas y en los carnavales de Barranquilla, son reconocidos en cabeza de Julián Pérez Carvajalino, fue el arreglo musical que hizo el maestro Jesús Nuncira Machado lo que le dio la sonoridad que la convirtió en éxito.

Resulta que en 1966, en la esquina del viejo y desaparecido almacén Ley del centro, un lugar que se constituía en la oficina al aire libre de los músicos locales, el maestro Jesús Nuncira Machado se encontró con el compositor Julián Pérez Carvajalino.

Allí, en esa esquina, que es el cruce de la carrera 41 con calle 36 –Callejón de Progreso con calle de Jesús–, mañana y tarde se ubicaban los músicos de géneros tropical y romántico a charlar o esperar un toque o una “moña”, como le llaman ahora a un contrato breve para ganarse unos pesos. No existía el Parque de Los Músicos, así que esa era su “oficina”.

En ese encuentro Carvajalino le cuenta a Nuncira Machado que él tiene la letra de una canción que está terminando, pero que el arreglo se ha demorado mucho. Lo estaba haciendo un músico de apellido Marchena que no daba respuesta ni corta ni larga sobre la música de la canción. Una versión fidedigna, como es la de Chucho Nuncira Cervantes, hijo del célebre maestro Nuncira Machado, señala que su padre, muy atento, escuchó la versión “a capella” en plena calle, entre el ruido de los carros y el murmullo de la gente.

Como la letra le sonó, Nuncira Machado dijo que él prefería hacer un nuevo arreglo musical para aplicar los recursos necesarios y los arreglos que requería la canción.

El Maestro Nuncira Machado era músico de ejercicio que tenía a su haber una triple condición que le daba las charreteras: primero, era hijo de músico, pues su padre Tito Nuncira Torres ejercía con devoción el arte; segundo, había estudiado en la Escuela de Bellas Artes de Barranquilla y tercero, lo más importante: tenía un talento y una sensibilidad creativa incomparable.

Cuando comenzó el trabajo Nuncira notó que la canción no tenía un coro o estribillo principal y se le ocurrió el mejor de todos: “los amores de Petrona, fueron una exhalación y ahora están de boca en boca, que es una murmuración”.

Al terminar mostró la pieza a Genaro Fallú y a Emilio Fortou, dueños de Discos Tropical, que le dieron luz verde a la grabación.

La nómina que grabó era de lujo: Justo Velázquez, padre de Justo Almario, en el bajo; Alci Acosta en el piano; Chicho Medina y Raúl Lastra en las trompetas; Chicho Sarmiento en el saxo alto; Roberto Plá en la batería; “el mulo” en las congas; Rosendo Martínez en el bombardino; el cantante cartagenero Luís Gómez y Nuncira Machado, saxo tenor, arreglo y dirección y en los coros Óscar Pantoja y Tomasito Rodríguez, el que grita al comienzo “me falta la ele”, un gap en alusión al concurso que hacía con las checas la gaseosa Kolcana en ese época.

Y esta inolvidable canción de la música tropical tuvo su historia y su conflicto, como ocurre con muchas obras. Nuncira tuvo que recurrir a Sayco para que interviniera reconociendo los derechos de la autoría de esta inolvidable canción. ¡Gracias maestro!

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