No la paloma, por supuesto, sino aquel del tridente invertido rodeado por un círculo que se hizo famoso en los 60 y 70, con un claro sentido antibelicista y que fue asumido por el movimiento hippie como representativo de su posición frente a la guerra. Sus orígenes fueron más circunscritos, en Gran Bretaña, 1958, y se debe a un diseñador gráfico, Gerald Holtom, para la famosa Campaña por el Desarme Nuclear, una organización británica liderada por personas como Bertrand Russell, contra la fábrica de armamento nuclear de Aldermaston, a pocos kilómetros de Londres.

Aún cuando muchos afirman que el círculo representa la tierra y el tridente la pata de la paloma de la paz, en realidad, se trata de convenciones en el alfabeto marino con banderas que se utilizan para comunicarse. La N, de nuclear, se representa con una línea vertical formada por un brazo hacia arriba y el otro hacia abajo; la D, de desarme, con los brazos separados del cuerpo como una V invertida. Fundió una letra con la otra para crear la figura y la encerró en el círculo.

La expansión del símbolo a nivel mundial como logotipo de lo antibelicista se inició cuando llegó a Estados Unidos –al parecer, por un activista amigo de Martin Luther King– donde sirvió en las luchas por los derechos civiles, luego contra el racismo, después contra la guerra de Vietnam, la invasión soviética de Praga, mayo del 68 en París, la guerra en Bosnia, las Madres de Plaza de Mayo en Argentina; finalmente, en la camiseta de cualquiera que se admita pacifista.

Símbolos de este tipo representan el poder de la imagen con un significado preciso asociado a un evento particularmente trascendente en un momento específico de la historia. Tiene el mismo valor simbólico de la bandera de un país pero la supera en universalidad porque el concepto es aplicable a diversos contextos o culturas. Ante todo, el mensaje es claro a partir de darle un significado a cada elemento y explicarlo porque, por ejemplo, son contadas las personas en el mundo que manejan este sistema de comunicación con banderas y los legos en la materia debemos conocer el significado del símbolo para hacerlo nuestro.

Hago esta reflexión en decúbito supino, mirando al techo y pensando en el pan nuestro de cada día, el proceso de paz en Colombia, tratando de imaginar un símbolo que pudiera servir para describir lo que nos ha pasado, lo que nos pasa y lo que nos va a pasar dentro de este proceso. Para diseñar un símbolo de tal envergadura debe empezarse por crear unanimidad de conceptos, y eso es lo que dificultaría su elaboración en un corto o mediano plazo porque estamos enfrascados en una batalla feroz que ya no se da en el campo, sino en cada esquina y hogar del país debido a una polarización en dos bandos opuestos que, en mi concepto, es un asunto de egos: individuales, ideológicos, partidistas, de género, pero egos al fin y al cabo.

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