“María Cristina me quiere gobernar y yo le sigo, le sigo la corriente…”.
Esa canción inolvidable la compuso hace más de medio siglo Ñico Saquito.
“Vaya que hablé que si no, me coge el gallo, Rufina...”.
También esta, titulada Cuidadito Compay Gallo, fue compuesta por Ñico Saquito, lo mismo que Adiós, compay gato, Chencha, la gambá, Al vaivén de mi carreta y Me tenían amarrao con p”.
Esas y tantas otras son de Saquito, un músico cubano bautizado Benito Antonio Fernández Ortiz pero, bueno, conocido como Ñico porque este es el diminutivo cariñoso de los Antonio en Cuba, y Saquito porque de niño, cuando jugaba béisbol de jardinero central, agarraba las bolas con gran pericia. Ninguna se le escapaba. “Es como si tuviera un saquito en la mano”, dijeron, y empezaron a llamarlo Ñico Saquito.
Ñico había nacido en El Tívoli, una barriada de trovadores en Santiago de Cuba, en 1901. Compositor, guitarrista y cantante, es tal vez el más grande cultor de la guaracha cubana, un género muy popular desde la colonia, al que Ñico, hacia los años 40 del siglo pasado, dio un impulso renovador.
Componer era lo suyo. Con un estilo cargado de sátiras y mucha picardía, de humor, denuncia social y choteo cubano, como se le conoce en Cuba a la ‘mamadera de gallo’, Ñico Saquito logró insinuarlo todo, sin caer en la vulgaridad.
“Mis canciones –dijo– nacen de un dicharacho, de un cuento que oigo en cualquier lugar, de un chiste y, por supuesto, de mis alegrías y sinsabores, pero todas, completamente todas, tienen una raíz popular”.En 1936, el famoso Trío Matamoros grabó en La Habana Cuidadito Compay Gallo, una historia que Ñico habría escuchado en un velorio.
El éxito arrollador de esta guaracha lo puso a pensar en la conveniencia de formar su propio grupo, el Trío Oriental, con Manolito Menéndez y Maximiliano Sánchez ‘Bimbi’.
Al poco tiempo, un bajista y un bongosero los reforzarían bajo el nombre de Los Guaracheros de Oriente.
En aquellos tiempos, no solo por su procacidad sino por su aguda crítica a los gobernantes de turno, la guaracha fue perseguida y reprimida en Cuba.
En 1950, Ñico Saquito inició en Venezuela un exilio de diez años. Allí formó al Trío América, pero el trabajo en la radio y sus presentaciones en cabarets y bailes empezaron a escasear, así que Ñico debió volver a un oficio que había aprendido en su juventud, el de mecánico fundidor, con tan mala suerte que sufrió un accidente y perdió buena parte de su visión.
Con la llegada de Fidel Castro al poder en Cuba, Ñico Saquito decidió retornar a su país. Con un viejo amigo, Maximiliano Sánchez ‘Bimbi’, Ñico integró no su antiguo trío sino el Conjunto Oriental, con el que cantó y tocó hasta su muerte, en 1982, en el legendario bar restaurante La Bodeguita del Medio, de La Habana.
Ñico Saquito dejó un legado musical de más de 500 composiciones. Las más populares recorren el mundo y se mantienen vigentes en los repertorios de muchos grupos cubanos. Ñico Saquito al bate es el nombre de su último álbum, junto a Eliades Ochoa y el Cuarteto Patria, una antología que terminó siendo su homenaje póstumo. Música en su tumba.