Sin el trabajo de la Fundación para la Libertad de Prensa, que llegó ayer a su aniversario número 20, las muertes de los 152 periodistas asesinados en Colombia desde 1977 no serían entendidas como un ataque a la libertad de expresión, serían una contingencia más de un conflicto interno en donde no sobreviven “los sapos”.
La Flip lleva 20 años documentando y denunciando los ataques a la libertad de prensa y este trabajo nos ha ayudado a entender cómo funciona el fenómeno y cómo ha evolucionado, y, sobre todo, a dimensionar el impacto que la violencia contra los periodistas tiene sobre la ciudadanía. La organización llega al 2016 con el gran reto de un posible posconflicto, cuyo éxito depende en buena medida de un periodismo crítico que pueda hacer veeduría al Estado y brindarle información completa y oportuna a la ciudadanía. Es también un año en el que empieza a vislumbrarse justicia frente a algunos de los crímenes paradigmáticos contra la libertad de expresión en Colombia: el asesinato de Jaime Garzón (recientemente declarado crimen de Estado por la Fiscalía), el juicio de la periodista Claudia Julieta Duque, chuzada y hostigada por el DAS, primer caso en el mundo en que la justicia ha identificado responsables de tortura psicológica, y la aceptación de cargos por parte de uno de los victimarios de Jineth Bedoya, víctima de tortura, secuestro y violencia sexual en el año 2000. Detrás de esta confesión, hay más de 15 años de trabajo por parte de Bedoya y otros grupos defensores de derechos humanos, Sisma Mujer y la Flip, que han trabajado incansablemente para que este caso no se olvide en los anaqueles de nuestro sistema de justicia. Estos avances, aunque tardíos, son síntomas positivos en un país que tenía por costumbre la impunidad rampante en la violencia contra periodistas, y sin duda, estos cambios responden a el trabajo persistente y conjunto de quienes, como la Flip, defienden la libertad de expresión en Colombia.
La Flip ha ayudado a fortalecer el debate sobre la libertad de prensa en Colombia, contribuyendo a sociedad cada vez más preparada para exigir un periodismo crítico y valorar la importancia del acceso a la información. Aunque en Colombia y a nivel mundial las amenazas a la prensa libre se mantienen y hasta se sofistican, las metodologías de la Flip han sido retomadas a nivel internacional, sus modelos han sido adaptados a los contextos de otros países y de esta manera la organización ha hecho un aporte definitivo para la defensa de la libertad de prensa a nivel mundial, un proceso de “colombianización”, positivo y de mostrar. El trabajo de la Flip debe ser motivo de orgullo para los y las colombianas, esperemos que lo siga siendo muchos años más.
@Catalinapordios