En 2010 escribí de Vladimir Hernández. Aquella vez lo destaqué como el único mensaje alentador que envió Junior durante esa desteñida temporada. Fue el único capaz de escapar a tanta mediocridad a través de su vocación encaradora y atrevimiento, consigné.

Entre otras cosas, dije de él que “se le notó el progreso futbolístico, le agregó a sus naturales habilidades, una buena capacidad participativa”. Pero en medio del reconocimiento que iba explícito en aquellas letras, también lo exhorté a que debía ampliar su visión panorámica para no ser monotemático del pase corto, sino encontrar otras opciones. Le sugerí que incrementara su astucia y su velocidad de ejecución para defenderse de su desventaja corporal frente a la corpulencia física de las defensas rivales. Y al final del artículo le expuse que para consolidarse en serio, tendría que traducir su gracioso estilo en un juego efectivo; como antesala de la definición de un compañero, o como rematador eficaz de la última jugada. No hay dudas de que 6 años después, Vladimir Hernández es un jugador más completo.

Sigue complaciéndose en su habilidad y desaires a contrarios, pero ahora también le rinde cuentas a su equipo, le entrega dividendos. Hoy aún amasa la pelota, la conduce zigzagueando opositores, escapa de las marcas con el engaño, pero le agregó efectividad, goles, continuidad en su función; mejoró físicamente para aumentar su compromiso en otras tareas y asumió cierto liderazgo en el estilo del equipo.

El año pasado, en medio de un gran nivel personal y algunas circunstancias externas favorables (bajo nivel de muchos jugadores, Barranquilla…) me pareció injusta su no convocatoria a la Selección Colombia para los enfrentamientos ante Perú y Uruguay.

Remató un gran año 2015 con Junior, siendo un factor determinante, por juego y goles, en el título de la Copa y el subtítulo de la Liga, y este año arrancó con la misma mística y la misma frecuencia goleadora. Dos partidos, dos goles ganadores. Son suficientes los méritos de Vladimir Hernández para ser elegido dentro de los 23 futbolistas que defenderán, contra Bolivia y Ecuador, la camiseta y el fútbol de Colombia en la fecha de la eliminatoria el próximo mes de marzo.

Estoy convencido de que es el mejor momento de su carrera futbolística. Le dio valor real a su gambeta, le dio eficacia a su habilidad, le dio sentido grupal a su espíritu individualista. Está más fuerte física y mentalmente. Desde su atrevimiento y habilidad aprendió a jugar más al fútbol.

Para Pékerman no ha pasado desapercibida su actualidad y lo convocó para un microciclo la próxima semana. Para estar en los partidos oficiales solo debe seguir jugando con la calidad y el carácter con que lo está haciendo hoy.