El quinto pecado capital político es la “Ira Política”, proviene del latín ira, según el Diccionario de la Real Academia Española significa: “Pasión del alma, que causa indignación y enojo; apetito o deseo de venganza; furia o violencia de los elementos y repetición de actos de saña, encono o venganza”.

El libro de los Proverbios señala que: “La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”. En los Salmos dice que: “Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, solo harías lo malo”.

Dante en su obra La Divina Comedia, entiende la Ira como una negación vehemente a la verdad, complementada con el “resentimiento”.

Para muchos la actividad política está llena de la ira que representa odio y violencia contra el adversario. La política en el mundo tiene un gran ingrediente de odio hacia al contradictor político.

El pecado capital político de “Ira Política” caracteriza las campañas por tener un alto ingrediente de percepción negativa del rival, el proselitismo busca sembrar el odio y la ira en sus militantes, emociones que les puede llevar incluso a matar por una causa política.

La “Ira Política” tiene por objeto perturbar las emociones del elector, de tal suerte que su voto no sea producto de un estudio o reflexión sesuda respecto de la propuesta de gobierno, sino el resultado de enervar sus emociones, particularmente: la ira, el odio, la indignación, el miedo, la sed de venganza, etc.

En el contexto mundial la actividad política está íntimamente ligada al pecado capital político de “Ira Política” que produce violencia, sea física, moral o psicológica, la cual atenta contra las libertades personales, sociales y políticas.

También la teoría política que explica el comportamiento electoral y clasifica el voto, se refiere al “Voto de Ira”, “Voto Castigo” o “Voto Negativo”, producto de la ira social contra partidos o movimientos políticos, por inconformidad, hartazgo o molestia con sus candidatos.

Michael Gant y Dwight Davis definen el “Voto Negativo” cuando el elector decide su voto sin estar motivado por la simpatía hacia el candidato, ni por su programa de gobierno, ni por el partido o movimiento político que representa, sino que su real motivación es su antipatía. Se trata entonces de un voto “en contra” y no “por”. Estos autores concluyen que, muchas veces, es más fácil movilizar al elector “en contra de” que “a favor de”. En este mismo sentido, Joseph Napolitan, señala que: “Es más fácil conseguir que la gente vote en contra de alguien o algo, que lo haga a favor de algo o de alguien”.

En consecuencia, el pecado capital político de “Ira Política” puede hacerse presente en cualquiera de los actores del proceso político, teniendo una connotación interior pasional y una manifestación externa física, moral o psicológica mediada por la violencia.