Lo dijo el papa Francisco y fue rotundo: “Hay más deportes, no todo es fútbol”. Una frase que pueden usar a la perfección los dirigentes de la Liga de esa disciplina en el Atlántico para sacarle el quite a la bola, ahora que nuestros muchachos pasan por su peor nivel en muchos años.
Y por lo visto no es falta de materia prima, porque la hay. Es mal manejo de la inversión y de la promoción. Además de la sospechosa discriminación de jugadores talentosos que no son incluidos en la lista porque no dan estímulos a algunas de las personas que deciden cómo se arman las selecciones.
Por primera vez en su historia, el equipo de este departamento no irá a los juegos nacionales que se llevarán a cabo en noviembre. La crisis es tal, que ya raya en lo ridículo. Para poder conjurar el caos, los directivos del Atlántico cambiaron al técnico Pablo Zuleta, debido a las derrotas continuas. Y ni así. Luego demandaron un partido clave de la clasificación que la Selección de Córdoba había ganado. Volvieron a jugar y volvieron a perder. Nada qué hacer.
Y preciso, estalla esta crisis local, cuando el Sumo Pontífice se refiere a un tema de tantas pasiones y tantas polémicas. Es que se habla demasiado de fútbol y se olvida el resto de los deportes, expuso ayer la máxima autoridad de la Iglesia Católica, un hombre con los pies en la tierra y el corazón en el cielo, pues habla de encíclicas y de estadios y no solo de balompié, siendo él un hincha y socio del San Lorenzo de Almagro.
Y es que el fútbol, que hipnotiza a millones de seres humanos, suscita también la pérdida de identidad de seguidores que asumen falsas posturas, como los aficionados criollos del Real Madrid y el Barcelona, en cuyas ciudades sedes jamás han vivido y ni siquiera visitado. Pero es que el marketing de esos clubes es muy poderoso; tanto, que nuestros niños se están olvidando de los equipos del terruño como Junior, Unión, Real, Uniautónoma y Jaguares. Aunque en el caso de los monterianos, están estrenando equipo en la A, y su espíritu campechano los hace ser más auténticos y de mayor arraigo a lo suyo. Firmes.
Estos equipos de Europa juegan muy bien. No cabe duda, pero más porque sus poderosas chequeras han logrado aglutinar a los mejores y punto. En España no es difícil predecir cuál de ellos ganará la próxima liga. Sea la Copa del Rey, o la Supercopa Española o la Liga de Campeones. Torneos que facturan millones y llevan borregos al redil de la televisión.
Las declaraciones del papa Francisco, la crisis del fútbol atlanticense y la pérdida de identidad por parte de la afición con pretensiones europeas y toques arribistas, se cruzan de manera perfecta en este momento. Y el cruce ocurre cuando el ser humano se homogeniza y estandariza no solo en el deporte y en los gustos, sino también en el cerebro.
Esta es una mala señal para una sociedad inerme que confunde la derrota en la escala de valores con un triunfo.
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