La primera vez que vi a Gustavo Petro fue en octubre de 1989 en Santo Domingo, Cauca, un remoto poblado montañoso donde el M-19 se acantonó para la dejación de las armas. Si mal no recuerdo, Petro llevaba una cinta roja en la cabeza a la manera de un indio Piel Roja. Era entonces una de las jóvenes promesas del M-19, cuyas figuras eran, en ese momento, Carlos Pizarro, Antonio Navarro, Germán Rojas, Otty Patiño, Libardo Parra, Vera Grabe, Marcos Chalita y Rosemberg Pabón, entre otros.
Cuando el M-19 eligió 23 parlamentarios, en octubre de 1991, luego de la revocatoria del Congreso por la Asamblea Nacional Constituyente, Petro fue representante a la Cámara. Corto fue aquel período en el Congreso. En las elecciones de 1994 quiso llegar al Senado, pero naufragó.
Recuerdo que una noche, estando en Bogotá, Antonio Peña y yo fuimos a visitarlo. Por la modestia de la sede se notaba que no nadaba en recursos. El M-19 había decidido hacer una especie de ‘operación avispa’, y, consciente de que sus posibilidades eran inciertas, nos pidió que habláramos con Carlos Alonso Lucio, con quien algunos habíamos formado tolda aparte del M-19, para ver si le daba una mano con unos votos. Lucio se había postulado a la Cámara por Bogotá porque por su edad no podía ir al Senado, y pasaba por un excelente momento. Unas denuncias anticorrupción lo tenían en la cresta de la popularidad. En esas elecciones de 1994 obtuvo la primera votación. Le transmitimos el mensaje de Petro, pero la respuesta de Lucio fue tajante: “Lo que más anhelo es que se ahoguen todos los candidatos del M-19”. Y casi ocurre. De los 23 congresistas solo consiguió entrar Janeth Suárez, que había sido concejal de Barranquilla.
Sin credencial y amenazado de muerte, Petro aceptó una misión diplomática en Bruselas. En 1997 aspiró a la Alcaldía de Bogotá: obtuvo menos del 1% de la votación. Ganó Enrique Peñalosa.
Su carrera política logró un nuevo aire cuando Antonio Navarro, tras la Alcaldía de Pasto, se lanzó a la Cámara por Bogotá, en 1998, y con la más alta votación eligió a Petro, que era su segundo renglón. A partir de ahí, Petro empieza a agigantarse, logra por sí solo repetir en la Cámara y se convierte en uno de los artífices de la creación del Polo Democrático Alternativo.
En 2006 ya era la figura más descollante del Polo en el Congreso, encabeza la lista de Senado, y conquista una de las primeras votaciones a esta corporación, donde se destacó por sus contundentes intervenciones. El 27 de septiembre de 2009 vence a Carlos Gaviria en la consulta polista y asume la candidatura presidencial en 2010.
Su hazaña consagratoria fue ganar la Alcaldía de Bogotá en 2011. En julio de 2012, lo entrevisté en el Palacio Liévano para EL HERALDO. El título del reportaje fue: “Hay una decisión de derribar mi gobierno”. Y se cumplió. Pero ha causado mucha molestia en el país. Además, lo despojaron de sus derechos políticos. Dudo que eso convenga a la democracia y a la paz. Max Weber escribió que cuando un líder carismático es destruido, el carisma no desaparece. Petro es un ejemplo.
@HoracioBrieva