Un extraño atractivo por lo marginal parece ser la especialidad de Lee Daniels (Precious, 2009), director de esta película que produjo reacciones encontradas en el Festival de Cannes de 2012. Basada en la novela de Peter Dexter, que alguna vez Almodóvar quiso llevar a la pantalla, resulta una cinta llena de sorpresas, donde lo grotesco raya con lo absurdo y lo dramático con lo burlesco, como una colcha de retazos que funciona estéticamente a pesar de lo disímil de sus componentes.

Protagonizada por Nicole Kidman en su rol más atrevido de rubia desteñida, ataviada de exiguas minifaldas, pestañas postizas y accesorios chillones tan risibles como dolorosos, la historia sucede en los años 60 en un húmedo pueblo de la Florida, mórbido sur estadounidense donde los rezagos del racismo flotan aún en los pantanos.

Está narrada en flashbacks por una empleada domestica de raza negra, Anita (Macy Gray), quien trabajó por muchos años para la familia Jansen y cuyo cargo la determina testigo oculto de los hechos. El padre (Scott Glenn) maneja el periódico local; su hijo Wade (Mathew McConaughey, cada día más sorprendente) es un periodista ambicioso que trabaja para un periódico de mayor envergadura en Miami, y el hijo menor, Jack (Zac Efron), muy bien parecido y sin rumbo fijo en la vida, se dedica a distribuir el periódico de su padre.

Wade regresa a casa para realizar una investigación periodística que puede resultar muy sensacional. Para ello trae consigo a su colega Yardley (David Oyelowo), de raza negra y acento británico, que despierta la atención de los locales, y contrata a su hermano Jack como conductor.

El caso se relaciona con un criminal condenado a pena de muerte, Hillary Van Wetter, interpretado por John Cusac, absolutamente fenomenal en su rol de villano. Con cara de psicópata y cicatrices al estilo de los caimanes que se dedica a cazar, es acusado de haber asesinado a un sheriff. Conoce por correspondencia a una mujer de la cual se enamora, Charlotte (Kidman), dedicada a escribir cartas a criminales y quien está empeñada en probar su inocencia, para lo cual esta contrata a Wade.

Hillary solo acepta encontrarse con el periodista y su equipo en presencia de Charlotte, quien con su carácter libertino y descarada excentricidad obsesiona a Jack, lo que desencadena una historia paralela de despertar sexual, de la cual la única consiente parece ser Anita, la empleada doméstica.

El guion, del cual participaron tanto Daniels como Dexter, parece desafiar la novela, llevando la historia a extremos tales que la sexualidad toma papel protagónico sobre la trama investigativa, como sucede en el espeluznante encuentro en la cárcel, donde la pareja se masturba en público y experimenta un orgasmo sentados frente a frente y a 10 pies de distancia.

Cabe resaltar una excelente selección musical, y hay que estar preparado para descubrir secretos que van más allá de cómo curar una picadura de medusa.