Sofía Coppola, podría catalogarse como una especie de anticelebridad que merece especial atención entre los directores del séptimo arte. Debido a sus lazos familiares ha sido expuesta al mundo del celuloide desde antes de cumplir un año (El Padrino, 1972),. En 1990 asume por primera vez en papel protagónico en El Padrino III , actuación atacada por la crítica y, supuestamente, el hecho responsable de su traslado al otro lado de las cámaras, involucrándose en dirección.

Podría decirse que Sofía Coppola supo sobreponerse a ese entorno de fama y espectáculo sin dejarse consumir. Podría decirse igualmente que ha sabido utilizar la situación de una manera inteligente, explotando ese mundo que conoce tan a fondo y denunciándolo con sutileza de detalles tal como se aprecia en Marie Antoinette (2006) y Somewhere (2010), historias de personajes que viven la fantasía del privilegio y el poder con sus contradicciones inherentes. Coppola se desplaza elegantemente sin señalar culpables, sin inclinar balanzas, con la valentía del que conoce tan a fondo que no puede tomar partido, con la madurez de la experiencia.

Podría decirse que su obra ya ha adquirido un sello particular que se devela especialmente en Lost in Translation (2003), la mas aclamada de sus películas.

En The Bling Ring, su nueva producción, Coppola se inmiscuye en ese mismo mundo desde una perspectiva diferente, no del que lo tiene todo, sino del que quisiera tenerlo. Basada en una historia real aparecida en Vanity Fair, denuncia la aberrante obsesión de un grupo de adolescentes en Los Ángeles, con la vida y posesiones de los famosos, a quienes tienen acceso a través de clubes que frecuentan y sitios en internet donde comentan lo que hacen, cómo visten y dónde viajan.

En especie de trance, estos adolescentes, bajo el efecto de drogas, alcohol y música que consumen en exclusivos establecimientos, planean la invasión de espacios, curiosamente accesibles, de los ricos y famosos, como Lindsey Lohan o Paris Hilton mientras estos se encuentran viajando. Con el descaro del que no vaticina consecuencias, se apoderan de dinero, joyas, ropa, zapatos y obras de arte que les permitirán sentirse y verse como ellos.

La historia, que se relata a través de flashbacks mientras los jóvenes son entrevistados por las autoridades y tratan de explicar los hechos, bien podría ser considerada un “performance”. No se sabe qué resulta mas absurdo, si el crimen cometido o las razones que dan para explicarlo. Nicky, la líder del grupo manifiesta haber aprendido una lección que le facilitará hacer filantropía. Marc, el amigo que se deja llevar, tiene poca autoestima, porque como el mismo lo explica, no es feo pero tampoco es uno A.

Con fino estilo, Sofía Coppola nos deja absortos y en cierta forma frustrados ante la banalidad, osadía y superficialidad de estos caracteres que representan el extremo al que puede llegar la obsesión ante el estrellato y la celebridad.