A poco tiempo de terminar su período, el presidente Santos, con su ministro de Salud, ordena acelerar la Reforma a la Salud.
Sin importarle las recomendaciones de las asociaciones científicas del país, conformadas por más de 60 organizaciones, que con seriedad y sin apasionamientos le han presentado repetidamente sus críticas y objeciones, para cambiar la ruta de una salud que tiene como terreno una gran población de usuarios sin recursos, que aparecen como asegurados, pero sin llenar los requisitos mínimos de una atención calificada, elemento primordial para mejorar la vida de un país, en el que sus líderes no se avergüenzan de los malos ejemplos, los ‘padres de la Patria’ ni siquiera cumplen con la obligación de estudiar lo que les proponen, aprobando propuestas en las que todavía algunos de ellos se encuentran investigados, como las de Educación, Justicia, fuero militar, Ley de Tierras, entregas de territorios nacionales, y ahora, la de Salud, la que pretenden aprobar, en tiempo récord y casi que a pupitrazos, ignorando a los usuarios, los que saben qué necesitan, y al gremio médico responsable de llevar la carga de mayor responsabilidad y dificultades, pero colocando en primer plano los responsables de la debacle de un sistema corrupto, despilfarrador, manejado por empresas a las que en vez de castigar por sus actuaciones delictuosas, ahora las premian con el nombre de Gestoras.
Una reforma desarrollada en esta forma no vale la pena, y solo será beneficiosa para esos pocos que han usurpado un derecho fundamental para tratar de convertirlo en un servicio público, lo que me da la idea de que lo nefasto de la reforma se ha hecho con estudiosos de cómo mejorar las condiciones de quienes la manejan, para dejar una gran participación y manejo nuevamente a quienes políticamente solo piensan en su propio beneficio.
¿Por qué no hacer la salud con quienes corresponde, a quienes realmente tratamos de salvar vidas, de aliviarla o al menos acompañar el sufrimiento de pacientes y familiares, investigando las mejores opciones con prevención y promoción de los buenos hábitos y costumbres, y mejorar calidad de vida? ¿Por qué gastarse más en los intermediarios que no se necesitan? ¿Por qué el Gobierno prefiere mejor hablar con la guerrilla y no con asociaciones serias, honestas, y con las mejores intenciones?
¿Será que el presidente no se ha dado cuenta de que gran parte de su reelección está fundamentada en cómo le resuelve la salud a los colombianos, cómo le da una participación equitativa a los usuarios y reconoce que sin ciencia no hay salud, que no habrá buenos resultados sin esta participación, que solo dejará usuarios insatisfechos, y profesionales que trabajen obligados a cumplir, dejando atrás los principios de humanidad y de ética, reforzados en las universidades, persistiendo en el engaño de tener a la gente afiliada, pero sin tener en cuenta que la calidad en el servicio la ponemos los trabajadores de la salud?
Finalmente, y ante las leyes colombianas, antes de que la eliminen, una Tutela podría salvarnos, antes de llegar a la aprobación final en la Cámara de Representantes, cambiando la Reforma por la que necesita el país. Con esta herramienta, propondremos en la Asociación de Sociedades Científicas, con la participación de los usuarios y el acompañamiento de las instituciones prestadoras de servicio, que sean nuestras recomendaciones las que se tomen en cuenta.
Un programa de gobierno que apoye una buena salud será nuestra elección, confiamos en que por justicia alcanzaremos el fin que nos hemos trazado.
alvillan@post.harvard.edu.
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