El fracaso por reformar la salud en Colombia es evidente, desde la Ley 100 han pasado reformas como la Ley 1122, en el 2007, sin siquiera terminarla de reglamentar, con escasos beneficios para los pacientes. Posteriormente, en el 2011, se aprobó la Ley 1438 con los mismos propósitos e igual final. Y ahora, una propuesta indecente, que empieza con el engaño, de dejar por fuera lo fundamental, sin definir lo que es la salud, y con la posibilidad de acabar con la Tutela, el principal mecanismo de defensa de los ciudadanos necesitados. Se crea otro Fosyga, Salud Mía, para el manejo financiero, con la intención de desaparecer la deuda actual, y recuperar nuevamente el poder ganado por las EPS, regresando a la entrega política de los territorios nacionales, incluyendo el nombramiento de gerentes por los mismos gobernadores. Se destacan por no tener una verdadera participación ciudadana y de los trabajadores de la salud. No hay voluntad política para lograr una atención única y llegar a una verdadera solución social, como primera discusión, para definir, si queremos actuar verdaderamente solidarios con los que no tienen cómo pagar por su atención, mostrando en todas la pobre participación de los usuarios y de los trabajadores de la salud. Los pacientes, ahora convertidos en mercancía, o clientes, utilizados por las Empresas Promotoras de Salud para la explotación, el abuso y uno de los más grandes negocios corruptos, vigilado y protegido por el mismo Gobierno, como una muestra de la ineficiencia y descomposición del Estado, y a quienes ahora se premian dejándolas como gestoras de su propio negocio, y aceptando pagar la deuda que impunemente se robaron. Se les permite continuar el monopolio de sus acciones, con actuaciones verticales de promotoras, o, ahora gestoras y prestadoras de servicios. Los otros protagonistas, los trabajadores de la salud, invitados de piedra, han sido retirados y solo llamados al escenario dantesco, a recoger muertos que ahora tratan de asignarnos, por “la falta y el mal comportamiento de los especialistas”, proponiendo su formación por los mismos hospitales en proceso de extinción o cierre, irrespetando al gremio de la salud y el trabajo prestado por profesionales, que ahora se quieren contratar a destajo, reemplazando aquellos que durante mucho tiempo nos hemos venido entrenando en universidades. Lo que se viene es peor de lo que hay, a esto solo le falta, después de una aprobación en el Senado de 52/102, la de la Cámara de Representantes. Dejando en evidencia la poca participación de congresistas, muchos comprometidos con las EPS.

Estamos ante otra oportunidad perdida para mejorar un sistema corrupto, e inequitativo, con la consiguiente dilapidación de recursos, quienes han decidido hacerla nunca han participado en resolver verdaderos problemas de la salud, como dijo un amigo, “aquellos que nunca le han tocado la barriga a un paciente”.

La Tutela podría defendernos como derecho fundamental en la participación en las decisiones de salud, y deberíamos apelar a ella liderados por las asociaciones científicas y gremiales.

¿Qué dicen los candidatos a la Presidencia, quienes ya debieron pronunciarse? Las consecuencias se ven venir, ante el anunciado paro de los trabajadores de la salud, acompañados de las comunidades que luchan por un derecho fundamental. La reforma se necesita, pero, como la de justicia, la de la paz, la de tierras, la del fuero militar, no son las que queremos.

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@49villanueva