Los medios de comunicación nacionales, prensa, radio y televisión, han difundido la noticia de la contaminación del mar Caribe, por el carbón de la empresa Drummond, como si los hechos hubiesen ocurrido en Santa Marta, cuando la zona portuaria está ubicada en la región de Papare, jurisdicción del municipio de Ciénaga (Magdalena), y donde actualmente funcionan los tres grandes puertos carboníferos: Drummond, Puerto Vale (CNR) y Puerto Nuevo. Allí se recibe el carbón que producen las minas del departamento del Cesar, que es transportado a través de un tren con más de 100 vagones destapados, que vienen contaminando todos los pueblos por la ruta de Macondo.

La contaminación del carbón en el municipio de Ciénaga no es nueva. Antes, la recibíamos del puerto Prodeco, ubicado en las cercanías del aeropuerto de Santa Marta, donde inicialmente se exportaba el carbón sin ninguna técnica para prevenir su impacto ambiental, y que por efectos de la corriente marina, que viene de oriente a occidente, llegaban hasta estas tierras.

Así las cosas, Santa Marta nunca ha sido víctima de la contaminación del carbón, sino Ciénaga y en segundo término, el municipio de Puebloviejo. Ellos nunca quisieron el carbón, porque es negro y les ensucia las manos, pero sí la plata de las regalías de los vecinos. Otra cosa es que los corresponsales de RCN y Caracol vivan en Santa Marta y desde allí difundan la noticia, aspecto que se les agradece.

La tragedia ecológica en mención se dio cuando una barcaza, que transporta el carbón desde el muelle hasta los grandes barcos que se ven al fondo del mar, se volcó, arrojando al mar más de 500 toneladas del mineral. Y, como para la empresa Drummond, vale más la barcaza que el daño ambiental, pues arrojaron el mineral y salvaron su aparato, por creyeron que no los estaban viendo.

Hoy, la Asociación Nacional de Licencias Ambientales ha impuesto una sanción de suspensión del cargue del carbón mientras la empresa Drummond toma las medidas pertinentes para evitar otro accidente, cuando lo correcto es exigirles que el transporte del mineral se haga directamente hasta los barcos, por los medios tecnológicos que se aplican en otros países, para evitar que el carbón siga cayendo al mar.

Ahora bien, la multa que el organismo ambiental le imponga a la empresa Drummond, en cuantía cercana a los 3.000 millones de pesos, es un dinero que se queda en Bogotá y que en nada va a contribuir en disminuir los daños causados a la comunidad cienaguera.

Al respecto, el economista y ambientalista Luis Eudardo Rendón Vásquez está liderando un movimiento a través de una fundación para la prevención y reducción del riesgo, enfocado a estas actividades: a)Evaluar el impacto ambiental que recibe el municipio de Ciénaga por la actividad portuaria, durante los últimos 10 años y b)Iniciar las acciones de tipo legal contra esas empresas, por los efectos de la contaminación del carbón que ha causado el desplazamiento de la actividad pesquera y agrícola de la región.

Sin embargo, es conveniente advertir que corresponde a las autoridades locales, en cabeza del señor Alcalde y del Personero municipal, no sólo ilustrar a la población sobre esta clase de problemas, sino estar en contacto permanente con los organismos de control ambiental del orden nacional, y si es del caso, iniciar las acciones legales contra cualquier empresa que le cause daño ambiental a la comunidad, antes de que Santa Marta se convierta en víctima, cuando no tienen velas en este entierro de pobre.

Por Francisco Cuello Duarte