
“Fenómeno de La Niña podría extenderse hasta abril de 2021”
El meteorólogo Christian Euscátegui en diálogo con EL HERALDO asegura que nos espera un final de año lluvioso en todo el país.
Christian Euscátegui, director de la maestría en Gestión del Riesgo y Desarrollo de la Escuela de Ingenieros Militares, ingeniero geógrafo con magíster en Meteorología de la Universidad Nacional de Colombia, exjefe de la Oficina del Servicio de Pronósticos y Alertas del Ideam, explica por qué ha sido tan intensa la actual ola invernal, advierte sobre los efectos de un fenómeno de La Niña –que podría extenderse–, y detalla cuáles deberían ser las principales acciones de adaptación al cambio climático.
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¿Está siendo catastrófica esta temporada invernal?
Es normal que la segunda temporada de lluvias se sienta con fuerza en muchas zonas del país y que se presenten emergencias asociadas a inundaciones, crecientes súbitas, deslizamientos, flujos torrenciales y otras. Se había proyectado que la temporada estuviera por encima de lo normal, y está sucediendo, lo que exacerba y propicia la ocurrencia de desastres. El plan de contingencia ante la temporada de ciclones tropicales, así como el de temporada de lluvias, es enviado desde la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres a todos los entes territoriales, a fin de asumir las acciones de prevención y alistamiento. Sin embargo, ante la temporada excepcional de lluvias que vivimos, hemos visto un incremento notorio de las emergencias en el país y por eso, la sensación de catástrofe.
¿Todo lo que está viviendo el país, y muy especialmente la región Caribe, es consecuencia del fenómeno de La Niña?
La Niña es, sin lugar a dudas, el fenómeno de gran escala que ha influenciado lluvias excesivas en gran parte del Caribe, pero adicional a ello, están las ondas tropicales que se han reactivado de forma continua en su tránsito por Colombia. Además, la presencia de ciclones tropicales importantes como Iota y Eta provocó que sus bandas de nubosidad ocuparan territorios de la Costa ocasionando lluvias fuertes y persistentes de varias horas en las últimas semanas, lo que incrementó las emergencias.
¿Se está intensificando La Niña que nos habían dicho que sería moderada?
Las condiciones océano-atmosféricas en el Pacífico tropical, que es donde se desarrolla el fenómeno de La Niña, evolucionaron rápidamente en el tercer trimestre, dando inicio a una condición de enfriamiento de las aguas. En mi columna, a comienzos de julio y a final de agosto escribí sobre esa posibilidad de Niña, y en la columna de mediados de octubre hablé sobre que pudiese ser fuerte. De acuerdo con los más recientes análisis de centros internacionales especializados, se ha proyectado un fenómeno de intensidad moderada a fuerte por parte de los Estados Unidos, mientras que para los australianos puede ser fuerte. Hay consenso frente al hecho de que el pico máximo del fenómeno sería noviembre-diciembre-enero.
¿Eso qué significa?
Un final de año lluvioso para gran parte de Colombia. No debe entenderse que enero va a ser un mes de lluvias similares a las de final de este año, pues estacionalmente es normal que en enero disminuyan significativamente en muchas zonas del país, entre ellas la Costa. Con una Niña moderada a fuerte en el comienzo de año, se presentarán algunas lluvias atípicas, pero no frecuentes. Sin embargo por los suelos húmedos que dejará la actual temporada de lluvias, no se debe bajar la guardia.
¿Por qué ha sido tan activa la temporada de huracanes, es culpa de La Niña?
La temporada de huracanes ha sido excepcionalmente activa, de manera particular por un Océano Atlántico muy cálido en sus aguas. La principal característica de La Niña es la persistencia en el enfriamiento de las aguas del Pacífico tropical. Normalmente cuando esto ocurre, tiende a presentarse un calentamiento de las aguas en el Atlántico; sin embargo, aunque puede ser clara dicha relación, no significa que haya una dependencia entre sí.
Cuando acabe la temporada de huracanes, ¿seguirá afectándonos la incidencia de La Niña?
Teniendo en cuenta ese pico máximo proyectado, los meses de mayor cantidad de eventos de origen hidrometeorológico serán noviembre y diciembre. De acuerdo con los modelos de predicción, se estima que el fenómeno de la Niña irá hasta aproximadamente marzo-abril de 2021. Por ahora, la probabilidad de que se extienda hasta segundo semestre del próximo año es baja. No obstante debe hacerse monitoreo y seguimiento a los indicadores porque de ir más allá de lo proyectado, podría incidir en la primera temporada de lluvias de 2021. Tendremos que esperar un par de meses para saberlo.
¿Por qué antes Colombia, su zona insular o continental, no estaba tan expuesta al paso de los huracanes, están cambiando su trayectoria?
La amenaza siempre ha estado allí y lo demuestra el tránsito histórico de los ciclones tropicales, aunque no hay una frecuencia notoria en el paso o formación de estos fenómenos en territorio colombiano. Inquieta, eso sí, que en los últimos 4 años hayamos tenido ya dos huracanes categoría 5 en territorio colombiano. Matthew, en 2016, siendo el primer ciclón tropical en dicha categoría, de acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes (NHC), cuyo ojo o núcleo central transitó a 125 kilómetros de Punta Gallinas en La Guajira. En este 2020, de acuerdo con el NHC, Iota transitó como categoría 4 a 35 km de Providencia y luego como categoría 5 a 65 km, pero con una morfometría, dimensión y características que lo hacen mucho más destructivo que Matthew años atrás.
¿Vamos a seguir resultando afectados en próximas temporadas por huracanes mayores como suele pasar en Centroamérica?
Teniendo en cuenta la tendencia reciente especialmente en este 2020, en el que hemos tenido mucha actividad en el occidente del mar Caribe, es probable que dicha situación se siga presentando; dependerá de las condiciones océano-atmosféricas que se presenten en cada temporada. Sin embargo, no debemos caer en alarmismos sin bases sólidas conceptuales que permitan establecer, si una temporada puede ser muy activa para nuestro territorio.
Para ello, es indispensable realizar investigación con base en suficientes datos que nos permitan tener resultados muy robustos y aplicables. Cabe mencionar que en el Comité de Huracanes en dónde he tenido la oportunidad de estar en diferentes ocasiones, la conclusión de siempre es: “por mínima que sea la temporada, con tan solo un ciclón tropical que llegue a cualquiera de los territorios del Caribe, puede dejar muerte y destrucción”. Por ello, el lema es trabajar fuerte en actividades de preparación y prevención, creando además escenarios y mecanismos que aumenten la resiliencia.
El río Magdalena está subiendo de nivel debido a las intensas lluvias en el centro del país. ¿Hay riesgo de inundaciones en su cuenca baja?
El incremento en los niveles de los ríos ha sido progresivo y es notorio con muchas cuencas inclusive con probabilidad de crecientes súbitas. Es probable que se puedan volver a tener eventos asociados a inundaciones en la parte baja del río Cauca y en el Magdalena, esperando que las obras de mitigación realizadas puedan responder a la situación en el corto y mediano plazo.
¿Por qué el mar en la zona costera del Atlántico y en Cartagena, entre otras zonas del Caribe, se ‘tragó’ la playa?
La erosión costera es un fenómeno progresivo que se debe principalmente a la acción conjunta entre olas, corrientes de viento y mareas. Una de las principales causas es el cambio climático debido en buena parte al aumento del nivel del mar por deshielo de los glaciares que se traduce en un incremento en la marea, la cual arrastra progresiva y gradualmente los sedimentos de playa. Fenómenos como los ciclones tropicales pueden acentuar dicha condición más allá de que su presencia sea solo de unos pocos días.
¿Por qué los eventos climáticos están siendo cada vez más extremos?
En términos de ciclones tropicales hemos visto como las temporadas 2005 y 2020 han sido récord en eventos, pero en la historia ha habido muchos huracanes categoría mayor (3, 4 o 5) altamente destructivos. De acuerdo con los análisis y estudios del panel intergubernamental de cambio climático (IPCC), aunque puede ser evidente una mayor actividad de huracanes fuertes durante los últimos 10 a 15 años, no hay elementos teóricos que permitan evidenciar claramente su relación con cambio climático, por lo cual, aún sigue existiendo una brecha en el conocimiento.
En cuanto a los Niño/Niña, fenómenos de variabilidad climática, el IPCC ha llegado a establecer que en las últimas décadas hay una mayor tendencia a que se presenten fenómenos fuertes en una clara relación con cambio climático. Uno de los principales efectos de ese cambio climático es la aparición con una mayor frecuencia de lluvias fuertes de corta duración, las cuales son, en buena parte, la principal causa de esos eventos extremos que dejan muerte y destrucción.
¿Estamos fallando en la prevención de los desastres en Colombia?
Colombia es uno de los países a nivel mundial en donde se ha logrado avanzar en gestión del riesgo de desastres. Se siguen realizando diversos estudios en función de un mayor conocimiento, pero la pobreza, inequidad y desigualdad siguen siendo factores que van muy en contravía de la gestión del riesgo de desastres. La vulnerabilidad física, social y económica es cada vez mayor en muchos de nuestros territorios, eso exacerba el riesgo y nos mantiene siempre en vilo de un posible desastre, especialmente ante el incremento de las lluvias. Debemos seguirle apostando a la prevención desde los territorios que es donde en definitiva se reconoce de forma puntual un determinado riesgo.
¿Cuáles son los retos en materia de adaptación al cambio climático, qué debemos hacer en la región Caribe?
Debemos establecer medidas de adaptación para cada uno de los sectores productivos y para los diferentes territorios, dependiendo de sus condiciones físicas, geográficas, socioeconómicas y ambientales. Es importante seguir preservando el manglar, por ejemplo. Se debe tener en cuenta la construcción de obras de infraestructura más acorde con las condiciones climáticas a las que ha evolucionado la región. Es importante continuar con todo tipo de acción que impida o límite la deforestación, se debe planear y proyectar acciones agrícolas que tengan en cuenta el cambio en términos de lluvia, temperatura, humedad y radiación solar, entre otros. Los estudios, análisis e investigaciones serán la base para estar mejor preparados y tomar decisiones más eficientes y oportunas.
También los planes de ordenamiento territorial deben involucrar la gestión del riesgo de desastres, tal y como lo señala el decreto 2157 de 2017, y hay que avanzar prontamente en la implementación de sistemas de alerta temprana locales que sean multiamenaza, pero a la vez que estén centrados en las personas, es decir que la comunidad sea un actor fundamental.
¿Es cierto que el mar o el río terminan ocupando los espacios que la acción del hombre les quitó?
Aunque no es una ley, está demostrado en diferentes escenarios de desastre, en los que vemos inundaciones en territorios que de tiempo atrás, fueron áreas inundables, lagunas o humedales, entre otros, los cuales fueron progresivamente sedimentados por el hombre en su afán por ganar en extensión para diversos fines de explotación.
¿Cómo adquirimos más y mejor conciencia ambiental y dejamos de arrojar basuras a los arroyos, a los canales o a los mismos ríos y al mar?
Debemos apostarle a más y mejor educación mediante procesos de socialización en los que se logre la apropiación de conocimiento con fines de preservación. De nada nos sirve tener una normativa, si no la llevamos a la práctica; es imperativo la conciencia ambiental, lo cual sin duda juega favor de una menor condición de riesgo de desastres.