En la Cinemateca del Caribe se exhibe la película Desert Flower, abre plano con una flor en el desierto, un cordero pariendo y una niña africana a su lado, en una clara alusión a la idea de la vida sin amargura, aún en medio del desierto.
De esta forma, comienza la historia de la somalí Waris Dirie, una chica pobre que hoy día es una modelo de talla internacional.
Así que la directora del film Sherry Horman, sin complicar su puesta en escena, nos muestra a un ser humano, a quien la vida la da la oportunidad de ser lo que nunca soñó. Una historia pues femenina, para el mundo femenino, donde teniendo en cuenta su contexto, la solidaridad con el problema de la ablación en muchas partes del mundo, es la idea central.
Respecto al estricto sentido cinematográfico, una historia bien intencionada (de excesivo metraje a mi parecer), pero previsible en su relato. Una cámara fija, que necesitó escudriñar un poco más los conflictos de un personaje y no quedarse simplemente en desvelar un testimonio de mujer bajo la voluntad casi de documento, restándole así fuerza dramática a ciertas situaciones de la vida interior de Waris, antes de ser modelo. O dicho de otra forma: ¡Hasta que su suerte cambió!
Por Gonzalo Resterepo