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El resultado final de un éxito musical lo dicen el gusto del consumidor y el resultado en ventas. Cuando una canción nace desde la mente de su creador hasta su difusión por los medios, ha pasado por una serie de transformaciones melódicas y rítmicas. El arquitecto del resultado final en una canción es el arreglista. Como cuando Ester Forero, le presento al maestro Pacho Galán una de sus obras “Coquito”. Cuentan que Estercita, que no tocaba instrumento alguno, le tarareo música y letra al maestro Pacho su obra. Cuando ya escucho su canción con los arreglos hecho por el maestro, su satisfacción fue total. El arreglista es el que coloca instrumentos al realizar las partituras y entregárselas a cada músico en el sección que le toca. Ejemplo de bellas melodías con arreglos espectaculares hicieron historias en todos los tiempos. Clímaco Sarmiento, en la época dorada de la música costeña, fue el gran arreglista del Sello Fuentes. Los solos de piano en la Sonora Matancera, con del gran Severino Ramos, hacía que Lino Frías ejecutara su instrumento como si fuera uno de percusión. Chelito de Castro en solo de piano en el éxito de Joe Arroyo de “La rebelión”. El mismo Joe y Juventino Ojito le hacían arreglos a sus obras. Alberto Barros y José Aguirre, le arreglaban los éxitos al Grupo Niche. Así muchos ejemplos de grandes éxitos musicales se, les debe a los arreglistas que se lucen en grandes orquestas. Hoy existen los secuenciadores, no existen los grandes estudios y los instrumentistas graban individualmente y el ingeniero de sonido hace las mezclas. No hay ese calor humano y la chispa espontáneas de todos los músicos, como el “nos fuimos” de Chico Cervantes con Los Corraleros de Majagual. Todo eso ya no vuelve.

Pablo Romo Romo

romoromop@hotmail.com