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Cuando se inicia un nuevo año, asumimos una actitud optimista y esperanzadora, no queremos escuchar sino buenas y positivas noticias que nos sacudan de todo lo negativo que tuvo el año anterior.

Sin embargo, la realidad es tozuda, porque un aire de desaliento y de incertidumbre nos invade al despuntar los primeros días del nuevo año, que nos ha traído el preocupante informe presentado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), que ha dado cuenta que en Colombia, poco más de 1,16 millones de jóvenes en edad de trabajar se encuentran sin empleo, al cierre de noviembre del año pasado, siendo la población femenina la más afectada por esta problemática, que se presenta entre los 14 y 28 años de edad y que este nivel de desocupación está muy por encima de la tasa de desempleo total del país, y que algunos analistas ven el incremento en la tasa de desempleo del país en uno de los riesgos que se vislumbran en el año que acaba de comenzar.

Ante este preocupante escenario hay que focalizar nuestra atención, no solo en la desocupación que hemos venido hablando, sino el riesgo que este problema puede generar, que no es otro que estos jóvenes con esta frustración de no hallar trabajo en el mercado laboral, caen fácilmente en la delincuencia y sirve de caldo de cultivo la desocupación, la pobreza, la falta de educación y la falta de oportunidades que conduce a esta población a delinquir, lo que ocasiona perturbación en la tranquilidad en la sociedad colombiana y la armonía, la convivencia y la paz se ven amenazadas por este fenómeno.

Ante este escenario, es mucho lo que tiene que hacer la sociedad y el gobierno nacional.

Valmiro De La Hoz Cantillo