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Una ocasión leí una nota periodística en EL HERALDO, si bien recuerdo de Juan Gossaín, acerca del origen de la diversidad de disfraces, comparsas, ritmos y demás elementos del Carnaval de Barranquilla, los Arlequines de Sabanalarga, Las Marimondas del Barrio Abajo de Barranquilla, Las Farotas de Talaigua, la Cumbia de la Depresión Momposina, Los Negritos de Santa Lucía. Al hacer referencia a los Monocucos, muchos investigadores coinciden en desconocer sus raíces, así, pretendo hacer una contribución intentando presentar su génesis en los Carnavales de Salamina.

El disfraz original que recuerdo de niño, que se alquilaba por horas donde la vieja “pelusa” y otros, consistía en una capucha con apenas el contorno bordeado de los ojos, la capucha con su gola en colores combinados al estilo africano, las mujeres usaban unos cascabeles para llamar la atención, de igual manera una vara de totumo para evitar que le quitaran la careta en el afán de saber la identidad del personaje, recuerdo también que fingíamos la voz para evitar ser reconocidos, de igual manera lo hacían las jóvenes mayores por la noche en los bailes de caseta o verbenas intentando confundir a sus pretendidos donde la idea consistía en lograr cada novio o enamorado la identidad de su pareja o enamorada, de allí surgió la frases: no me conoces, no me conoces, monocuco guayabero, saca presa del caldero, bebe leche y embustero.

Víctor Jesús Maestre Orozco