Su amplia experiencia en el sector energético ha convertido a Natalia Gutiérrez Jaramillo, presidenta de la Asociación Colombiana de Energía Eléctrica (Acolgén), en toda una autoridad para hablar sobre la coyuntura energética que actualmente atraviesa el país.
Como anfitriona del 17° Congreso de Energía de Acolgén que se realizó el pasado 15 de mayo en Bogotá, dejó en claro los retos y desafíos que enfrenta el mercado eléctrico en Colombia.
Esta incansable mujer que lucha contra viento y marea por su gremio habló con EL HERALDO y le contó cómo avanza el país en la seguridad energética, la transición hacia las fuentes renovables y el futuro que le espera al sector.
Usted siempre resalta el modelo energético de Colombia. ¿Esta es la razón por la cual no se ha apagado pese a las dificultades a las que se enfrenta?
Hay algo muy importante, y es que lo que está pasando alrededor del mundo nos hace reflexionar. Colombia no se apaga desde hace 30 años. Nosotros nos apagamos hace 30 años y, de cierta manera, aprendimos la lección.
Esa lección fue pensar en un diseño de mercado y en unas señales de política pública de largo plazo. Primero, para que se hicieran inversiones, y segundo, para que creciera la capacidad de generación, sobre todo en energía firme, que es la que garantiza el abastecimiento eléctrico durante fenómenos de El Niño.
A la fecha, hemos superado siete fenómenos de El Niño, a diferencia de otros países que, en los últimos dos años, sí se han apagado. Hoy contamos 12 países alrededor de Colombia que han tenido apagones. Y lo cierto es que todos se preguntan: ¿pero por qué Colombia no se ha apagado?
La razón es que tenemos un diseño de mercado que ha funcionado y ha sido exitoso. Pero eso no quiere decir que no haya que gestionarlo, y aquí es donde hacemos un llamado al Gobierno nacional: lo que tenemos es bueno y podemos construir sobre lo construido. Sin embargo, hay que tomar decisiones de política pública para ampliar la oferta, porque está creciendo mucho más despacio que la demanda.
Las economías se están electrificando. Las ciudades están pasando del transporte a combustibles al transporte eléctrico. Todas nuestras actividades económicas están permeadas por la electricidad: transacciones bancarias, universidades virtuales, reuniones, plataformas financieras… todo gira en torno a la energía eléctrica.
Entonces, cuando crece la demanda, lo que nos preocupa es que la oferta está rezagada.
¿En este momento cómo es la relación del sector con el ministro Edwin Palma?
Nosotros le hemos pedido al ministro que trabajemos de la mano, que construyamos sobre los puntos en los que estamos de acuerdo, y lo estamos en que hace falta más energía y que se deben dar señales de política pública de largo plazo para hacer inversiones que nosotros calculamos que van entre 10 y 12 billones de pesos anuales para atender la demanda de energía. Y este sector tiene algo muy especial: no necesita recursos públicos.
¿Y qué necesita el sector?
Nosotros solo necesitamos confianza y señales regulatorias, que este grupo de empresas hace las inversiones; las hemos hecho durante los últimos 30 años. Más de 140 billones de pesos se han invertido para aumentar la capacidad de generación del país.
Con el ministro hemos recuperado un diálogo que no existía. Sabemos que tiene preocupaciones por las tarifas de energía.
Estamos revisando el decreto que publicó en borrador; reiteramos que las señales de intervención no son la solución. Sin embargo, lo estamos analizando y buscamos puntos de encuentro para ponernos rápidamente de acuerdo en una agenda regulatoria que ya está trazada.
¿Va por buen camino la transición energética?
Necesitamos sacar adelante los mercados intradiarios, implementar la medición inteligente… Todo esto para que las energías renovables entren de forma más eficiente al sistema. Creo que, a nivel mundial —y Colombia no es ajena a esto—, la conversación ha pasado de transición energética a seguridad energética. Debemos cuidar los balances de energía en este momento. Aún estamos a tiempo de enviar las señales correctas y de que el Gobierno acompañe la construcción de todo lo que se está haciendo.
¿Por qué no han entrado los nuevos proyectos que ya están adjudicados? ¿Cuál ha sido el motivo real?
Realmente seguimos encontrando las mismas dificultades, y a mí me da pena repetirlo constantemente. Persisten los problemas con el licenciamiento ambiental. Tenemos un reto enorme con la consulta previa y con los temas sociales.
Incluso, después de obtener las consultas previas, los desafíos en territorio son supremamente grandes. Necesitamos que las corporaciones, los alcaldes y los líderes comunitarios estén todos involucrados en este proceso, porque cualquier cosa pequeña retrasa los proyectos semanas y semanas… y eso se convierte en meses, y ahora en años.
En este momento, tenemos 3.500 megavatios de energía atrasados en el país, que debieron haber entrado en operación en los últimos cuatro años.

Luego del último informe de XM que reporta un déficit de energía, ¿cree usted que el Gobierno lo ha tenido en cuenta?
Yo creo que el ministro Edwin Palma sí revisó el último informe que le entregó el Consejo Nacional de Operación. De hecho, por eso aceleraron la subasta de reconfiguración, permitieron la participación de proyectos nuevos y convocaron una nueva subasta.
Considero que el ministro entendió la información apenas la recibió. Hemos estado conversando con él para resolver cuellos de botella y ponernos de acuerdo para sacar adelante los proyectos que se están construyendo.
¿Qué se espera de la anunciada subasta de expansión?
El año pasado tuvimos una subasta que dio unos buenos resultados; se acaba de cerrar la subasta de reconfiguración, pero de acuerdo a cifras de XM y a la curva de demanda de la Upme, todavía no alcanzamos a cerrar esa brecha entre oferta y demanda y seguimos en déficit de energía en firme.
Es esa energía que nos atiende 24 horas al día, 7 días a la semana en eventos climáticos extremos, es decir, en fenómenos del niño y en sequías prolongadas en el país.
¿Existe el riesgo de que no haya más inversiones en nuevos proyectos energéticos?
Los proyectos vienen entrando a una tasa de éxito del 25%, lo cual es muy bajo. Necesitamos más energía, más proyectos, mejores tarifas y mayor eficiencia. Celebramos la nueva subasta anunciada para este año, que aportará energía entre 2025 y 2028, pero sobre todo, necesitamos señales claras de política pública a largo plazo y recuperar la confianza.
En cuanto al precio en bolsa, ¿este realmente incide en las altas tarifas?
Lo hemos explicado durante años: la energía transada en bolsa es tan poca que, así suba o baje mucho, lo que se refleja en la factura final es solo entre el 3% y el 5%. Pero una intervención de la bolsa sí pone en riesgo las señales de escasez —que nos indican cuándo ahorrar agua en sequías— y las de expansión a largo plazo.
Entonces, más que un tema de exposición a la bolsa, lo que tenemos es un síntoma de escasez de energía, y hasta que no resolvamos ese problema estructural, no podremos resolver los síntomas.
En la bolsa se transa solo entre el 15% y el 20% de la energía del país. El resto, el 85%, está negociado en contratos de largo plazo. Por eso, cualquier intervención en la bolsa es perjudicial y no va a resolver el problema de tarifas.
Con respecto a Air-e, ¿hay garantías para seguir suministrándole energía pese a las deudas?
Le hemos hecho un llamado al Gobierno. Air-e ya tiene deudas de aproximadamente 1,5 billones de pesos con todos sus proveedores, incluyendo compra de energía. Es un mercado muy grande. Cuando el Gobierno intervino, entendemos que hizo estudios económicos para respaldar esa decisión. Por eso, pedimos que se fondee el Fondo Empresarial de la Superintendencia, que es el encargado de atender estas necesidades.
¿Qué lección nos deja el apagón de España y parte de Europa recientemente?
Todavía no entendemos muy bien, desde lo técnico, qué fue lo que sucedió. Realmente no tenemos un diagnóstico oficial. Sin embargo, lo que sí llama la atención es que todos los países tienen necesidades y matrices energéticas distintas.
Lo que hay que tener claro es que, si vamos a hacer una transición energética, no podemos perder de vista la seguridad energética. Lo que sí tenemos que reflexionar de lo que pasó en España es que tenemos que ser cuidadosos. Colombia debe revisar muy bien el equilibrio en la entrada de las renovables, porque nuestro país está en un lugar geográfico que nos pone cada cuatro o cinco años en un tema de déficit de lluvias.
Cuando estamos en el fenómeno de El Niño, necesitamos un diseño de mercado que permita entregar energía firme en esas épocas. Las energías intermitentes no tienen tanta firmeza porque la eólica no ventea todo el año y el sol, inclusive, aunque da unas horas diarias, puede tener segundos en el día en el que pasa una nube y pasa de 100 a 0 su generación.
Por eso, Colombia necesita contar, en ciertas épocas del año, con energía que entregue generación 24 horas al día, siete días a la semana. Esto no significa que las renovables no deban crecer; claro que sí, bienvenidas, y de hecho estamos haciendo grandes inversiones en ellas. Lo que no pueden es crecer solas. Tienen que ir acompañadas de tecnologías que les den respaldo y estabilidad a la red, para garantizar que todos los colombianos tengamos energía de manera continua.

Se llevó a cabo el congreso número 17 de Acolgén, ¿cuáles son sus conclusiones de este importante evento del sector energético?
En este evento tuvimos la oportunidad de contar con la presencia del alcalde mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, y de más de 25 expositores nacionales e internacionales, entre ellos Luiz Maurer de Brasil y Vicente López-Ibor Mayor de España, y más de 400 asistentes.
Durante las intervenciones de los invitados se tuvo la oportunidad de discutir temas cruciales para el futuro energético de Colombia.
Los puntos claves que analizaron los expertos del sector son, entre otros, el balance de energía y la estrechez cada vez más preocupante entre la oferta y la demanda, el mercado de confiabilidad y la necesidad de fortalecer el sistema eléctrico, y para esto se necesitan inversiones por encima de los 9 billones de pesos anuales.
Otros de los grandes retos que tiene el sector energético es la transición energética que garantice seguridad y suficiencia energética.
La gran conclusión es que el sector energético colombiano enfrenta desafíos urgentes que requieren de la confianza regulatoria y de señales claras para atraer más inversiones.