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El piropo hay que erradicarlo. Así de enfática fue Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial de España, al referirse a una expresión muy común a miles de kilómetros de distancia: el Caribe colombiano.

La funcionaria declaró ayer a Radio Nacional de España que 'el piropo ha sido siempre permitido y se ha asumido como algo normal, pero lo cierto y verdad es que supone una invasión en la intimidad de la propia mujer porque nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de la mujer'.

El tema despierta opiniones encontradas por parte de diferentes miembros de la sociedad, pues se balancea entre la gracia de un halago improvisado y la gravedad del acoso sexual.

Así lo pudo establecer el sondeo realizado por esta casa editorial a los lectores de ELHERALDO.CO a través de la pregunta del día: ‘¿Qué significado tienen para usted los piropos?’.

El 6% de los consultados (26 votos) respondió que se trata de una agresión, el 9% (44 votos) que es un halago, y el 85% (403 votos) que depende del piropo.

El cuerpo de la mujer, de dominio público. Para Emma Doris López Rodríguez, líder de la Red de Mujeres Contra la Violencia, el piropo callejero es una invasión y un maltrato, pues la mayoría de estos 'se convierten un acoso, en una violencia directa contra las mujeres'.

López Rodríguez, quien trabaja de cerca con casos de violencia de género en el Atlántico, opina que estas insinuaciones reflejan el imaginario colectivo existente en nuestra sociedad que considera el cuerpo de la mujer como algo de dominio público.

'Nosotras tenemos instalado ya el miedo, y lo que hace ese piropo es acentuarlo más, y eso nos afecta directamente a nosotras, a nuestra dignidad, a nuestro pensar y también a nuestra autodeterminación', señala.

Con ella concuerda la periodista y escritora Lola Salcedo Castañeda, quien añade que el piropo callejero, por hermoso que sea, es una trasgresión del ámbito privado de quien lo recibe.

'Es no respetar la soledad de una o la conversación de dos o más mujeres, sin ninguna justificación diferente a autocomplacerse quien lo lanza, respondiendo al cerebro límbico y a la necesidad de reproducción', apunta.

Sin embargo, aclara que existe una diferencia: 'Es hermoso que alguien que uno conoce o al menos saluda, alguna vez y mirándonos a los ojos, nos digan una frase bella y nos suban la moral. ¿Pero un desconocido que además es un cerdo y nos dice algo asqueroso, no merece un severo castigo? Creo que sí. Es realmente abusivo y provoca emociones muy negativas', enfatiza.

'Si es grosero, no es piropo'. En cambio, el periodista y escritor Alberto Salcedo Ramos, defiende el piropo, pues sostiene que la naturaleza de este es lisonjear a la mujer, no ofenderla ni degradarla.

'En el diccionario de la Real Academia Española, la palabra ‘piropo’ y ‘flor’ son sinónimas. Hay gente que dice ‘me dijo un piropo grosero’, y ese es un error, no existe el piropo grosero', explica.

'Si una mujer va pasando y yo hago una referencia a sus órganos sexuales, o le digo una cosa de mal gusto que vulnere su dignidad, ya no le estoy diciendo un piropo sino una ofensa', añade el autor, que incluso ha utilizado las páginas de este diario para hacerle un homenaje.

'Los hacedores de piropos transforman la calle en un gran teatro de la picaresca', sentenció en la columna Elogio del piropo, y puso dos como ejemplo: 'quisiera ser bizco para verte doble' y 'vete por la sombrita, mamita, que el sol derrite los bombones'.

Pero este tipo de frases, más comunes en tiempos de antaño que en la actualidad, tampoco convencen a Lola Salcedo.

'Los piropos creativos, poéticos y personalizados de la antigüedad, no por bellos, respetuosos y agradables, dejan de ser esa irrupción brutal, imprevista y no deseada de la vida de cualquier mujer', sostiene, pues considera que la única diferencia es que los vocablos, frases y comentarios de hoy en día están mucho más cargados de 'genitalidad, plebedad y agresividad'.

El piropo costeño. Alberto Salcedo Ramos señala, por otro lado, que el Caribe es tierra de piropos por excelencia debido a la ‘descomplicación’ característica de esta región. 'Somos la cultura del desenfado, entonces en términos generales, la mujer del Caribe no le pone malicia al piropo, este no se entiende como una agresión del hombre a la mujer', concluye.

Emma Doris López concuerda en este último punto con el autor, pues la manera de ser 'espontánea' y 'mucho más libre' de estas latitudes, además de ciertos elementos antropológicos, sociológicos y etnográficos, promueve este tipo de expresiones. Sin embargo, ella aclara que esto no justifica la 'violencia, maltrato o acoso, la invasión a la vida y al cuerpo de las mujeres'.

Opiniones

Diana Olivares: Creo que los piropos deben considerarse un halago. Hay piropos súper lindos, creativos, chéveres, que la hacen sentir a una linda. Por otro lado hay hombres que en vez de piropear morbosean, no más con la mirada que te dan sientes que te violaron. Como mujer no voy a negar que me piropeen, eso sí, con respeto.

Angelise Durán Jiménez: En estos tiempos son insultos, porque nada más con la mirada y el tono en que lo dicen solamente provocan es que una se dé vuelta y les dé su merecido, ya hombres como los de antes, pocos.

Alejandra Pinillos Muñoz: Me parece una grosería hacia las mujeres, porque es una falta de respeto que la mujer vaya caminando por la calle y los hombres le vayan a decir un piropo cuando son personas que uno no conoce.

@itssuza: Si el hombre está lindo e interesante se le puede aceptar, y también depende del piropo, siempre y cuando no sea 'ñero'.

@meryparejo: Los odio. A menos de que sea alguien conocido.

@jrenae13: Son terribles y no conozco ninguna mujer que sí le guste eso.

@briamturizo1988: Depende el piropo. 'Uy, mami, quisiera que fuera la temporada de hambre para poder comerte' es un insulto, grosería, etc. 'Hay que hablar con San Pedro porque se están cayendo los angelitos', es un halago.

@kellyjt1986: ‘Dichoso el cemento que está pisando ese monumento’. Me encantó cuando un señor de manera muy respetuosa se me acercó y me lo dijo. Hay hombres que no dicen piropos sino que son irrespetuosos.