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Adiós a Calixto Ochoa, genio de ‘Los Sabanales’

A sus 81 años murió en Sincelejo dejando un legado de canciones que trascendieron géneros y fronteras.

Lisandro Ortiz, amigo y compadre de Calixto Ochoa, de quien además tiene toda la colección musical y bautizó con el nombre de Los Sabanales -en honor al tema cumbre del artista- a un popular estadero en Valledupar, no pudo contener las lágrimas por la muerte de su compañero.

“La tristeza es grande”, sostuvo este hombre natural del departamento de Bolívar, que gracias a su fervor por la música de Calixto, se convirtió en uno de los personajes más cercanos del compositor y músico, fallecido este miércoles en una clínica de Sincelejo, Sucre.

Como Lisandro, que no es músico, decenas de seguidores, amigos, cantantes, acordeoneros y compositores, se sumaron a las manifestaciones de pesar por el deceso de uno de los últimos juglares de este folclor, quien se coronó Rey Vallenato en 1970 y fue integrante de Los Corraleros de Majagual.

El género lo recuerda

Los artistas vallenatos lamentaron la muerte de Ochoa. El cantante Iván Villazón sostuvo que “nos llena de tristeza la muerte de Calixto Ochoa, fue uno de los compositores más prolíficos no solo del vallenato, sino de la música colombiana. Tuvo una vida larga, pero al final se fue deteriorando hasta llegar este momento”.

El compositor Alberto ‘Beto’ Murgas, sostuvo que “es muy lamentable la muerte del maestro Calixto, fue un gran juglar de esta expresión folclórica, fue picaresco, analítico y autóctono en sus composiciones”.

Por su parte, Jorge Celedón señaló que “el maestro Calixto fue un ícono de nuestro folclor, de él aprendimos esa versatilidad para componer; esa alegría para cantar y esas melodiosas notas de su mágico acordeón. Sus canciones son un verdadero tesoro musical; a sus familiares mis sentidas condolencias y admiración por siempre”.

El cantante Tomás Alfonso ‘Poncho’ Zuleta expresó su tristeza por la partida de quien consideró uno de los músicos más grandes de Colombia. “El maestro Calixto Ochoa fue un hombre de una envergadura musical muy grande, uno de los más importantes en este folclor, tuvo la particularidad de ser compositor y acordeonero polifacético, se metió con todos los aires musicales habidos y por haber. Fue constructor de música, porque gran porcentaje de su obra fue invención de él. Esta es una pérdida irreparable, porque no tiene comparación”.

El cantautor Dolcey Gutiérrez contó a este medio que fue precisamente la música de Calixto Ochoa, la mayor influencia que tuvo para encontrar sus propios sonidos.

“Yo aprendí a tocar con los ritmos que Calixto hizo junto a Los Corraleros de Majagual. Claramente me dejó una influencia bastante notable en mi archivo musical, porque yo asimilé mucho esa parte jocosa y pícara que llevaban sus composiciones”, dijo Gutiérrez refiriéndose a temas como Remanga, Calabacito alumbrador y El dentista.

Asimismo, el cantante bolivarense afirmó que el ‘Negro Cali’ era conocido por ser un artista polifacético en sus composiciones. “Calixto podía componer una canción pícara, pero también podía hacer otro tema lleno de poesía, en el que podía ser muy fino”.

El compositor Adolfo Pacheco coincide con lo anterior. “Lo primero que conocí de Calixto Ochoa fue ese tema que se llama El lirio rojo, que es su principal paseo, cuando andaba de juglar andariego por mi natal San Jacinto”. En este municipio de Bolívar vivió algunos años el maestro Calixto, en donde se dedicó a ser técnico de acordeones.

“Cali además de tocar muy bien el acordeón, era un experto arreglándolas”, sentencia el autor de La hamaca grande.

Duerme el sueño triste

“No le tengo miedo a la muerte porque esa es la ley de la vida, y para qué tenerle miedo si siempre viene en busca’ de uno. Así es que tiene el garabato ella (mientras agarraba su bastón) para cargar a uno”, dijo el maestro Calixto Ochoa en tono de burla el 23 de diciembre de 2013, un día después de que falleciera su gran amigo y admirador Diomedes Díaz.

El ‘Negro Cali’ murió a las 5:00 de la mañana del pasado miércoles, en la clínica Santa María, tras cuatro días de intensa lucha con una isquemia cerebral.

Dulsaide Bermúdez, su esposa durante 25 años, recordó que hace unas semanas, a su “maestro”, como siempre le llamó por cariño, se le murió su amigo Iván Betancourt, y le manifestó: “Ya está bueno de enterrar a mis amigos, se están yendo todos y me estoy quedando solo, entonces es mejor que me vaya”.

La última vez que habló con Ochoa fue el domingo pasado, cuando dormido, ‘escuchó’ de ella una de las 1.500 canciones que grabó: Los sabanales, de la que él confesó, en reiteradas ocasiones, era su obra preferida.

Un prolongado aplauso, de esos que recibió en vida y aún después de muerto, fue la respuesta a su esposa por interpretarle aquella canción.

Bermúdez, al igual que sus nueve hijos, estaba tan acostumbrada a las recaídas del maestro, que pensaba que esta era una más y que “Calixto seguiría dando lidia”, como lo repitió él mismo una y otra vez el 14 de agosto cuando celebró su cumpleaños número 81.

Un largo recorrido

Calixto Ochoa se inició en su juventud en las actividades del campo, en las sabanas de su natal Valencia de Jesús, un corregimiento a 24 kilómetros de Valledupar, donde aprovechaba que mientras sus hermanos mayores, Rafael Arturo y Juan Bautista Ochoa -quienes tocaban acordeón- se dedicaban a las labores agropecuarias, él tomaba a escondidas el instrumento para sacarle melodías.

Llegó a Sincelejo en 1956, procedente de El Carmen de Bolívar. Quiso a la capital de Sucre como a su propia tierra, pero aclaró siempre que quería ser sepultado en su tierra natal.

Este es el último deseo que le quieren cumplir sus hijos, uno de ellos y el que ha seguido sus pasos de éxito y fama, Rolando Ochoa, quien aseguró que su padre no solo deja canciones y enseñanzas, sino nobleza: “Fue un hombre más de su pueblo que de su familia”.

Calixto Ochoa Montes, el mayor de sus hijos, se hizo famoso porque su padre le compuso la canción El niño inteligente, la más célebre referente a su primogénito, así como Retoñito y El incorregible.

“Fue buen padre, buen hermano, buen hijo, todo el mundo lo quería, era una persona sencilla, pese a que era un grande en la música vallenata y popular colombiana porque manejó todos los ritmos. Él fue único, no nace uno como él por todos estos tiempos, logró todo lo que quiso en la música”, expresó Calixto Ochoa Montes.

César Ochoa, otro de sus hijos, que al igual que los anteriores se ha dedicado a la música, manifestó que nunca había hablado de la muerte con su padre y aún le cuesta hablar del tema porque no cree que haya partido.

“Nunca pensé que mi padre se iba a morir. Es más, cuando hablé con el médico me dijo que estaba evolucionando y que se le entendía lo que hablaba, pero a las 12 de la noche me cambiaron el panorama: había tenido una pequeña recaída que podía causarle un paro respiratorio. No creo que se haya muerto, no lo creo”, relató César.

El último adiós

Su hijo Rolando lo homenajeará con un disco compacto con 17 canciones interpretadas por artistas de la talla de Carlos Vives, Jean Carlos Centeno, Churo Díaz, entre otros, un tributo que esperó rendirle en vida, pero el tiempo le ganó la batalla a pocos días de que el trabajo musical estuviera listo.

El cuerpo del maestro Calixto fue velado hasta las 5:00 p.m. del pasado miércoles en la sala 3 de la funeraria Los Ángeles, en Sincelejo, y de allí fue trasladado a la Plaza Cultural Majagual donde la Alcaldía lo homenajeó y sus seguidores en esa ciudad estuvieron cerca de él por última vez.

Se tiene previsto que los despojos mortales de Calixto Ochoa sean conducidos  después, a las 5:00 a.m. de hoy, en una caravana hasta la iglesia La Concepción, de Valledupar, en la que le espera otro homenaje.

El sepelio del prolífico artista será mañana, a las 10:00 a.m., en su natal Valencia de Jesús (Cesar).

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