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Recreación de la fauna que habitaba La Guajira cuando era un bosque húmedo y tropical. Cocodrilos, tortugas, bagres y pirañas habitaron lo que hoy es desierto. Ilustración de Jorge González. Paleontología. Indiana University Press.
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La Guajira, el bosque tropical que se volvió desierto

El Instituto Smithsonian y la Universidad del Norte, entre otras entidades, adelantan un estudio geológico de fósiles y rocas en el que se han encontrado animales de ecosistemas húmedos y fuentes de agua permanente.

La Alta Guajira  tiene grabado en sus rocas y fósiles la historia de un escenario distinto del que es noticia hoy –con la crisis humanitaria por la ausencia de lluvias, la falta de agua y comida–; en el desierto, el territorio  preserva las huellas geológicas de su pasado: una vasta zona de bosque húmedo y tropical, donde habitaban cocodrilos, tiburones, tortugas gigantes, peces de aguas dulces, árboles frondosos y otras especies cuyos fósiles están siendo estudiados para descubrir qué pasó con el bosque, los ríos y el ecosistema original de la península colombiana. 

“Uno siempre asocia a La Guajira con un desierto, que es lo que se ve”, comenta Carlos Jaramillo, paleontólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, “pero cuando empezamos a explorar encontramos que rocas tan jóvenes, como de dos millones y medio de años, daban señales de un escenario completamente diferente con ríos permanentes, lagos extensos y una fauna para ese tipo de ecosistemas”.

El descubrimiento se empezó a gestar desde las primeras exploraciones que fueron lideradas por Jaramillo y expertos de la Universidad del Norte, la Smithsonian en Estados Unidos, en un proceso al que se han sumado docentes de la Universidad de Zúrich (Suiza) y de la Universidad de los Andes, entre otras organizaciones de las que proviene el equipo multidisciplinario que lleva a cabo el estudio.

Jaime Escobar, geólogo de Uninorte que hace parte del equipo científico, explica que el objetivo es reconstruir las condiciones climáticas y los ecosistemas de la Alta Guajira en diferentes escalas de tiempo: millones de años, milenios y décadas.

“Una roca es como un libro que te cuenta la historia del ambiente en que ha estado a través del tiempo. El tipo de material o los minerales que contiene te dicen en qué período se formó y también se puede encontrar información de los procesos que han ocurrido desde ese primer momento”, describe, al señalar que a partir del estudio geológico de las rocas y fósiles es posible reconstruir detalles del clima y el hábitat de las especies a escalas de millones de años. Por ello la certeza científica sobre las condiciones pasadas de La Guajira, que en pleno desierto tiene fósiles que datan de la era del Mioceno medio, un período que comprende entre 14 y 18 millones de años. “Allí estamos encontrando toda esta fauna que necesitaba condiciones distintas a las que hay ahora para vivir”.

Fauna salvaje del antiguo bosque guajiro. Durante siete expediciones se han recolectado distintos fósiles, entre ellas varias especies de cocodrilos gaviales, como el que vive actualmente en el sureste asiático del que solo existe una especie en la India.

“Los cocodrilos gaviales tienen el hocico muy largo y angosto. En La Guajira había al menos dos especies. Hay fósiles de otro cocodrilo que se llama purussaurus, que medía doce metros  de largo. Estos animales necesitan mucha agua para vivir, y eso nos da indicios de ríos permanentes o cuerpos de agua que duraran todo el año”, comenta el paleontólogo Jaramillo, mientras continúa enumerando especies como las tortugas relacionadas con la de los Galápagos, peces como bagres o pirañas y mamíferos grandes del tamaño de hipopótamos.

“También hemos hallado fósiles de troncos de árboles, lo que significa que había un bosque con un dosel, es decir, que era un bosque alto. Hoy en día lo único que se encuentra es trupillo. Antes se requería que hubiera mucha más agua y que lloviera durante todo el año. Fue un cambio muy drástico el que ocurrió en el paisaje hace dos millones de años”, advierte el paleontólogo, quien señala que estas condiciones no solo se daban en La Guajira.



 

“Es todo el norte de Suramérica, porque en el estado de Falcón, en Venezuela, que es un ambiente desértico similar al de La Guajira, el registro fósil indica que también tenía cuerpos de agua permanente y el clima también era muy distinto”.

De bosque a desierto. El punto de quiebre, según los expertos, está alrededor de los 2,7 millones de años, cuando se inició el proceso paulatino que destruyó con el bosque hasta convertir la zona en el desierto que es hoy. De ese período de tiempo al presente está la brecha de eventos que desencadenó el deterioro del territorio; los investigadores analizan las posibles causas naturales y no se descarta la intervención humana.

“La hipótesis que tenemos ahora es que el planeta entero cambió hace 2,7 millones de años. Pasó de un estado en que el calentamiento era predominante a un estado de enfriamiento. Pensamos que cuando inició la primera glaciación fuerte, casi la mitad de Norteamérica se convirtió en glacial y ese avance de bajas temperaturas empujó la zona de convergencia intertropical, que trae las lluvias a Colombia hacia el sur, y eso hizo que La Guajira se convirtiera en el desierto que es hoy”, señala Jaramillo, quien indica que antes de este cambio era probable que la banda de lluvias pasara justo sobre La Guajira, generando temporadas de precipitaciones más frecuentes.

Aunque la investigación continúa para esclarecer el proceso de desertificación, los fósiles alojados en el desierto constituyen piezas importantes para entender el panorama de cambio climático actual en el que los niveles de CO2 (dióxido de carbono)  han superado la barrera de las 400 partes por millón, acelerando el calentamiento global, y con ello, cambios abruptos en el clima y las condiciones del planeta.

“En términos de CO2 ya estamos en el Plioceno, que es la época en la que tenemos estos fósiles de La Guajira.  Nuestro planeta no ha experimentado esos niveles desde hace casi tres millones de años. Estamos entrando en un clima del cual no conocemos nada y hay que mirar el registro fósil para ver un ejemplo similar al clima que ya estamos viviendo y así entender los cambios que se avecinan”, advierte el experto del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.

Estudiar La Guajira es un experimento empírico para ver qué le pasa al planeta cuando se elevan los niveles de CO2. Esta zona de la región Caribe, como todo el norte de Colombia, es un territorio muy sensible a los cambios climáticos, los más afectados con fenómenos como el del Niño y la Niña, que son similares a la glaciación e interglaciación, pero a escalas temporales más reducidas. Para Jaramillo, la investigación, además de estudiar los patrones climáticos de este departamento, tiene implicaciones mucho más amplias.

“Lo que estamos estudiando en La Guajira realmente responde a un pregunta global sobre lo que nos está pasando y cómo va a responder la sociedad al cambio climático, las consecuencias del aumento del nivel del mar. Son cambios que se van a ver en términos de una generación y que necesitan mucha ciencia para responderlos”.

Mapas geológicos. El trabajo de campo para las expediciones a la Alta Guajira se han realizado bajo la guía de los mapas geológicos creados por Natalia Hoyos, la geógrafa del equipo que ubicó en un mapa del Departamento los detalles de los sedimentos, el tipo de roca y fósiles que se han encontrado a medida que la investigación avanza. También son utilizadas imágenes satelitales para rastrear los puntos con mayor información geológica en el desierto.

 

 

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