Cuando Donny Pinedo escuchaba la orden de su madre de ir a estudiar matemáticas, la clase que menos le gustaba durante la época de colegio, hacía lo que hoy considera una trampa piadosa. En su enorme libro repleto de números, escondía pequeñas historietas.
Se trataba de los populares 'paquitos', las tiras cómicas que causaron tanta sensación durante las décadas de los 70, 80 y gran parte de los años 90. Pinedo recuerda que mientras su mamá se convencía de que él aprendía álgebra, en realidad se divertía con las aventuras de Condorito.
De haberse enterado, seguro Marcela Romero hubiese hecho ¡Plop!, excepto porque el humor gráfico de aquellas viejas épocas impulsó a su hijo para decidirse por su profesión como artista plástico, aunque eso significara notas bajas en matemáticas durante su niñez.
Más de una década después, a sus 38 años, Donny Pinedo aún guarda en su escaparate hojas coloreadas de su infancia a través de una colección de aproximadamente 400 'paquitos', distribuidos en su casa en el barrio Lucero, en la localidad Metropolitana de Barranquilla y en el municipio de Malambo, donde antes vivía con su familia.
'Gracias a estas historietas es que yo decido tomar el camino de las artes, del cómic y el dibujo. Los números solo los quiero en los billetes, esa materia era kriptonita para mí', cuenta Pinedo, mientras hojea historietas de Memín, Kalimán, Periquita y Alf.
En la ciudad, sin embargo, son pocos los lugares donde aún se consiguen 'paquitos'. Los expertos en el tema, comerciantes informales de la ciudad que viven del negocio de libros y revistas, solo identifican tres lugares donde estas historietas aún no han sido sepultadas. A cualquier curioso y apasionado por los 'paquitos' lo envían a los alrededores de la nueva Plaza San José, en la calle 38 con carrera 39; o a la carrera 40 con calle 30, conocida como La Paz, así como al Paseo Bolívar, en la carrera 41B con calle 30.
Frente a la Biblioteca Pública Departamental Meira Delmar, Édgar Agudelo, un comerciante de 43 años, exhibe en una pequeña casucha las diferentes aventuras de La pequeña Lulú, El Vaquero, Kalimán, Dinastía, Memín, Águila Solitaria, y por supuesto, Condorito y Mafalda. Las historietas se encuentran revueltas entre libros y revistas de todos los tiempos, que en realidad sostienen las ventas y el local porque 'los 'paquitos' ya no se venden como antes'.
'La tecnología mató a los paquitos. Antes esos pelaos desordenados, a los que la mamá les pegaba porque eran calillas, se distraían leyendo, se empeliculaban y se metían en el paquito con las historietas, pero ya no', expresa Agudelo, quien heredó el negocio de su padre, a quien acompañaba en el local desde que tenía 15 años.
Agudelo recuerda que veinte años atrás, su padre y otros colegas alquilaban y vendían exitosamente las series de cómics, que salían al mercado semanalmente. En ese entonces el centro de la ciudad contaba con espacios de sillas y mesas para que los niños y fanáticos de estas historietas pasaran horas leyendo, cuenta.