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Cuando el creador de Macondo decidió que uno de los principales personajes del pueblo fuera un acordeonero, estaba reconociendo la importancia capital que la música vallenata ha tenido en la cultura de la costa Caribe y de Colombia.

No hay otro caso colombiano que comparársele pueda: ni el tango en Antioquia, ni el bambuco en el altiplano de Cundinamarca y Bogotá, ni la cumbia en el litoral Atlántico, ni en el arpa en los Llanos Orientales y ni siquiera la salsa en Cali.

El vallenato ha sido por excelencia símbolo e identidad de esa región que abarca partes del Cesar, del Magdalena, de La Guajira y del antiguo departamento de Bolívar. Ahora, a raíz de su difusión internacional, es también emblema de Colombia.

A fines de 2015 la Unesco lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad, título que solo se confiere a fenómenos culturales de especial significación. Aureliano Segundo nunca llegó a soñar que sus notas volarían tan alto, y seguramente García Márquez tampoco. Pero no hay que sorprenderse: ya en 1975 el crítico uruguayo Ángel Rama señalaba la importancia de estudiar los vínculos entre el vallenato y la obra de Gabo para comprender mejor el mundo de Macondo.

La música y la cultura vallenata circulan hoy por el mundo, como lo reconoce el organismo de la ONU. Carlos Vives y el grupo La Provincia figuran entre los más cotizados artistas en español. Sus conciertos llenan plazas y sus discos se disputan los primeros lugares en ventas y han sido merecedores de los máximos premios de la música.

La teleserie Escalona consiguió fieles audiencias en varios continentes y abrió las puertas a otras series sobre la cultura vallenata, su música y sus artistas. Muchos otros acordeoneros e intérpretes reciben invitaciones para presentarse en distintos países de América y Europa. Notables cantantes populares como Joan Manuel Serrat, Paloma San Basilio, Julio Iglesias y Gloria Estefan han acudido a los discípulos de Aureliano Segundo para incorporar el sonido del acordeón en sus nuevos discos. Un colombiano, Israel Romero, ganó en 1988 en Estados Unidos el concurso mundial de acordeoneros. Y los prestigiosos premios Grammy han ampliado sus categorías para abrir espacio a la música vallenata.

Lo curioso es que el auge del vallenato más allá de sus fronteras regionales es relativamente reciente: no llega a un siglo. En cambio, las raíces de los cantos se hunden en el siglo XIX. De acuerdo con algunas investigaciones, hacia 1880, e incluso antes, se escuchaban ya en la zona de Valledupar puyas, sones y merengues interpretados con acordeón, caja y guacharaca.

Se considera que la más antigua referencia a la música de acordeón data de 1880, cuando el periodista guajiro Florentino Goenaga relata una fiesta celebrada con este instrumento en 1875. Tres años después, el viajero francés Henri Chandelier narra un festejo que presencia en Riohacha, donde ya aparecen juntos el acordeón, la caja y la guacharaca.

En 1940, el cronista Antonio Brugés Carmona (1911-1956) menciona que medio siglo antes ya se oían puyas, merengues y cumbias en la costa Atlántica. Con lo cual es posible decir que el vallenato es largamente centenario, lo que lo hace contemporáneo del bolero.

Esto no significa que hubiera ocupado siempre el lugar preponderante que hoy llena en la música nacional, en el interés de los colombianos, en el negocio de discos y conciertos ni en los comentarios de prensa y libros. Es posible calcular que en los últimos veinte años se han editado decenas de libros nuevos sobre esta clase de música, muchos más que en el siglo precedente (...).

No pocos artistas han conseguido jugosos éxitos interpretando música y letras que no pueden llamarse con propiedad vallenatas porque niegan sus cánones, su instrumentación y sus matrices rítmicas. Las orquestas y conjuntos de la mal llamada Nueva Ola recogen sonidos de acordeón y eventualmente otro u otros instrumentos de raigambre clásica a manera engañosa denominación de origen. Algunas de estas figuras, como Fonseca, son compositores de talento; otros, como Jorge Celedón y Peter Manjarrés, vocalistas reconocidos. Su obra aumentará el repertorio tropical, pero, salvo algunas incursiones afortunadas en el vallenato clásico, mal pueden escribirse en la tradición que atesora los cantos de Escalona, de Leandro Díaz, de Alejo Durán, de Carlos Huertas, de Adolfo Pacheco...

Por: Leidys Ríos López - La colección de música vallenata cumple dos décadas

Hace 20 años, el vallenato llegó a su centenario y para celebrarlo surgió un proyecto que tenía como objetivo rendir homenaje a este género clásico. Los escritores Daniel Samper Pizano y Pilar Tafur cumplieron la labor de curadores de ‘Cien años de vallenato’, una colección de música vallenata que se dividía en dos partes: un librillo y seis CD.

Los discos reunían los cien mejores cantos del vallenato y el libro relataba la historia de este género musical y la de cada una de las canciones. Así mismo, estudiaban a los principales compositores e intérpretes del género.

Este año, esta pareja de estudiosos del vallenato presentó en la Feria del Libro de Bogotá la segunda edición de este gran trabajo, que ahora opta por el formato libro-disco.

En cuanto a la música, esta ha sido remasterizada, es decir, que ha pasado por un proceso en que se mejora la calidad del sonido con técnicas de laboratorio de última generación. También se incluyeron siete canciones, entre ellas ‘La cañahuatera’, de Isaac Carrillo, y otras de intérpretes de interior del país como ‘La plegaria vallenata’, del antioqueño Gildardo Montoya.

Por otra parte, el texto ha sido actualizado y extendido para abarcar la importante transformación y promoción que se ha registrado del vallenato en los últimos tiempos; por ejemplo, el reconocimiento de la Unesco al vallenato como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Adicionalmente, como texto introductorio, el libro recoge el discurso de ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua de Juan Gossaín y Daniel Samper Pizano, donde se resaltan notas y versos que Gabriel García Márquez plasmó en su obra ‘Cien años de soledad’.

‘100 años de vallenato’ es, así, 'un manual indispensable para entrar en el mundo del vallenato', como lo señaló Humberto Moreno, encargado de escribir el prólogo de esta nueva edición.