Uno de los icónicos vestidos de la historia reciente de Norteamérica fue lucido por la entonces Primera Dama de Estados Unidos Jackeline Kennedy el fatídico día de la muerte del mandatario.
Al celebrarse los cincuenta años del asesinato del líder político, el diario español El Mundo se dio a la tarea de buscar el paradero de la falda y la chaqueta rosa de Chanel que llevaba Jackie Kennedy la fecha del magnicidio. Según el diario las prendas están guardadas en una habitación secreta de los Archivos Nacionales en una pequeña ciudad de Maryland.
El vestido todavía se conserva con las manchas de sangre en una caja libre de ácidos y a humedad constante con su blusa, zapatos y bolso azules. Las medias de aquel día están envueltas en una toalla blanca. No se pueden exponer hasta 2103.
Al recordado traje de la primera dama no tienen acceso ni los expertos de los Archivos. Jackie quiso que fuera así. En julio de 2003, Caroline Kennedy, la heredera, firmó un papel por deseo de su madre para donar todos los derechos del traje a cambio de que estuviera guardado y lejos de la vista de cualquiera durante otros 100 años.
'Esta restricción es única', explicó Miriam Kleiman, portavoz e investigadora de los Archivos Nacionales. Una de las pocas personas que ha visto el traje en los últimos años es Martha Murphy, la encargada del acceso especial de los Archivos. Ella sólo comenta que la ropa está en 'buenas condiciones'.
Cuando su marido fue asesinado, Jackie se negó a quitarse el traje ensangrentado durante horas. Su secretaria le había preparado un vestido limpio cuando llegó al Air Force One para el juramento de Lyndon Johnson, pero la primera dama lo rechazó. 'No, deja que vean lo que han hecho', replicó.
Llegó a la Casa Blanca a las cinco de la mañana del día siguiente con el mismo traje que el presidente le había pedido que llevara en su visita a Dallas. John Kennedy decía que Jackie estaba 'espectacular' con él.
La primera dama se lo había hecho a medida en una tienda de Park Avenue en Nueva York llamada Chez Ninon, que recibió la tela, los botones y el patrón directamente de Chanel. Jackie lo había llevado en público en al menos otras seis ocasiones, entre ellas un viaje a Londres y un reportaje en la revista Life.
A Jackie le gustaba la marca francesa, pero se había acostumbrado a comprar los trajes adaptados en la tienda neoyorquina, cosa que complacía a su suegro, que prefería que la primera dama luciera trajes hechos en Estados Unidos. Con información de El Mundo.