Nuestro objetivo es transformar las regiones y elevar la calidad de vida de las personas más pobres y vulnerables. Nos enfrentamos al desafío de fortalecer la colaboración con los actores locales para construir tanto infraestructura física como social, que permita ponerle fin al hambre y avanzar hacia un desarrollo más justo y sostenible.
El hambre es una gran ignominia que afecta directamente la salud de las personas, limita el crecimiento y el desarrollo intelectual de los niños y, lamentablemente, se agrava con las coyunturas sociales y climáticas.
Seguimos naufragando en esta lucha que cada año se cobra la vida de cientos de menores, víctimas de una vergonzosa indolencia estatal y privada. ¿Hasta cuándo?
Soberanía alimentaria, apoyo al campesinado y rechazo a las guerras de Gaza y Ucrania y Rusia, planteó.
Pese a los llamados de la ONU y de sus agencias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unicef, que anticipan desgracias aún peores al advertir que el 80 % de las personas en riesgo de morir de inanición de todo el mundo se concentran en Gaza, Israel no accede a levantar los férreos bloqueos impuestos al ingreso de ayuda humanitaria por los pasos terrestres, como el de Rafah, frontera con Egipto. Ante la imposibilidad de entregar asistencia inmediata, continua y segura en toda la Franja, el hambre se extiende sin piedad, ensañándose con los más vulnerables.