El Heraldo
Lleva una vida enfocada en el confort y el descanso. Cortesía
Sociedad

Giancarlo Mainero, una vida con mucha pasión y color

En entrevista con EL HERALDO, el arquitecto cartagenero contó cómo fue su proceso para descubrirse a sí mismo a través de las artes. 

Ininterrumpidamente el trazo de la vida de Giancarlo Mainero ha estado delineado por el color y la creatividad. 

En medio del camino interior que le ha tocado recorrer para encontrarse consigo mismo, su clave siempre ha sido una constante, dejarse guiar por la sensatez de sus pasiones. 

Sentido propio que lo ha llevado a fijar especial atención a los detalles, aquellos que él mismo cataloga como el placer de las simples cosas.

Y es que entre la multiplicidad de las facetas que rodean a Mainero, una especie de aura espiritual salta indómitamente en la conversación, e instalada con gran comodidad, devela sin duda alguna parte de su sello personal. Uno que también se refleja en lo material.  

Quizá un poco alejado del pragmatismo y la rigurosidad con la que este se preveía a sí mismo queriendo ser médico pediatra, Giancarlo decidió romper los esquemas de lo establecido para dejar crecer su sensibilidad.

Este férvido apasionado por las expresiones artísticas, nació en el seno de una familia tradicional cartagenera, en el que las influencias de sus raíces italianas siempre estuvieron presentes en el hogar.

Orientado a cumplir con sus compromisos académicos, la infancia y adolescencia de Giancarlo transcurrió con normalidad. Y aunque su relación con sus hermanos no era tan cercana por la brecha generacional, sus padres siempre se preocuparon por propiciar espacios de unidad al compartir la mesa.

A sus 37 años, Mainero mira a la distancia el camino que hasta ahora se le ha sido permitido transitar y recuerda de forma anecdótica que siempre fue visto como atípico.

“Pese a lo normativa que era la sociedad en esa época siempre fui mucho más artístico y creativo, además de ser muy receptivo y sensible. Por lo que me incliné por la pintura y el diseño, cosas que al final vencieron en mí y me llevaron a dedicarme al interiorismo”.

Una vez egresado del colegio tomó la decisión mudarse a Bogotá y superando un par de inquietudes entró a la Universidad de los Andes donde hizo carrera para ser arquitecto.

Encontrando sus raíces

Durante su pregrado tuvo tan destacado desempeño que uno de sus profesores lo invitó a que trabajaran juntos un año antes de tomar grado.

“Arquitectura me motivaba muchísimo, y es que me causaba fascinación todo lo que podía hacer,  por lo que naturalmente me destaque y mi profesor me lleva a trabajar con él sin haberme graduado, lo que me ayudó a poder entrar directo a hacer una maestría”. 

Al salir de la universidad Mainero aplica a la maestría en Urbanismo e Interiorismo de la Domus Academy, una de las escuelas de diseño más prestigiosas en Milán, Italia.

“Al salir de la universidad ya tenía claro en lo que me quería especializar y pasar en la escuela de Milán no solo me permitió llenarme de nuevos conocimientos, sino también reencontrarme con mis raíces italianas, muy ligadas a los estilos abiertos, cálidos y familiares”.

Descubriendo su esencia

Al finalizar sus estudios posgraduales regresa a Cartagena, donde trabaja por poco más de una década para diferentes firma constructoras de viviendas multifamiliares. Agotado de desarrollar solo diseños que obedecían a un solo tipo de tendencia, Mainero renuncia para encontrar su estilo propio.

“Descubrir lo que hago ha sido todo un reto, yo creo que a todos los que pensamos desde la creatividad nos pasa lo mismo, nuestras ideas son muy cambiantes, pero la corriente de lo ecléctico es sin duda lo mío, la mezcla de estilos clásicos con modernos, combinar materiales, texturas, colores, todo me da espacio de crear y eso me apasiona”. 

Asimismo Mainero, entre carcajadas también confesó que ese estilo de diseño que usa en su trabajo también hace parte de su vida. 

En cosas tan simples como el vino, otra de sus pasiones, a la escogencia de tintos o blancos la hace según la ocasión. 

“Cuando se crece ese niño con ganas de explorar las artes y se logra consolidar en el hombre arquitecto que descubre una gran pasión por el interiorismo, entonces ahí todo el arte y la creatividad fluye”, declara.

Otro de los principios que el arquitecto considera clave en su proceso es la oportunidad de mantenerse siempre a la expectativa de lo que se puede aprender.

“La vida es un constante ciclo de aprendizaje, en el cual se debe procurar siempre estar atento a las novedades”.

El estilo del buen vivir

Dentro de su cosmovisión, uno de los imperativos con mayor carácter de importancia y que sin duda alguna demarca la esencia del arquitecto, es la relación con el descanso y la conexión con su entorno. 

Y es que mucho más allá del ocio, la inspiración de Mainero se centra en la cultura del arte del buen vivir como estado pleno de ser humano. Por ello, su también destacado respeto por los animales y la naturaleza.

Actualmente Giancarlo trabaja en nuevos proyectos que buscan generar bienestar en sus clientes y presentar una oferta de diseño basada en la atención en los detalles para crear espacios únicos, para personas únicas.

De igual forma, por su trabajo ha tenido la oportunidad de ser el encargado de diseñar la casa de varias personalidades distinguidas del Caribe colombiano.

Por otra parte,  desde su estudio se ha convertido en un abanderado del arte, “Si tuviera que resumir mi vida tendría que decir que es arte. Por ello y casi sin darme cuenta el estudio también se ha convertido en un espacio para comercializar arte, y es que al final ni siquiera importa de dónde viene, si quizá de las manos de un pintor reconocido o aquellos cuadros que se compran en la calle, lo realmente valioso es considerar que el arte siempre será la expresión más íntima del ser humano”.

En su perspectiva, cualquier manifestación artística posee un gran valor inmaterial, solo por el hecho de manifestar la intención más profunda del ser humano. “Sin duda el arte, en cualquiera de sus expresiones, siempre mostrará la intención más intima del ser”.

Finalmente, Mainero añadió que para aquellos que consideran el arte algo complicado y a lo que no le encuentran explicación, precisó que simplemente “el arte no tiene explicación, sino que solo debe disfrutarse tal cual se interprete de forma personal”.

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