Brillo, opulencia e historia en la gala del MET
Más allá de las formas rimbombantes y la extravagancia, algunos artistas hicieron distintos homenajes a través de sus vestidos.
Como ya es tradición, cada primer lunes del mes de mayo se reúne un popurrí de astros provenientes de los mundos de la moda, el entretenimiento, la política, la música, el deporte y la cultura en un mismo espacio que desborda brillo, lujo, exceso y glamur: la gala del MET.
Conocida como el Super Bowl de la moda, este (ultra) exclusivo encuentro anual busca recaudar fondos para el Instituto del Traje del Museo Metropolitano de Arte de la ciudad de Nueva York bajo una temática y un código de vestimenta que varía de acuerdo a la exposición de turno.
La de esta primavera, titulada ‘In America: An Anthology of Fashion’ (En América: una antología de la moda), es una exposición de dos partes que explora la moda en los Estados Unidos y que desde el pasado sábado 7 de mayo muestra vestidos de hombre y mujer que datan desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad y que profundiza en los tiempos de la edad dorada del país norteamericano, un periodo de bonanza económica comprendido entre los años 1870 y 1890.
Los trajes están ambientados en una especie de escenas cinematográficas instaladas en habitaciones de época producidas en colaboración con notables directores de cine como Sofia Coppola, Martin Scorsese y Tom Ford.
El código de vestimenta para la gala de este año fue ‘Gilded glamour and White tie’, una temática que fue interpretada desde distintos ángulos de la historia por los asistentes, quienes rindieron homenaje a los lugares, la cultura y el legado estadounidense.
La actriz Blake Lively, una de las anfitrionas de la gran noche, decidió celebrar la arquitectura y el arte de Nueva York con un exquisito vestido elaborado en un tul recamado con cristales, cuero metálico y satín firmado por Versace.
El traje, que en un santiamén y desenredando un enorme lazo cambió de tonalidades, emulaba la transformación de la Estatua de la Libertad, que en un principio era de color cobre cuando se entregó en 1886, pero que, con el tiempo y debido a su oxidación, pasó a ser verdigris.
Además, la larga cola del vestido contó con un mapa celeste pintado y bordado a mano, inspirado en las doce constelaciones del zodiaco que decoran el techo de la Grand Central Station de Nueva York. “En lugar de mirar la moda, me fijé en la arquitectura de Nueva York”, explicó Blake Lively sobre su vestido.
Por su parte la cantante Billie Eilish llevó un vestido Gucci con corsé y escote cuadrado, diseñado con una fuerte inspiración en la pintura de 1885 ‘Retrato de Madame Paul Poirson’. Si bien la modelo era francesa, la pintura fue creada por el artista estadounidense John Singer Sargent.
El aplaudido vestido Oscar de la Renta usado por Katy Perry en la Met Gala 2022, se inspiró en la famosa pintura donde aparece Agnès Sorel, francesa que vivió de 1410 a 1440 y fue conocida como “la amante preferida” del Rey Carlos VII de Francia.
En solidaridad con víctimas de abuso sexual
Otra de las protagonistas de la noche, como es de costumbre, fue Sarah Jessica Parker. La estrella de Sex and the City y de la secuela And Just Like That impactó con un vestido bicolor diseñado por Christopher John Rogers, quien es considerado una de las nuevas y grandes promesas del diseño.
El ajuar buscaba rendir homenaje a Elizabeth Keckley, una modista que se convirtió en una pionera en la historia de la moda estadounidense pese a todo pronóstico, ya que nació en 1818 en el seno de la esclavitud, probablemente como resultado de un embarazo provocado por una violación a su madre, que era esclava, por parte de un coronel de apellido Burwell.
Elizabeth, quien desde niña había sido maltratada, esclavizada y violada, aprovechó sus habilidades como costurera para salir adelante y moldear una exitosa carrera que más tarde la llevaría a ejercer como modista de la primera dama Mary Todd Lincoln, esposa de Abraham Lincoln.
El vestido que utilizó Sarah Jessica Parker es trascendental y cobra relevancia en este contexto ya que, de hecho, piezas de Elizabeth Keckley hacen parte de la exposición, que también reconoce su legado.
El desafío de Kim Kardashian
Mientras tanto, otra que quiso desempolvar atavíos para homenajear la cultura norteamericana fue Kim Kardashian, quien se enfundó en el mítico vestido que utilizó Marilyn Monroe cuando le cantó el feliz cumpleaños al expresidente John F. Kennedy.
“La idea realmente se me ocurrió después de la gala en septiembre del año pasado. Pensé, ¿qué habría hecho por el tema americano si no hubiera sido el look de Balenciaga?, ¿qué es lo más americano que se te ocurre? Y [la respuesta a] eso era Marilyn Monroe”, dijo Kardashian para la revista Vogue.
Pero la logística para lucir este vestido fue de proporciones impensables, ya que se trata del que, hasta el día de hoy, tiene el récord de ser el vestido más caro vendido en una subasta, además de considerarse una reliquia tangible de la historia de Estados Unidos.
El traje, que se conserva en una bóveda oscura que se controla a una temperatura y una cantidad de humedad exacta, viajó escoltado y en un avión privado desde Florida hasta la casa de Kardashian en California, quien además tuvo que usar guantes para medírselo.
Ya entrada la gala, a Kardashian le tocó llegar en bata al museo, en donde la esperaba, en un pequeño probador organizado exclusivamente para la ocasión, un conservacionista del Ripley’s Believe It Or Not Museum, quienes actualmente tienen la pieza en su poder.
Allí se cambió, salió a la alfombra en donde la esperaban las cámaras, subió las escaleras y de inmediato se lo quitó. Solo fue usado por unos breves instantes. Lo que lució luego fue una réplica exacta con el fin de no poner en riesgo la icónica prenda de vestir.
Entre los demás invitados que asistieron también se destacaron algunos como Rosalía, Evan Mock, Gigi Hadid, Janelle Monáe, Kaia Gerber, Billie Eilish y los reyes de la noche, Anna Wintour y Hamish Bowles, de la revista Vogue.
