Barichara, un destino cultural nacido de la tierra
Actividades como la elaboración de la tapia pisada, pintura con arena, elaboración de canastos y la visita a lugares emblemáticos hacen de este municipio el destino predilecto para los viajeros amantes de la cultura.
“El pueblito más lindo de Colombia”. Así definen su tierra los baricharas, conocidos como “patiamarillos”, término que se les atribuye debido a que los nativos permanecían con los pies descalzos sobre la tierra que tiene un característico color entre amarillo y rojizo.
De esquina a esquina los visitantes se encuentran con una arquitectura colonial, una obra de arte invaluable.
Es un pueblo que nació de la tierra y se engalana entre las majestuosas montañas santandereanas.
Su clima templado seco es un atractivo para propios y extranjeros.
Son más de tres horas y media de viaje de Bucaramanga a Barichara, marcada por el recorrido por las curvas de Pescadero —un tormento para algunos pasajeros—, un tramo que está a 600 metros sobre el nivel del mar y que hace junte con la corriente del río Chicamocha.
Una obra de arte
Sus calles empedradas dan la bienvenida y son la primera impresión de todo su encanto. En carro o caminando, a simple vista resaltan los colores de las puertas de las casas que se juegan entre matices de azul, verde y terracota.
Las casas están construidas con tapia pisada, una técnica ancestral de edificación en tierra que consiste en construir muros que se compactan a golpes mediante el uso de un pisón dentro de un encofrado.
Esta opción, según cuentan los mismos moradores, permite tener un ambiente más fresco en las casas.
Las tejas son de barro, en algunas entradas reposan unos faroles y los balcones de madera también conforman esa arquitectura colonial digna de admirar.
Al llegar al corazón del municipio, la plaza, la iglesia de la Inmaculada Concepción de Barichara (construida en 1838) se impone ante el arborizado paisaje. Su distintivo color se juega entre un amarillo brillante y un tono arcilloso. Allí también está ubicada la Alcaldía del municipio y el parque en el que reposa un monumento del expresidente Belisario Betancur.
Alrededor de la plaza están ubicados algunos establecimientos como venta de artesanías, restaurantes y tiendas. En la zona se mueve un tipo de vehículo en particular, se trata de los tuc tuc —conocidos en la Costa como motocarros— que en sus servicios hasta ofrecen recorridos turísticos.
En dialecto guane, Barichara significa lugar para el descanso, y es que precisamente eso transmite: paz, reposo y una imperturbabilidad casi imposible de creer.
Barichara fue declarado Monumento Nacional en 1975 y tres años después Patrimonio Cultural de la Nación.
Santander se caracteriza por tener una amplia variedad de arenas que tienen diferente color.
En Barichara es roja; en San Gil es amarilla; en Guane es negra; en Lebrija es rosada; y en Aratoca es blanca.
Si hablamos de su gastronomía no pasan desapercibido la arepa santandereana, el cabrito asado, la pepitoria, el masato, hormigas culonas, la chicha de maíz, el sabajón, el dulce de leche de cabra cortada, entre otros.
De hecho, el exterior de la casa de la familia Madrigal y las calles que se presentan en la exitosa película de Disney Encanto están inspiradas en la colorida arquitectura de Barichara.
Planes únicos
¿Cómo se hacen las tejas? Esta es una de las preguntas que se formulan los visitantes que se pasean por las calles y que ven que las fachadas tienen algo en común: los techos.
La elaboración de las tejas de barro es una herencia familiar en las veredas de Barichara que se remonta a hace más de 300 años.
Con el tiempo han surgido moldes para facilitar el trabajo de los artesanos que las fabrican. Así lo explicó Nilson Romero, quien vive en la vereda Guayabal y hace más de 30 años se dedica a este oficio junto a sus hermanos.
Para dar con la arcilla, la arena se recolecta de varias zonas del pueblo, posteriormente en un pozo adecuado de barro ponen por cuatro horas a un buey a pisar la tierra hasta dar con la mezcla deseada.
Esta actividad artesanal es la principal fuente de sustento de los Romero y de más de 60 familias de esta zona.
A Nilson le llena de orgullo saber que ha puesto “su granito de arena” para la construcción de muchas casas en Barichara y municipios aledaños, incluso en otros países, pero también manifiesta con tristeza que “ya las personas no buscan este material y las nuevas generaciones no quieren seguir la tradición”.
Por otro lado, uno de los planes imperdibles en “el pueblito más lindo de Colombia” es la caminata ecológica. Un camino pedregoso conecta a Barichara con el municipio de Guane.
Son 5.5 kilómetros (traducido en más de dos horas caminando) rodeados de la preciosa y sublime naturaleza que los viajeros pueden atravesar para encontrarse con ese otro tesoro que guarda Santander.
Este sendero, llamado Caminos Reales, conecta a los municipios cercanos a Barichara a través de 87 kilómetros.
Al llegar a Guane, entre las diferentes casas de artesanías y negocios, una de ellas llama la atención.
Santiago Rivero y su esposa Lina Pieruccini abren las puertas gigantes de su hogar, la Casa Taller de la Tierra, para recibir a los turistas que llegan atrapados por el concepto de las artesanías hechas de tierra.
Son varias las opciones que las personas pueden escoger: hacer un cuadro con pintura de tierra, cuyos colores se dan gracias a la mezcla de las diferentes arenas de Santander con un componente químico para que se adhiera al lienzo; una artesanía en miniatura con la que se puede fabricar tapia pisada; un imán de adorno hecho con diferentes arenas; o una botella que encapsula todas las arenas del departamento.
Para quienes prefieran disfrutar de una vista inigualable —y vivir un poco de adrenalina— pueden dirigirse al Salto del Mico, el mirador más famoso de Barichara, un punto donde se puede apreciar el Cañón del Río Suárez y los pueblos de Zapatoca y Galán. Su arena amarilla fácilmente se puede hermanar con los fuertes rayos del sol que custodian el mirador en las horas de la tarde.
Irse de Barichara sin haber conocido el rancho de Canastos Don Nico es imperdonable.
En la vereda El Caucho, en la casa de la señora Eulalia Viviescas, se elaboran canastos con el bejuco conocido como Pedro Alejo.
Don Nico, padre de Eulalia, fue el creador de este elemento artesanal, quien gracias a una tarea para el colegio de su nieta tuvo que fabricar por primera vez en su vida, a los 78 años, un canasto.
Tras su muerte, su descendencia decidió continuar con el legado.
Con el paso de los años se convirtió en una fuente de ingresos para la familia Viviescas y hoy ya se posiciona como un emprendimiento que ha tenido protagonismo en ferias nacionales e internacionales. Los visitantes pueden llegar hasta este lugar para hacer sus propias artesanías.
Avanza el municipio
“Barichara hasta este momento recibe entre 12 mil y 15 mil personas semanalmente. Contamos con más de 280 hoteles y casas de hospedaje, alrededor de 50 restaurantes, tenemos almacenes de artesanías y souvenires que rondan los 50. En ese sentido creo que la estructura económica del municipio desde hace varios meses viene girando alrededor del turismo”, dijo el alcalde de Barichara, Alfonso Rodríguez.
“Hemos cuidado con suma entereza el tema de lo colonial y de lo antiguo”, destacó el mandatario municipal.
Por su parte, el secretario de Cultura de Barichara, Reynaldo Pérez, señaló que se han enfocado en la oferta de turismo cultural.
“Esa oferta está expandida a lo largo y ancho de las veredas, el centro poblado Guane y el casco urbano de Barichara, donde mostramos la esencia y la identidad del municipio”.
