Hay luto en el municipio de San Juan Nepomuceno, Bolívar, y de paso en el mundo gastronómico. Este jueves, a los 94 años de edad, falleció María Narcisa Bustillo Martínez, una mujer que con sus manos, su alma generosa y una receta cargada de amor logró traspasar la frontera del tiempo y convertirse en un verdadero símbolo de identidad para su pueblo y toda la región de los Montes de María.
Bajo el hirviente sol bolivarense, en una modesta casa de esquina del barrio San José, frente al cementerio del pueblo, esta matrona amasó durante más de seis décadas uno de los mayores tesoros de la tradición gastronómica costeña: las galletas ‘María Luisa’, esas que se llaman así en honor a una pariente que le ayudaba a venderlas.
Con una mezcla única de galleta, merengue y un toque de dulce de leche, esta creación casera conquistó primero a sus vecinos, luego a los comerciantes del municipio, y más tarde a quienes llevaban consigo el sabor de San Juan Nepomuceno por toda la Costa Caribe y el país.
Pero más allá de la receta, doña María se convirtió en símbolo de lucha, ternura, esperanza y dignidad. En un territorio golpeado por el conflicto armado, su cocina le sirvió de refugio y sus galletas terminaron siendo el producto que conectó a generaciones enteras con la calidez del hogar.
Sabor a tradición
Todo comenzó una tarde cualquiera, con un gesto sencillo y espontáneo. “Mi abuela me contaba que un día, después de amasar pan, le quedó un dulce y le dijo a mi abuelo: Vamos a hacer una galleta. Tomó las galletas que tenía, les puso dulce de leche y merengue, y las coloreó. Al día siguiente las vendieron en las tiendas del pueblo y se volvieron un éxito”, cuenta a EL HERALDO Andrea Barrios, su nieta y hoy guardiana del legado familiar.
El esposo de María Narcisa, don Eliezer Hernández, fue su compañero de vida y de emprendimiento. Juntos criaron tres hijos, y también a Yarima, una hija de crianza que la acompañó hasta el último día. Con el paso de los años, la fama de las galletas ‘María Luisa’ creció a fuego lento, pero con sabor profundo.

“Las llevaban a pueblos vecinos, a ciudades cercanas, y la gente comenzaba a pedirlas como lo típico de San Juan”, relata Javier Rolando Estrada, quien junto a su esposa Andrea están al frente de este legado gastronómico.
Doña María no solo hacía galletas. También preparaba pan de yema, pastelitos, bizcochos, pero la ‘María Luisa’ fue, sin duda, su producto insignia. “Esa fue su creación estrella, era la favorita de todos, la que la convirtió en leyenda”, agrega Javier.
Una vida dedicada a servir
La historia de María Narcisa va más allá de la cocina. En su comunidad fue un pilar, una mujer que, desde su humilde tienda, construyó tejido social. “Era una dadora alegre, todo el que llegaba a la tienda se llevaba una sonrisa y, muchas veces, una galleta. A veces no tenía con qué pagar, pero eso no importaba”, recuerda Andrea.
El testimonio se repite en el barrio San José, donde vecinos, amigos, niños y jóvenes que alguna vez recibieron una galleta como agradecimiento cuentan historias de generosidad. “Ella ayudó a criar a muchos muchachos del barrio. Abría las puertas de su casa para el que necesitara comida, refugio o una palabra amable. No solo fue madre de sus hijos, sino de toda una comunidad”, cuenta Javier.
Y es que la ‘María Luisa’ no solo fue un éxito local, alcanzó reconocimiento nacional y, en algunos eventos, hasta internacional. “La Miss Universe Colombia Laura Olascuaga, que tiene raíces en San Juan Nepomuceno, llegó a llevarlas a eventos por fuera del país. Las mostraba con orgullo, como símbolo de nuestra cultura”, asegura la periodista sanjuanera Marianella Ramos.

Un legado que no se apaga
Después de la muerte de su esposo, y tras una caída que le fracturó la cadera, doña María se alejó poco a poco del fogón. Sin embargo, hace un año su nieta Andrea decidió recuperar la receta escrita a mano por su abuela y volver a hornear. “No quisimos cambiar nada, solo modernizamos el empaque, conservando el sabor de siempre. El secreto sigue siendo el mismo: el amor”.
Hoy, cada fin de semana, Andrea y su familia preparan entre 200 y 300 galletas. Todas se venden. Las redes sociales aún no han llegado del todo al negocio, pero los pedidos por voz a voz no paran. “Lo estamos haciendo a nuestro ritmo, con respeto y fidelidad al legado. Mi abuela decía que no se trataba de hacer plata, sino de regalarle un momento de felicidad a cada persona que probara su galleta”, cuenta.
El alcalde de San Juan Nepomuceno, Guido Figueroa, también exaltó su memoria. “Cuando se habla de San Juan, se habla de la ‘María Luisa’, y eso es hablar de doña María Bustillo. Su nombre es parte de nuestra identidad, hoy nos duele su partida, pero agradecemos su legado”.