Desde diciembre del año pasado hay algunas palabras nuevas, que antes se consideraban incorrectas o mal dichas, en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia y de la Asociación de Academias de Lengua Española.
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Algunas de ellas son: zotehuela, parrillar, un pósnet, rapear, un sérum, tutti frutti o yuyu.
Sin embargo, hay otras que ya también fueron incluidas en el diccionario que realmente llamaron la atención: “almóndiga”, “toballa” y “murciégalo”.
Para entender por qué estás palabras fueron incluidas y si es o no correcto decirlas, hay que saber que el diccionario es un diccionario de uso, es decir, que para determinar si un término está asentado y podría incorporarse, existen bancos de datos que proporcionan sus datos exactos, como es el caso del CORPES XXI. Eso lo que permite es saber si el término en cuestión está extendido o no.
Si los datos demuestran que el término está extendido, sea por una zona geográfica, o un estilo en particular, se incluye en el diccionario. Pero, lo más documentado no siempre es lo más culto, es decir, lo correcto.
“El diccionario es una herramienta para entender el significado de las palabras y expresiones que se emplean en textos actuales y antiguos de las numerosas áreas hispanohablantes y de los distintos registros”, dice la Real Academia Española.
También señala: “Trata el diccionario de recoger exclusivamente las palabras y acepciones de nueva creación que se consideran extendidas y asentadas en el uso de los hablantes. De ahí que muchos neologismos de creación muy reciente no generalizados deban esperar para poder incorporarse al diccionario”.
La explicación también habla de lo que se le llama términos vulgares o coloquiales, que son ajenos a los usos de la norma culta, porque serían inadecuadas.
Por esto se reitera, que sean incluidas en el diccionario no significa que deje de ser vulgar. En el diccionario aparecen términos que se conocen como vulgarismos, que se identifican con las abreviaturas como vulg. (vulgar) o coloq. (coloquial).
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“En general, solo se pueden encontrar en el diccionario algunos de los vulgarismos que se incluyeron en siglos pasados y que hoy, como mucho, siguen usándose en niveles de lengua bajos. Así, almóndiga entró en la primera edición del diccionario (en 1726), donde ya se consideraba una variante corrupta y sin fundamento de albóndiga”, explica la RAE.
En el caso de almóndiga, aparece: 1. f. desus. Albóndiga. U. c. vulg. Es decir, que es femenino, pero también vulgar y en desuso. No pertenece a la norma culta. “No debe usarse la forma almóndiga, propia del habla popular de algunas zonas”, se lee en el Diccionario panhispánico de dudas.
Otro ejemplo es murciégalo, que según la RAE “entró ya en 1734 como variante válida e incluso preferida de murciélago (…) y fue solo en ediciones posteriores cuando adquirió la marca de vulgar y desusada, según fue cayendo en desuso en la lengua culta general”.