La llegada del nuevo siglo a Amado Villafaña Chaparro lo que trajo no fue lo que quizá imaginaba. Mientras en su sabiduría espiritual esperaba un inicio de la mejor manera, el conflicto armado le arrebató cualquier deseo a este indígena arhuaco, que para el 2002 le tocó salir huyendo, desplazado de la violencia, desde su territorio en la cuenca del río Guatapurí hasta Santa Marta.
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Allí, en ese momento, su vida hizo un clic que no creía que debía hacer, pero que lo convertiría el pionero del cine documental arhuaco, con el objetivo de mostrar lo que sucedía en su territorio y la visión de los indígenas sobre el mundo.
“En el 2002 hay un enfrentamiento muy cerca de mi casa, del Ejército y el ELN, y después de ese enfrentamiento terminé como objetivo militar del ELN y eso es lo que hace que yo salga desplazado. Pero ya iba con la idea de que tenía que visibilizar lo que estaba pasando en la tierra, con una película y un libro”, dice.
De ese momento han pasado más de 22 años en los que se ha dedicado, a través del cine, a llevar ese mensaje de resistencia en unas 20 películas, de las cuales 9 de ellas han sido traducidas al inglés y francés, permitiéndole universalizar su filmografía.
“Uno se da cuenta de que esa gran sociedad no indígena escucha más por los ojos que por el oído, entonces tenía que utilizar estas herramientas que no son propias de la cultura (cámaras), para poder transmitir esas preocupaciones de los mamos a ese hermanito menor (hombre no indígena) que la tecnología lo limita de tiempo y todo debe ser a través de sonido y visión. Entonces la película tenía que ser eso y yo quería que se conozca cómo somos nosotros, cómo pensamos y cuál es la lectura que le damos al territorio”, explica.
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Así, con títulos como Mayores (2009), Nabusímake, memorias de una independencia (2010), Resistencia en la Línea Negra (2011), Naboba: visión ancestral de agua del pueblo arhuaco (2016) e Historia de Shiriwa y Muñí (2018), este pionero del cine ha sido elegido por el Festival de Cine de la Sierra Nevada para homenajearlo por su extensa trayectoria a sus 68 años.
La resistencia de los mamos
Pero, lograr todo lo que ha hecho con una cámara, que lo ha llevado por diferentes países de Europa y Norteamérica, no fue fácil, principalmente porque, como él mismo reconoce, estaba utilizando un elemento no propio de la cultura y que los mamos tuvieron resistencia al uso de la tecnología.
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“Andar con cámara fue muy difícil e internamente en la comunidad también porque no hace parte de la cultura, entonces había esa inconformidad de parte de los mamos, las autoridades, pero bueno, poco a poco por la insistencia se fueron dando cuenta de que es un idioma que hay que utilizar para llegar a esa sociedad no indígena”.
Y eso también fue gracias a la creación de colectivos audiovisuales como Zhigoneshi, en el que unió a los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada: Arhuaco, Kogui, Kankuamo y Wiwa, para entender que esta era una manera de dar un mensaje más universal.
“Los arhuacos han sido los pioneros de la defensa del territorio, el conocimiento y la cultura, siempre y aún seguimos marcando esa diferencia de la domesticación de un equipo que no corresponde a la cultura, pero que también se construyen estrategias de conservar, proteger lo que es la sierra y la cultura”, añade en conversación con EL HERALDO.
Pero la resistencia no estaba solo en los mamos, sino que cuando mostraba lo que hacía, fotos, documentales y demás, se encontraba con las críticas de los fotógrafos no indígenas que se fijaban más en lo técnico que en lo que transmitía.
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“Decían que mal encuadre, mal manejo de luz, esas cosas fueron muy difíciles. Funcionaron más las ganas, la constancia y ya últimamente podríamos decir con satisfacción que los productos son muy bien recibidos en los espacios que se presentan”.
La satisfacción de lo hecho
Con proyecciones en España, Francia, Chile y más a sus espaldas, y este nuevo reconocimiento que recibe en el Festival de Cine de la Sierra Nevada, Amado Villafaña entiende que poco a poco se va cumpliendo ese objetivo que se trazó cuando le tocó dejar la cuenca del río Guatapurí.
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“Es importante que se logren los espacios, se conozcan esas preocupaciones y también podamos comenzar a tocar fibras internas de la gente donde pueda reconocer a la naturaleza como ser viviente con derecho. Entonces pues satisfacción por un lado por lo que inicialmente uno sembró y va cuidando, va creciendo. Entonces yo creo que ese es el propósito de que llegue a escucharse y más que todo como a tocar fibras en el ser humano. Porque lo más importante es la naturaleza, es la que garantiza la vida en el planeta y todos podamos compartir esa responsabilidad con su cuidado”, finalizó el cineasta y fotógrafo.