Sociedad

A 10 años de su partida, al Joe no se le olvida

Familiares, amigos y colegas del ícono de la música tropical colombiana desempolvan sus recuerdos más íntimos luego de una década de su fallecimiento.

Aunque no lo pueda ver, yo siento su presencia a diario. Desde que entré a esa habitación y lo vi sin vida, supe que no estaría en cuerpo presente, pero que permanecería a mi lado. Acepté la voluntad de Dios porque ahora estamos más unidos que nunca”. Con estas palabras Nayalibe Arroyo, hija menor del matrimonio entre Joe Arroyo y Mary Luz Alonso, describe lo que pasa por su mente hoy, cuando se conmemora la primera década de la partida del artista más vendedor de la música tropical colombiana, Álvaro José Arroyo González.

El Joe, como se dio a conocer por el mundo, fue dueño de una voz cargada de sabrosura, esa que recogía la esencia de la barriada y que se apagó el 26 de julio de 2011, a sus 55 años.

Sus familiares, amigos y músicos coinciden en que era mucho lo que aún tenía por dar, pero una falla multiorgánica (sufría de hipertensión, problemas arteriales e infecciones), le produjo un infarto fulminante.

Tras un mes exacto de permanecer hospitalizado en la Clínica La Asunción, a las 7:45 a.m. del martes 26 de julio de 2011, el corazón del Centurión de la Noche dejó de latir, según recuerda a EL HERALDO Luis Ojeda Fontalvo, su último mánager.

La noticia de inmediato se regó como pólvora, algunos no daban crédito a lo ocurrido, debido a que en ocasiones anteriores a través de Facebook corrían rumores de su deceso y al final terminaban siendo desvirtuados por Ojeda o por algunos de sus familiares. Pero en esta ocasión infortunadamente la noticia resultó cierta: la música tropical colombiana se quedaba sin su rey.

“A eso de las 5 de la madrugada mi esposa me dijo que me fuera a la casa a ducharme, porque llevaba dos días sin cambiarme de ropa y me despegué por un momento de la clínica.  Cuando regresé la doctora llamó a Jacqueline Ramón (viuda del Joe) y dejaron la puerta abierta; yo sentí que algo malo pasaba y así fue, el Joe se había ido. Eso fue cruel, yo lo vi por tres minutos y ya le habían quitado algunos cables del pecho. Lo abracé, pero no respondió, le dije ‘Joe levántate mi hermano’, pero nada lo traería de vuelta, eso fue muy cruel”, expresó Lucho Ojeda mientras una catarata de lágrimas resbalaban por sus mejillas.

El hombre que también ofició como su presentador durante 25 años, también rememoró que por esos días estaba al aire la serie televisiva El Joe, la leyenda, que emitió el Canal RCN, producción que les había abierto muchas puertas. “Estábamos felices porque comenzaban a llover los toques, se venía una gira por Estados Unidos, que se había firmado con Jorge Garcés de Caliente Productions. Eran seis presentaciones por Miami, Nueva Jersey, Nueva York y Los Ángeles. El Joe estaba demasiado motivado”.

El Joe Arroyo junto a su hija Nayalibe. Cortesía
Su última presentación

El 18 de junio en la capital de la República, El Rey del Carnaval, realizó su última presentación en el Hotel Dann Carlton. Allí alternó con Hansel Camacho, Checo Acosta y Wilson Manyoma.

“Hicimos un toque a la altura, pese a que ese viaje siempre era ‘cabrón’ porque se quedaba sin aire, pero su estado de ánimo fue el mejor, nadie sospechó que estaba cerca de la hora final. Luego de ese baile nos aprobaron las visas de trabajo y volvimos felices a Barranquilla porque nos íbamos a Estados Unidos”, contó Ricardo ‘el Pin’ Ojeda, su timbalero y compadre.

Su último mánager, Luis Ojeda, no pudo evitar llorar al evocar los últimos días de vida del Joe.

Tras pisar suelo currambero, el 23 de junio, Lucho Ojeda sostuvo con él una conversación en la que la muerte apareció varias veces afilando su guadaña. “Le dije, Joe cuídate mucho porque si tu arrancas yo qué hago, me dejas cipote lío porque no sabría si enterrarte en Cartagena o en Barranquilla. Me respondió que no me preocupara porque ya él lo tenía decidido y en ‘Quilla Barran me doque’. Me advirtió que me preparara porque se me iba a armar cipote de lío y así fue porque se vinieron muchas circunstancias jurídicas que debí enfrentar”.

El 25 de junio sería su última jornada de labores, la cumplió en el estudio de grabación de Ricardo Lindo, ubicado en el barrio El Recreo. Hasta allí llegó para grabar unas glosas que les pidieron para promocionar la gira por Estados Unidos. “Ese día le escribí los textos y los leyó como un cañón, todo transcurrió con normalidad. Al despedirse me dijo que alistara todo porque iríamos a parar por Japón. Se marchó feliz”.

El Pin Ojeda, su compadre, lo consideraba su padre musical.
“Entró caminando a la clínica”

Jacqueline Ramón, su última esposa, en diálogo telefónico desde Miami, explicó que el 26 de junio de 2011, el propio Joe pidió ser llevado a la clínica porque se sentía sin oxígeno. “Él entró caminando a la clínica, pensamos que sería algo leve, pero a medida que pasaron los días se fue complicando porque no tenía los médicos de cabecera que conocían sus patologías. Cuando me permitieron que fueran ellos los que se encargaran de su caso, ya era tarde”.

Lucho Ojeda detalla que fue el 30 de junio cuando lo ingresaron a UCI y lo intubaron, propiciándose así un viaje sin retorno. “Me dijo —tranquilo Lucho que de peores luchas hemos salido victoriosos—. Eso fue lo último que le escuché, porque de ahí en adelante permaneció inconsciente”.

A Jacqueline Ramón le dijo unas palabras muy sentidas que mantiene memorizadas. “Quizás allí sí comenzó a presentir su muerte porque me dijo: ‘Siempre te amaré’, tres minutos después vino la intubación, me apretó las manos muy fuerte y cerró los ojos, sin saber que no volvería a ver la luz”.

Ramón agrega que esta crisis de salud frustró un sueño que tenía pendiente El Mulato de Oro: conocer Cuba. “Quería viajar a esa isla porque la consideraba una tierra fértil a nivel musical, allí habían muchos soneros y quería ir por allá para conocer las raíces de los ritmos cubanos y también la historia de esas grandes figuras”.

Su corista Edwin Gómez, El Fantasma, evoca ese tiempo en que sagradamente se tomaban los alrededores de la clínica La Asunción para orar por su líder al caer la noche. “Duramos un mes completo en las afueras de la clínica realizando cadenas de oración, nos abrazábamos, lo llorábamos y recordábamos algunas anécdotas. Yo además de ser su corista, trabajaba como hombre orquesta y amenizaba algunos eventos de esa clínica, así que conocía al gerente, Sergio Alejandro Gallo, que me dejaba verlo a diario durante cinco minutos. Siempre le cantaba, lo abrazaba, pero nunca me habló porque permanecía bajo sedación. Solo un par de veces intentó abrir los ojos, lo hizo cuando le canté Dale gracias al Señor y también con Echao’ pa’ lante, pero de inmediato los médicos me mandaban a salir”.

El Joe, pese a las oraciones y canciones que entonaba su círculo más cercano, no reaccionaba y su estado de salud se desmejoraba, al punto que en la noche del 25 de julio, los periodistas que también acampaban alrededor del centro médico vieron ingresar a monseñor Víctor Tamayo, quien le impuso los santos óleos.

El religioso que en aquella época se desempeñaba como obispo auxiliar de Barranquilla dijo a su salida de la clínica que le colocó “la indulgencia plenaria que le concede el Santo Padre a un enfermo en esos momentos de angustia donde parece que llega al final”.

Jacqueline Ramón, viuda del Joe.

Agregó que les había recomendado a los familiares que “esperaran la voluntad de Dios en paz y a través de la oración”, y que “los médicos dijeron que estaba bastante malito”.

Al día siguiente la parca apareció y se llevó al artista cartagenero, provocando una tristeza colectiva. Barranquilla, la ciudad que lo acogió e impulsó su carrera, se alistaba para vivir una gran fiesta, porque en solo tres días se inauguraba el Mundial de Fútbol Sub 20, pero tras la partida del Joe los ánimos se apaciguaron.

Su velación en la Catedral Metropolitana María Reina fue multitudinaria. Desde las 6:47 p.m. del mismo martes 26 de julio de 2011, cuando el féretro ingresó al templo, se ondearon pañuelos, hubo aplausos, lágrimas y al unísono se escuchaban las palabras “que viva Joe” y “tu pueblo nunca te olvida”. Estas se hicieron extensivas hasta la noche del día siguiente en su sepelio, el cual partió de la Plaza de La Paz y duró más de siete horas , tras desembocar en el cementerio Jardines de la Eternidad, ubicado en la Vía al Mar.

 

 

“Extraño a mi padre, a mi amigo y confidente”
Nayalibe Arroyo, la menor de sus hijas junto a Mary Luz Alonso, definió al Joe como “un padre moderno”.

Nayalibe Arroyo junto a su hermana Eykol, tras la muerte de su padre crearon la Fundación Joe Arroyo, con la que llevan 10 años desarrollando eventos culturales. “Teníamos planeado un evento grande con un conversatorio y mucha música, pero por el tema de la pandemia no vimos prudente hacerlo y se postergará para el próximo año. En esta ocasión lo estaremos homenajeando a través de redes sociales con fotografías inéditas y mucha música”.

La Peloti, como la bautizó con cariño su padre, invita a recordar en este día a su padre con alegría, porque finalmente eso fue lo que siempre transmitió.

“Todo el mundo extraña al Joe por su canto, pero nosotras obviamente extrañamos a nuestro padre, a nuestro amigo y confidente. Él era un papá bastante moderno, realmente lo vi siempre como mi mejor amigo. También en casa disfrutábamos de su talento porque le sacaba ritmo a todo, hacía una bulla muy melódica a toda hora, tocaba los nocheros como si fueran tambores, realmente se extraña también su sabiduría porque él tuvo una vida dura y por eso creo que tenía un consejo siempre a la mano”.

Nayalibe mantiene en su mente sus recomendaciones, entre ellas una que hace referencia a la humildad. “Esa lección la he reforzado en esta década. Un año antes de morir nos paseó por los barrios más vulnerables de Cartagena, nos pedía que recordáramos nuestras raíces, que veníamos de familia negra y que tratáramos por igual al rico y al pobre, porque el mundo da muchas vueltas”.

La última vez que pudo acariciar a su padre, fue dos meses antes de su partida.  Eso ocurrió en su apartamento ubicado en el norte de Barranquilla. “Él estaba un poco enfermo, nos pidió que le lleváramos un helado, pero imagínate, él era diabético, así que nos costó trabajo conseguir uno bajo en azúcar, pero nos lo imploró y se lo comió a escondidas como un niño”, recordó entre risas.

En estas fotografías que compartió la Fundación Joe Arroyo, se observan algunos de esos momentos como el quinceañero de Eykol, La Tatico.
“Le insistí que se cuidara”

Víctor ‘el Wachy’ Meléndez, su corista entre 1979 y 2005, y quien hoy cuenta con 81 años, siempre tuvo una voz de hermano mayor para el cantautor. Además de grabar a dúo el éxito Falta la plata y compartir escenarios, se convirtió en su consejero, advirtiéndole de los riesgos latentes que existían en su estilo de vida. 

“Siempre le dije que se cuidara, yo tengo 81 años y vivo bacano, Joe murió a los 55, estaba joven. Yo le insistí que se cuidara, pero no captó el mensaje. Yo vivo en el sector del Mercado de Santa Rita en Cartagena y con esto de la pandemia ni me asomo a la calle, solo salgo a trabajar porque tengo la orquesta de planta del hotel Santa Clara, de resto no me ven callejeando. Eso mismo debió hacer él en su época, dedicarse a la orquesta, a su familia y evitar la calle”.

El Wachy indicó que antes de que lo internaran en la clínica, Víctor ‘el Nene’ Del Real (Q.E.P.D.) le dijo que Joe quería hablar con él y se lo puso al teléfono. “Me pidió que volviera a trabajar como su corista estrella, él nunca me quiso liquidar, trabajé 26 años a su lado y quizás no me liquidó porque tenía la esperanza de que volviera a su lado. Joe me dijo que estuviera tranquilo porque me volvería a llamar para sacarla del estadio juntos, incluso tenía la idea de que grabáramos otro tema a dúo, pero se nos fue el hombre”, dijo el cartagenero.

 

Víctor ‘el Wachy’ Meléndez (izquierda) haciendo coros y tocando maracas en una presentación con el Joe y La Verdad.

Otro de sus paisanos, el cantante Juan Carlos Coronel, a quien el Joe le entregó éxitos como El resplandor y El ventanal, que grabó junto a El Nene Del Real, manifestó que nunca se le pasó por la cabeza que “Joe se iba a morir”.

Su último recuerdo junto a él se remite a un programa de televisión que grabaron en Salgar a la orilla del mar. “Llegué vestido muy informal y él apareció elegante, con pantalón de lino, pero al final se quitó los zapatos, se remangó el pantalón y terminó bañado por las olas. Ese era el Joe, un tipo descomplicado”.

Su compadre El Pin Ojeda, afirma que si tuviera 30 segundos para verlo nuevamente le expresaría toda su gratitud

“Le diría que lo extraño mucho, y le daría las gracias por dejarme trabajar a su lado. Fuiste mi padre en la música y siempre te llevaré en mi corazón y en mi recuerdo”.

Como lo dijo en la introducción de El ausente, tema que inmortalizó con Fruko y sus Tesos: “Adela el Joe nunca te olvida”, hoy, luego de una década, su gente se aferra a esa expresión y a través de sus canciones lo mantienen vivo y le prometen no dejarlo en el olvido.

Cantando con Juan Carlos Coronel.
Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
DETECTAMOS QUE TIENES UN BLOQUEADOR DE ANUNCIOS ACTIVADO
La publicidad nos ayuda a generar un contenido de alta calidad
No quiero apoyar el contenido de calidad
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.