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La gente no defraudó. La hinchada de Junior llenó el estadio Metropolitano, se hizo sentir y armó un Carnaval para celebrar el cumpleaños 98 del club antes y durante el partido que se terminó perdiendo 2-1 frente al Once Caldas.

Desde tempranas horas, los aficionados rojiblancos se acercaron masivamente al escenario de la Ciudadela y muchos se encontraron con largas filas y con demoras para la apertura de las puertas.

Para colmo de males, según lo manifestado por fanáticos de la tribuna occidental , el sistema se cayó dos veces. Ni Junior ni Tu Boleta explicaron o informaron algo al respecto, lo cierto es que había unas interminables filas que daban varias vueltas en el parqueadero de occidental, cuyo cierre, cuando se completaron los cupos, generó un caos vehicular afuera.

En medio de ese desorden logístico del club y su operador de boletería, la cola no avanzaba. El ingreso del público era lentísimo, incómodo y desesperante. Tanto, que muchos decidieron entrar por la fuerza y atropellando a otros aficionados que estaban con niños.

Un lamentable caos, que ya se había vivido en el partido contra Nacional y que espanta a la afición del escenario.

Pese a esa situación, a medida que los torcedores se acomodaban en las graderías, se sumergían en la fiesta llena de pasión y entusiasmo.

Los seguidores de Junior evidenciaron su amor por el equipo, le cantaron el cumpleaños y alentaron de principio a fin.

Las bandas de las barras Los Kuervos y el Frente Rojiblanco, con sus bulliciosos instrumentos, recorrieron la pista atlética coreando el cumpleaños feliz.

Las porristas, con sus imparables bailes, y Willy, el Tiburón, la mascota del equipo, con un letrero haciendo alusión a los 98 años, acompañaron el desfile.

Uno de los momentos más especiales fue la salida del equipo. Llovieron rollos de papel desde las tribunas, extensas bandas rojiblancas bajaron desde la parte alta de las gradas hasta la zona baja y adornaron el escenario.

Extintores con humo rojiblanco volaron al viento y surgieron las bengalas. Una pancarta con el rostro de Micaela Lavalle, fundadora del equipo, se extendió en medio de la gente. Todos los aficionados brincaron entonando los tradicionales coros de las barras.

El minuto de silencio, a la memoria del ex jugador de Junior Pedro Vásquez y a la madre de Fernando Uribe, quienes fallecieron recientemente, resultó conmovedor, más allá de que los pocos hinchas del Once Caldas que asistieron, no lo respetaron.

Fue una fiesta maravillosa que merecía un mejor comienzo (una entrada tranquila y cómoda) y un mejor final (el triunfo).