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*Por Julio Comesaña
Técnico del Junior

José Varacka ha tenido, en mi vida personal y en el fútbol, una gran importancia. Fue un hombre que me marcó, porque yo no lo conocí en Colombia, lo conocí en el año 1968, cuando me compró Gimnasia para jugar en la tercera división. A los tres meses de estar ahí, llegó José procedente de Chile. Lo trajeron a dirigir a Gimnasia, y a los poquitos partidos, ascendió a dos jugadores, a Pedraza y a mí. 

Tengo grabado siempre la primera reunión que tuvimos con él, porque remarcó unas de las cosas en las que siempre insistía, la lealtad y el respeto. Era un hombre de carácter fuerte y era muy apegado a esas cosas que llamamos ‘códigos del fútbol’.

Conmigo, en esa etapa en Gimnasia, fue un hombre demasiado importante, cariñoso, me dio la oportunidad de debutar en primera división en Argentina, de jugar, y me llevó a compartir mucho con su familia. Tuvimos una relación muy fuerte. 

Después, estando yo acá, él vino al Junior, así que ya lo conocía. Yo había dejado de verlo por mucho tiempo. Recuerdo una anécdota. El primer partido con él como DT fue contra el Cali, perdimos 1-0, con gol de Ángel María Torres. Volvimos a la concentración en la carrera 38, cenamos y después estábamos ahí abajo, todos tristes, lógicamente, y preocupados, porque habíamos perdido, había llegado un nuevo entrenador y nadie lo conocía. José llegó a donde estábamos nosotros, bien vestido, traía un pollo y una botella de whisky, y nos dijo: ‘el que quiera comer un poquito de pollo o el que quiera acompañarme con una copa, que suba’. Al final fuimos como ocho o nueve jugadores, y nos pusimos a conversar de fútbol, del Junior, del equipo, de todo. Tomamos con él, nada de borrachera, pero se fue alargando la cosa hasta la madrugada. Recuerdo que al final, bien tarde, nos levantamos y nos dijo: ‘no se preocupen con contarle a Fuad Char que estuvimos aquí tomándonos unos whiskeys, porque yo ahora las 8 de la mañana, cuando él llegue la oficina, se lo voy a decir’. Nos causó una sorpresa y una impresión grande, porque nadie nos había hablado así nunca. Con una naturalidad y una simpleza única. 

Después me quedó la sensación que durante ese torneo él se dedicó a observar detalladamente al plantel, los comportamientos, qué jugábamos, qué hacíamos, qué no hacíamos y empezó a mostrarse como entrenador verdaderamente. Pero dejó que las cosas corrieran. Y bueno, eso no terminó bien, recuerdo que él recibía ataques permanentes de la prensa, de la gente en la calle. Hubo una revolución tremenda con su presencia, a tal punto que se tuvo que ir.

Después yo estando en Montevideo crucé a Buenos Aires y fui a visitarlo a su apartamento, estuvimos charlando de todo. Recuerdo que me dijo: ‘no creo que me llamen más (del Junior)’. Y bueno yo me vine para acá y empezaron los trabajos. De pronto las cosas se enderezaron y Varacka volvió (a Junior). Y cuando volvió, hizo lo que hizo, y ahí mostró una de sus características más importantes, la claridad para elegir lo que iba hacer, lo que quería hacer y con quiénes lo iba a hacer. La tarea que él quería hacer necesitaba gente con determinadas características para cambiar algo que hacía parte de la historia del club, la vistosidad, pero que no le había permitido al club logros importantes.