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La que termina es sin duda alguna la semana más agitada en la historia reciente del país. Tres hechos de suma importancia se desataron en las últimas horas y es muy probable que tengamos que hablar de ellos durante los próximos meses y hasta en las próximas décadas. Los tres tienen una enorme relevancia y aunque en apariencia no guardan relación unos con otros, lo cierto es que no están tan separados, como podría pensarse.

El primero de ellos tiene que ver con la elección de los siete magistrados que hacían falta en la Corte Suprema de Justicia, hecho que había llevado a esa institución a un estado de 'inviabilidad', razón por la cual estuvo a punto desaparecer.

El segundo hecho trascendental es la revelación de informes periodísticos que se refieren a la presunta financiación de la campaña presidencial de Iván Duque por parte de José 'Ñeñe' Hernández, asesinado el 2 de mayo de 2019 en Brasil, quien es señalado de pertenecer a organizaciones criminales que operan en la Región Caribe. La publicación del informe por parte del periodista Gonzalo Guillén causó revuelo nacional, pues tanto el presidente Duque como su partido -el Centro Democrático- han sido particularmente incisivos en sus denuncias contra la corrupción política y las organizaciones criminales. Ante la gravedad de las denuncias, el propio Duque salió al paso y de forma vehemente no solo descartó cualquier posibilidad de haber sido financiado por Hernández, sino que afirmó no tener ninguna hermandad con él, 'como lo han sugerido'.

Y el tercer hecho, no menos relevante, es la llegada a Colombia del temible y temido Coronavirus, cuyo primer caso se reportó el viernes en Bogotá. La noticia, obviamente, generó 'un estado de nervios nacional' que poco o nada contribuye a superar la delicada y compleja situación que se avecina en las distintas ciudades del país. El pánico generalizado es el peor remedio para una enfermedad que en los últimos meses se ha venido expandiendo desde la China y que ha causado miles de víctimas en todo el mundo. Pero precisamente por ese hecho, tanto su manejo clínico como mediático debe hacerse con mucha responsabilidad.

¿Qué le espera a Colombia en estos tres escenarios? Veamos: