Cuarenta segundos para exponer lo que se hará en cuatro años, o que al fin de cuentas no se hizo en ocho o en cuatro, parecería un absurdo, pero esas son las reglas de juego que se han impuesto para estos debates de las campañas presidenciales.
Con la preocupación de sacar avante su capacidad de síntesis se presentaron los cinco candidatos a la Presidencia que participaron del último encuentro con los periodistas antes de los comicios de mañana domingo.
En principio, el más atento a responder dentro del límite de tiempo fue Óscar Iván Zuluaga, del Centro Democrático, quien a raíz del escándalo del video-hacker, se rehusó a asistir a entrevistas radiales precisamente para preparar este último gran debate. Sin embargo, sus respuestas, como las de los demás aspirantes dieron la impresión de estar escuchando discos rayados, que en varios apartes del debate los mismos argumentos se expusieron para contestar interrogantes sobre economía, el proceso de paz o relaciones internacionales.
Ante lo previsible de las respuestas, lo más polémico del debate terminó siendo el llamado de atención del moderador Luis Carlos Vélez a quien rebasara los cuarenta segundos o que con sus respuestas atacara a cualquiera de sus contendores. En este aspecto, los más regañados fueron la conservadora Marta Lucía Ramírez, Zuluaga y Peñalosa, de la Alianza Verde, mientras que el candidato-presidente Juan Manuel Santos, de la Unidad Nacional, aprovechó la dinámica de las réplicas y por ende, el mayor tiempo al aire para hablar, más que de sus propuestas, de los logros que, según él, se han alcanzado durante su Gobierno.
Clara López, del Polo Democrático, a pesar de su posición siempre crítica a Santos, fue tal vez la menos controversial de los cinco, por la misma diplomacia como el presidente manejó las críticas y porque reafirmó sus posturas democráticas, sin radicalismos ni esas ideas extremas que han polarizado a un país que parece estar convencido de que, en cuestión de elecciones presidenciales, o es blanco o es negro.
Entre los momentos más notables del debate se dio uno al inicio, con una pregunta que hacía referencia al dictamen de la Fiscalía que estableció la autenticidad del video en que aparecen Zuluaga y el hacker Andrés Sepúlveda aparentemente compartiendo información reservada del Estado para sabotear el proceso de paz, a lo que el aludido candidato respondió: 'he sido víctima de una infiltración (…), lo de la Fiscalía es un grave antecedente en politización, una denuncia ha sido descalificada, lo que significa una negación a nuestro derecho a la defensa'.
No obstante, las autoridades judiciales no han establecido que haya habido tal infiltración. Sobre el tema, Santos fue el más incisivo al contestar que 'esta campaña no ha estado a la altura de nuestros compatriotas pero ellos ya pueden decidir entre los que estamos a favor de la paz y los que están a favor de la guerra'.
También en las apreciaciones sobre lo bueno y lo malo del proceso de paz se produjo el primer rifirrafe cuando López advirtió que los diálogos 'tristemente se han convertido en una bandera de la reelección', al igual que cuando Zuluaga señaló que 'la gran preocupación es que quienes han cometido crímenes atroces lleguen mañana al Congreso sin pagar cárcel'; a lo que Santos repuso que 'yo no soy el dueño de la paz, es de todos los colombianos, que la refrendarán' y que 'no va a haber impunidad, pero ustedes (los uribistas) han hecho toda la campaña negra sobre el proceso'.
Otra discusión más, que como en todas las réplicas fueron usadas por los otros candidatos para resaltar las falencias que ellos ven en el Gobierno actual, se tejió en torno a la actitud de los países de la región frente a la crisis que vive Venezuela. Aquí, Ramírez planteó: 'hay más de 3 millones de colombianos que viven en Venezuela y me parece desafortunado lo de la Cancillería, que lo único que ha hecho es bajarle el ruido al tema', y Peñalosa llamó la atención sobre que 'no se puede perder el empleo de los colombianos que dependen de Venezuela, que son decenas de miles en La Guajira y Norte de Santander'. Santos, por su parte, consideró: 'con Venezuela hace cuatro años estábamos a punto de una guerra y yo arreglé esa situación, con los chavistas somos el agua y el aceite, pero como presidente tengo que velar por los intereses de los colombianos'.
El último ataque a Santos se produjo a cuenta de la ‘mermelada’, que son las prebendas que, a cambio de apoyo político, habría entregado el Gobierno a congresistas en materia de cupos de inversión para las regiones y de importantes puestos en entes públicos.