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El grave problema de la violencia electoral es que sabemos cómo comienza pero no cómo termina.

En Colombia la hemos padecido desde tiempos inmemoriales, pero nunca aprendemos la lección. Desde los años remotos de la Guerra de los Mil Días hasta los crímenes de tres candidatos presidenciales en los 90, pasando por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, los colombianos resolvemos nuestras diferencias políticas a punta de golpes, gritos y bala.

Esta campaña electoral no será la excepción. Algo peor: podría ser mucho más violenta que todas las elecciones cruentas que hemos padecido en toda la historia. La intolerancia política está pasando de las redes sociales a las calles. Los insultos contra los contrarios, la descalificación al interlocutor con mentiras y el uso de la calumnia para pescar votos, son el pan de cada día. La consigna es ganar como sea y al precio que sea.

{"titulo":"Sanciones y retiro de vallas de candidatos en sitios prohibidos en Valledupar","enlace":"https://www.elheraldo.co/cesar/sanciones-y-retiro-de-vallas-de-candidatos-en-sitios-prohibidos-en-valledupar-888920"}

Esta semana el precandidato presidencial, integrante de la Coalición Centro Esperanza, Sergio Fajardo, fue obligado a abandonar la sede de la Universidad Tecnológica de Pereira, por un grupo de encapuchados quienes lo amenazaron junto con sus acompañantes. La explosión de una 'papa bomba', mientras Fajardo, se disponía ingresar a la universidad, puso en riesgo la vida del aspirante presidencial.

En el norte de Bogotá un grupo de vándalos atacaron con piedras el hotel donde se desarrollaba el Primer Encuentro Regional del Foro de Madrid, organizado por movimientos y partidos políticos de derecha, que se oponen a los regímenes implantados en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

En Barranquilla, entre tanto, varios jóvenes que realizaba una actividad pedagógica contra la corrupción política y la compra de votos, fueron agredidos por algunas personas, que con insultos y amenazas los obligaron a abandonar el lugar donde desarrollaban su actividad.

{"titulo":"En Sucre hay 8 candidatos al Congreso amenazados","enlace":"https://www.elheraldo.co/sucre/en-sucre-hay-8-candidatos-al-congreso-amenazados-888556"}

En las principales ciudades del país, todos los días son destruidas vallas de distintos candidatos, sean de izquierda, centro o derecha. Los violentos no distinguen partidos o movimientos políticos. Por eso es un grave error por parte de algunos candidatos quienes guardan silencio ante las agresiones que sufren sus adversarios o contradictores. Quienes hoy callan ante los ataques violentos, mañana podrían ser víctimas de las mismas agresiones que por puro cálculo electoral no condenan, ni rechazan.

Ante el escalamiento de la violencia electoral el primer llamado es a los candidatos a que asuman una conducta mucho más responsable frente a sus afirmaciones. No todo vale en una campaña. Ni las injurias, ni las calumnias -que podrían originar posteriores ataques a sus contradictores políticos- deberían permitirse en un debate electoral. Moderar el lenguaje ahora que los ánimos empiezan a crisparse es una necesidad y una obligación.

Pero los electores también deben ser responsables a la hora de confrontar sus ideas. Sus candidatos no son infalibles y también pueden equivocarse. 'Endiosar' al candidato de sus afectos y no ver en él ningún defecto -hasta el punto de justificar todas sus actuaciones- es no sólo una muestra de inmadurez política, sino -sobre todo- una gran irresponsabilidad. Un buen elector no traga entero todas las promesas de los candidatos. En tiempos de elección se requieren más votantes racionales que emocionales. Elegir mal resulta demasiado costoso en términos democráticos.

Y otro actor importante para evitar el escalamiento de la violencia en estos tiempos electorales son las autoridades. Los candidatos no pueden estar desprotegidos en sus correrías por el país y sus llamados de atención deben ser escuchados con prontitud. La obligación de las autoridades es minimizar los riesgos de los candidatos con el fin de garantizar su integridad física y su vida.

¿Qué hacer ante el escalamiento de la violencia en estos tiempos electorales?

Nada más peligroso y antidemocrático que los votantes fanáticos

El fanatismo político atenta contra la democracia. Nada más peligroso en tiempos electorales que los votantes fanáticos. Un candidato no es infalible. Sus posturas también deben ser rebatidas y confrontadas no solo por sus contradictores, sino por quienes podrían votar por él.

El votante fanático gradúa de enemigo a toda aquella persona que se atreve a contradecir al candidato de sus afectos. Y está dispuesto a cobrar esa osadía con improperios y hasta con la agresión física. No les basta con el insulto en las redes sociales. El votante fanático castiga de forma severa a quienes -como él- no asumen como verdad revelada toda afirmación

-aún la más delirante y absurda- que salga de labios de su candidato.

El comportamiento del votante fanático es nocivo para el sistema democrático. El fanatismo electoral atenta contra la democracia. Por ello es muy importante la promoción y fomento del voto racional, alejado de cualquier tipo de fanatismo o práctica perversa, como el clientelismo o la compra de votos y de conciencias.

En la medida en que haya más votos racionales la democracia se fortalece. Ojalá las universidades focalizaran sus esfuerzas en formar más votantes racionales y menos votantes fanáticos.

Autoridades no pueden descuidar la seguridad de los candidatos

Después de las cruentas experiencias que hemos vivido en Colombia en tiempos electorales, es inadmisible que haya candidatos desprotegidos por parte de las autoridades. Los candidatos deben tener esquemas de seguridad que les garanticen su integridad y su vida.

El ataque del que fue objeto Sergio Fajardo en Pereira -donde su vida estuvo en peligro- no puede repetirse, ni en su caso, ni en el de los demás candidatos.

En Colombia han sido asesinados varios aspirantes a la Presidencia de la República. Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Jaime Pardo Leal murieron mientras llevaban a cabo su campaña para llegar a la Casa de Nariño.

Otros, como Álvaro Gómez Hurtado, fueron asesinados después de haber sido candidatos presidenciales en varias oportunidades.

Las autoridades deben, pues, emplearse a fondo para garantizar la integridad y la vida de los aspirantes a la Presidencia, al igual que las de los demás aspirantes tanto al Congreso, como a las consultas interpartidistas. Para cumplir ese propósito no pueden ahorrarse esfuerzos ni económicos ni humanos.

Incertidumbre y temor, el peor escenario electoral

Si en ciudades capitales, como Bogotá y Barranquilla, grupos de intolerantes atacan de forma violenta a quienes piensan distinto, qué no podría pasar en pequeños municipios alejados de los centros urbanos.

En Bogotá, un grupo de vándalos destruyeron buena parte de la fachada del hotel donde se desarrollaba el Primer Encuentro Regional Foro Madrid, al que asistían delegados de partidos y movimientos de derecha.

La masiva agresión puso en peligro la vida de los asistentes nacionales e internacionales al evento. Y en Barranquilla también fueron víctimas de agresiones físicas un grupo de jóvenes que llevaban a cabo una jornada pedagógica sobre corrupción electoral y 'compra de votos', prácticas perversas que atentan contra el sistema democrático.

{"titulo":"Promueven la unidad en candidatos de las curules de paz en Montes de María","enlace":"https://www.elheraldo.co/sucre/promueven-la-unidad-en-candidatos-de-las-curules-de-paz-en-montes-de-maria-886848"}

Uno de los jóvenes relató la manera cómo fueron agredidos y obligados a abandonar el lugar por parte de un grupo de hombres, quienes los amenazaron. Ambos ejemplos ilustran la intolerancia que vive el país en estos momentos.

Quien piensa distinto es visto como un enemigo y no como un interlocutor válido para confrontar ideas. Este tipo de conductas intolerantes muestran la crispación política de Colombia en la actualidad.

El escenario que se vislumbra está marcado por la incertidumbre y el temor. Incertidumbre por lo que pueda suceder y temor por lo que está sucediendo. Ese es el panorama electoral hoy en Colombia.

Candidatos, controlen la lengua y no fomenten la violencia

No es necesario que un candidato ordene agredir a sus adversarios, ni tampoco se requiere que esté al frente de quienes destruyen una sede política o atacan con piedras el sitio donde se desarrolla un foro político.

Solo es necesario que dicho candidato descalifique a sus opositores con términos ofensivos e injuriosos para que algunos de sus seguidores se sientan autorizados para actuar de forma violenta contra quienes se atreven a oponerse a 'su' candidato.

En estos casos la orden explícita del aspirante sobra, sus palabras son suficientes para que sus fanáticos y seguidores se crean facultados para actuar. Por eso es tan importante el lenguaje en una campaña electoral.

{"titulo":"Los candidatos uribistas ","enlace":"https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/nestor-rosania/los-candidatos-uribistas-columna-de-nestor-rosania-884977"}

Pero cuando los candidatos guardan silencio ante las agresiones violentas que sufren sus contradictores también están fomentando actos de violencia.

No es cierto aquello de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Punto. El candidato que guarda silencio cómplice ante los ataques de sus rivales, mañana podría ser víctima de agresiones similares.

Para desescalar la violencia electoral es necesario desescalar también el lenguaje por parte de los candidatos.