
En una sencilla casa-finca, en las montañas que adornan este municipio del Golfo de Morrosquillo, viven en medio de la tranquilidad del campo José María Hernández y Aura Fabiola Solarte, dos filósofos de profesión y luchadores de convicción, que, así como Colombia, esperan con ansias el 8 de octubre porque se volverá a hablar de paz con las Farc y después de 20 años volverán a ver a su hijo.
Ese día, en Oslo, Noruega, su hijo Seuxis Paucias Hernández Solarte, conocido en las Farc como Jesús Santrich, será negociador del grupo armado.
Sentado en una mecedora y acompañado de su infaltable cigarrillo, que pareciera no apagarse jamás, don José María comienza su relato haciendo alusión al nombre del tercero de sus ocho hijos, “Seuxis Paucias corresponde a dos pintores griegos, siempre quise que a mis hijos los distinguieran por sus nombres. Era un niño muy cariñoso, detallistas con todos; fue fácil para su crianza y era buen estudiante”.
En su pueblo natal estudió en el colegio Heriberto García y su último año de secundaria en el Liceo Panamericano, en Sincelejo. Después partió a Barranquilla a estudiar en la Universidad del Atlántico, donde cursó dos carreras a la vez: Derecho y Licenciatura en Ciencias sociales y económicas.
“Yo si sabía que tenía sus ideas porque nunca compartió la injusticia, él fue un hombre muy sensible con la necesidad ajena”, dice el profe Hernández; “de niño venía con la ropa sucia y rota de la escuela, y cuando le preguntaba por qué estaba así respondía que la ropa buena se la había dado a sus otros compañeros de clase”, recuerda la seño Solarte.
Fue en Uniatlántico, luego del asesinato de un amigo por agentes del DAS, que asumió el seudónimo de Jesús Santrich y decidió irse para el monte.
La última vez que lo vieron fue hace 20 años, un día después de la muerte de su abuela materna. “Le pregunté que dónde estaba, y solo me dijo que no me podía decir y que si se quedaba en la casa lo mataban”, rememoró, con voz temblorosa, la madre.
“No hay que ser inflexibles”
El profe José María Hernández, quien durante la conversación logró acabarse tres cigarrillos, es consciente de la difícil tarea de mediador de su hijo, por lo que desde la distancia quiso enviarle un mensaje. “Yo le diría que asuma la responsabilidad como siempre la ha asumido: con decisión y benevolencia, con miramientos a los otros; no ser inflexibles porque en una negociación hay que reconocer exigencias de parte y parte, así como de leyes de parte y parte, y tener fe, confianza y esperanza. Que le pida ayuda a Dios en sus oraciones”.
Con timidez, la seño Aura Solarte cree que, de alguna forma, su hijo tuvo que ver en la fecha que se iniciarán los diálogos. “Ese día cumplo años, tal vez Dios me dará el regalo de volverlo a ver, ya no solo en fotografías, algunas muy viejas, sino de tenerlo en casa”.
Por Laura Toscano Monterroza