El vicepresidente, Germán Vargas Lleras, que deja este martes el cargo para emprender una nueva aventura presidencial en 2018, tiene dos señas de identidad: su capacidad de gestión y el carácter recio que le ha costado varias polémicas.
De Vargas Lleras, nacido en Bogotá el 19 de febrero de 1962, puede decirse que lleva la política en la sangre pues su abuelo, Carlos Lleras Restrepo, fue presidente de Colombia entre 1966 y 1970, y un tío suyo, Carlos Lleras de la Fuente, ayudó a redactar la Constitución de 1991 y tres años después fue candidato presidencial.
El hasta hoy vicepresidente, que en pocos minutos rinde cuentas de su gestión desde Corferias, lidera el partido Cambio Radical, formación situada ideológicamente a la derecha del presidente Santos, a quien disputó el cargo en las elecciones de 2010 quedando en tercer lugar.
Después de 31 meses como vicepresidente de Santos, que le encargó la tarea de ser el gerente de las grandes obras de infraestructura en que está embarcado el país, el político de origen liberal considera que ha llegado la hora de volar más alto y buscar la Presidencia nuevamente.
Como vicepresidente tuvo una gran visibilidad al ser el encargado de supervisar e inaugurar las obras públicas más importantes del país, como carreteras y aeropuertos, y de repartir viviendas para los más pobres a lo largo y ancho de Colombia, tarea de la que solo se apartó unos meses a comienzos de 2016 por una cirugía a la que se sometió para la extracción de un tumor cerebral.
Sin embargo, esos actos públicos han revelado que su temperamento es más difícil de lo que se le conocía y le han quitado popularidad por la altanería con la que reacciona ante cualquier contrariedad, algo que ya empieza a reflejarse de manera negativa en las encuestas.
En enero pasado, por ejemplo, propinó un coscorrón y un paraguazo a uno de sus escoltas mientras visitaba el municipio de Ciénaga de Oro, en el departamento caribeño de Córdoba, lo que encendió las redes sociales y obligó a Vargas Lleras a pedir disculpas al guardaespaldas públicamente.
En 2014, siendo candidato a vicepresidente de Santos, protagonizó otro escándalo en un acto de campaña en Yopal, capital de Casanare, donde se enzarzó en una discusión con un ciudadano que le interrumpió su discurso.