Débora Anaya es una de las víctimas del holocausto del Palacio de Justicia. Tenía dos años cuando su mamá, Norma Constanza Esguerra Forero, le dio el último beso antes de entrar a llevar un pedido a la cafetería de este edifico. La dejó afuera en el carro en compañía de su tía y más nunca volvió.
Norma es una de las desaparecidas en la toma y retoma del Palacio, tragedia que hoy cumple 30 años.
Débora vivió desde entonces con sus abuelos, Ricardo y Elvira, quienes se convirtieron en unos padres para ella y quienes la apoyaron en su educación y crianza. 'Fue muy duro, de pequeña mis abuelos me dijeron que mi mamá estaba en el cielo, que mirara al cielo porque ella seguía viva', recuerda.
Cuando tuvo uso de razón, una amiga del colegio le preguntó de qué había muerto su mamá y ella no supo qué responder. Entonces, a los 10 años, la llevaron a las ONG de las que había estado rodeada y le explicaron todo lo que había pasado.
'Fue un trauma muy profundo, me dijeron que mi mamá había desaparecido, que no habían encontrado su cuerpo, que no sabían cómo había muerto, que había probabilidades de que el Ejército la hubiera torturado para sacarle información porque la consideraron sospechosa, igual que todos los demás desaparecidos. Fue muy duro'.
Contó que hay días en los que no quiere hablar del tema del Palacio de Justicia y casi siempreguarda silencio
'Es totalmente complicado, hay días en que se habla con lágrimas, con rabia y contundencia, como hoy, queriendo que se esclarezca la verdad. Dependiendo del estado de ánimo porque así es el trauma lloro y pregunto ¿por qué pasó?', dijo Débora en diálogo con EL HERALDO.
Treinta años después de la toma y retoma del Palacio de Justicia, hecho en el que su madre resultó desaparecida, ¿qué sentimientos le afloran?
Son los mismos que cada año e incluso cada día afloran, que es no saber dónde está o no saber cómo murió porque ella está desaparecida, su cuerpo no está. Mi familia y yo hemos tenido sentimientos muy profundos, todo el tiempo es un dolor que no pasa, que no cesa, que no puede cicatrizar; es una herida abierta todo el tiempo. Con estos 30 años lo único bueno que ha pasado es lo de la Corte Interamericana de DDHH, entonces nos da un poco de alegría que se esté cumpliendo la condena que hay para el Estado. Lo que va a haber es un acto de reconocimiento y responsabilidad por parte del Gobierno pues a mí me llena de satisfacción saber que por fin ellos van a reconocer que tuvieron culpa de la retoma porque de la toma la culpa la tuvo el M19, pero de la retoma, de cerrar un perímetro y de hacer todo lo que tenían que hacer con los rehenes solamente depende del Ejército.
Su tía Amparo, la persona que se quedó con usted mientras su mamá entró a la cafetería del Palacio, ¿qué le dice sobre ese momento?
Todos los años recordamos lo mismo porque ella infortunadamente ese día la acompañó y yo estaba en el carro de mi abuelo Ricardo, que era un Volkswagen escarabajo verde militar. Lo parquearon al frente de la catedral Primada, ella entró al Palacio, se despidió de mi tía normal y le dijo que ya volvía. A los 20 minutos comenzó la toma, mi tía estaba en silla de ruedas y fue terrible porque ella sufrió en carne propia ese momento de no poder hacer nada, y con esa impotencia de estar en un carro sin poder bajar, sin poder correr ni moverse por su estado. Es un trauma que no ha superado y no creo que lo vaya a superar.
Sus abuelos murieron de tristeza esperando resultados por el caso de su mamá, ¿qué le ha dado a usted la fuerza para sobrevivir al holocausto del Palacio de Justicia?
La fuerza, pues no sé. De niña cuando me enteré de lo de mi mamá yo no quise saber nada de las ONGS, ni el colectivo de abogados y de todas las organizaciones de Derechos Humanos que nos rodearon a causa del Palacio. Yo me alejé como hasta los 21 años, yo no iba a reuniones ni a conmemoraciones porque para mí fue muy duro enterarme de lo del Ejército. En ese momento no tenía fuerzas, quería mandar todo a la nada. Luego me interesa de nuevo porque tengo que seguir en la lucha porque mi abuelo había muerto, quedaba mi abuela y me llené de valor para enfrentar ese monstruo que era el Gobierno y el Ejército encima de nosotros, cuando llegó a mi hija a los 23 años, con más razón quise buscar la verdad y en eso estamos. Después vino lo de la demanda de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y todos estamos como al pie de la batalla luchando para que saliera este fallo a favor y se hiciera justicia.
Cuando menciona a su mamá, en estos 30 años, ha sabido admirarla lo que en su momento hizo y fue...
Sí, fue duro porque ella estaba ilusionada. Mi mamá tuvo una vida muy dura como desde los 20 años. Ella tuvo un novio, toda la vida, como desde los 14 años, las cosas no funcionaron después de nueve años y luego se separaron. Ella sufrió demasiado, se volvió una guerrera, se fue a los Estados Unidos y allá conoció a mi papá, se volvió a enamorar, a darse otra oportunidad y me tuvieron a mí, volvieron y vivieron con mis abuelos. Mi mamá era abogada, se graduó de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en derecho internacional y diplomático. Ella era una mujer muy guerrera que, a pesar de lo duro que le había dado la parte emocional en su vida, salió adelante. Y en ese entonces, ella no tenía trabajo, era amiga del administrador de la cafetería, Carlos Rodríguez, como ella había estudiado como hobby la pastelería gourmet o francesa y eso se le convirtió en un negocio porque ya tenía contratos con varias entidades donde era proveedora de ese tipo de pastelería. Uno de los últimos negocios fue el del Palacio e infortunadamente por ese negocio fue que ella estaba ahí. Y al ser abogada conocía uno que otro magistrado auxiliar
¿Cree que el hecho de que fuera abogada, que fuera una persona preparada y vendiera pasteles pudo haber si determinante o despertado alguna sospecha?
Sí, eso fue totalmente determinante para que un soldado o el Ejército la considerara sospechosa por eso ella hace parte de los desaparecidos.
¿Usted ha recibido apoyo psicológico durante estos 30 años por parte del gobierno colombiano?
De gobierno no, de las ONGS que nada tienen que ver con el gobierno. De Alemania, de Noruega, otros países, pero de Colombia no hemos recibido apoyo psicológico.
Existen dos versiones, una sobre que el cuerpo de su mamá fue entregado a los familiares de un magistrado, como si fuera el cuerpo de este, y otra que ella salió con vida del Palacio de Justicia. Ustedes como familia, ¿cuál versión manejan?
Nosotros la versión que manejamos es que ella sigue siendo desaparecida porque su cuerpo no está. Lo del magistrado Pedro Elías Serrano es una incertidumbre porque cuando se encontró ese pedazo de cadáver que estaba en el cuarto piso, la mayoría de los cuerpos que se entregaron eran porque había objetos que caracterizaban a la persona, no era porque eran pruebas de ADN ni siquiera porque se parecieran, habían partes de personas y se entregaron así, entonces ese pedazo del cuerpo que hay del tronco hacia abajo cortado y del fémur hacía arriba cortado, ese cuerpo era de una mujer porque tenía útero, podía ser de mi mamá o de cualquiera desaparecida. Se está tramitando la exhumación, luego los restos lo llevan para Europa a hacer las pruebas.
¿A usted le han tomado pruebas de ADN?
Me han tomado pruebas de ADN hace muchos años, siempre han estado guardadas ya cada vez que hay un cotejo con alguna exhumación, es más fácil y verifican.
Frente al anuncio del reciente hallazgo de los cuerpos de Cristina Guarín, Luz Mary Portela y Lucy Amparo Oviedo, ¿ha recibido alguna notificación por parte de la Fiscalía?
Sí, porque hay una demanda en conjunto y la respuesta siempre es para todos. Ahora falta establecer por qué los cuerpos que se encontraron están por partes. Medicina Legal determinará por qué están desmembrados y se corroborará si hubo torturas o lo que pudo haber hecho el Ejército.
¿Usted ha recibido alguna indemnización como hija de una víctima del Palacio de Justicia?
Sí, a nosotros nos dieron una indemnización irrisoria cuando yo tenía 15 años, en el que el Gobierno reconoció daños materiales y no reconoció daños emocionales ni psicológicos.
¿Qué le ha dicho a su hija sobre su abuela y sobre lo del Palacio de Justicia?
Ella está totalmente enterada, entiende. Los niños ahora son más despiertos que antes. Ella es una niña que ha logrado captar todo lo que sucede, es fuerte y entiende lo que es un asesinato y una desaparición que fue lo que el gobierno provocó, sea que haya trocado los cadáveres o sea que haya pasado como lo del magistrado Urán que dijeron que murió por un tiro entre el fuego cruzado cuando sus familiares lo vieron salir vivo e identificado, hicieron la exhumación y se dieron cuenta que el tiro que recibió no fue como habían dicho sino afuera con los militares que lo sacaron y lo volvieron a ingresar a Palacio para decir que había muerto por el fuego cruzado con el M-19. Yo le he hecho entender muchísimo lo que ha sucedido, le he dicho que su abuelita está desaparecida, que ella hace parte de un grupo de personas que el Ejército, muy probablemente, por las pruebas que ya están en la Corte Interamericana, que la torturaron porque la consideraron sospechosa y, posteriormente, la asesinaron y desaparecieron su cuerpo o lo trocaron.
¿Es decir que la versión que su mamá salió viva del Palacio, también, cobra fuerza para usted?
Toda la vida, hemos pensado que salió viva del Palacio. En llamadas anónimas nos dijeron muchas veces eso, pero era llamadas de personas que no querían asumir responsabilidad en un juzgado o ente judicial.
A lo largo de 30 años, ¿ha recibido llamadas informativas o amenazantes sobre lo que pasó en el Palacio de Justicia?
Cuando acabó de ocurrir el hecho y durante los primeros 10 años, mis abuelos y muchos familiares recibían llamadas que decían que no buscaran más, que se meterían en problemas si seguían buscando. Desde que está lo de la Corte Interamericana no ha vuelto a suceder.
¿Estuvo de acuerdo con el informe de la Comisión de la Verdad?
Sí, en lo que se trató el tema de las torturas y desapariciones. Fue un informe verídico en muchos aspectos.
¿Qué le diría al gobierno de Juan Manuel Santos frente a este hecho, 30 años después?
Le quiero decir que no se dejen acobardar porque esto tiene que ver con el Ejército y esta institución no quiere manchar su imagen. Tanto a él y al ministro de Defensa que no se dejen amedrentar por lo que puedan decir los demás y nos ayuden a buscar la verdad.
¿Falta mucho que decir, como dice el ministro de Justicia, Yesid Reyes, sobre el Palacio de Justicia?
Falta demasiado porque con lo que pasó con las nuevas desaparecidas, luego que se encontraron los cadáveres de Oviedo y de Guarín van a venir las exhumaciones en masas de todas las personas que fallecieron porque mucha gente está pensando a quién se enterró, viene más investigación y responsabilidades. Incluso llamaron a Noemí Sanín porque el día de la toma del Palacio hubiera mandado a poner un partido de fútbol como ministra de Comunicaciones. Están llamando a más personas y a más militares para explicar el hecho.
¿Qué le dice el nombre del coronel Edgar Plazas Vegas?
Que es totalmente culpable. Cuando nombran a un general o a un coronel le está dando poder para que tenga capacidad de reacción frente a hechos como el del Palacio de Justicia. El coronel Plazas dice que no es el autor material de nada, que él no ha torturado ni matado; es obvio y lógico no se unta las manos, pero sí da las órdenes. Las bitácoras del Ejército, halladas hace tres años, que son pruebas de la Corte ante el Gobierno, recogían toda la información entre brigadas y todos sabían lo que estaban haciendo. El coronel Plazas es culpable de todo.
El presidente Belisario Betancur dijo hace unos días que si cometió un error en el Palacio de Justicia les pide perdón a sus compatriotas, usted había escuchado una excusa de él antes…
Eso fue sorprendente escucharlo decir eso y a él lo tienen que investigar porque él era la máxima autoridad y delegaba a sus fuerzas militares. Permitió que los generales le dijeran vamos a llevar tres tanques de guerra al Palacio de Justicia. Solo por ese hecho ya la operación militar está mal.
¿Y el M-19 de qué es culpable?
El M-19 solo es culpable de la toma, de haber entrado y provocado el hecho. Todos los guerrilleros que participaron fueron asesinados, de las 40 o 50 personas del M-19 que estaban ahí ninguna quedó viva. Eso está en el informe de la Comisión de la Verdad y en las pruebas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde se establece que los guerrilleros murieron en el fuego cruzado y el Ejército defendiendo los asesinó porque estaban haciendo un acto terrorista. La mayoría del centenar de personas que murieron fue por causa del fuego cruzado porque no hubo una negociación, porque no hubo un cese al fuego y porque el presidente solo ordenó la retoma.