El Heraldo
William Giese, de camisa a rayas, durante la perforación de un pozo profundo en Codazzi. Esta imagen fue tomada en 1970, año en que realizaron los trabajos. Cortesía
Barranquilla

Pozos profundos de agua, una alternativa para mitigar la sequía

Excavaciones propician el aprovechamiento del recurso hídrico contenido en el subsuelo Parques Suri Salcedo, Las Nieves y La Paz, en Barranquilla, cuentan con este sistema.

En medio de una época en que la intensa sequía afecta a diversas zonas de la Región caribe y el país, los pozos profundos suponen una valiosa alternativa para mitigar los efectos de la carestía del líquido vital. Estas perforaciones son obras de captación vertical que favorecen la explotación del agua freática contenida en las fisuras de una roca en el subsuelo, lo que recibe el nombre de acuífero.

Las experiencias al aire libre que vivió durante su niñez, cuando formó parte del escultismo en su natal Lima, en Perú, fueron las que activaron el deseo de William Giese Simpson de enfocar su vida en actividades alrededor de la naturaleza. El periplo en los scouts –dijo- fue determinante en su decisión de convertirse en ingeniero agrónomo, título obtenido en la Escuela Nacional de Agricultura de Lima.

Posteriormente, se desplazó a territorio norteamericano para adelantar estudios de posgrado en Irrigación de Suelos, que cursó en la Universidad de California. Al llegar a Colombia, un trabajo con la Caja Agraria que consistía en manejar irrigaciones en El Guamo, Tolima, lo llevó a tener un contacto cercano con el agua y definir el futuro que lo ha ligado por casi 50 años a la perforación.

Giese, hijo de inmigrantes alemán e inglesa, manifiesta que una de las principales bondades de la excavación de pozos profundos radica en que “el 97 por ciento de agua dulce a nivel mundial se encuentra bajo tierra”, por lo que únicamente el 3% restante está contenida en lagos, lagunas y ríos.

El agrónomo explica que los pozos no almacenan el agua, sino que a través de ellos se puede extraer el líquido que fluye por la tierra e indica que sus zonas de recarga pueden ser “muy pequeñas o extremadamente grandes”, dependiendo de las propiedades de las cuencas hidrográficas.

“No se trata de un hueco que esté lleno de agua, sino que esta se mantiene en movimiento por el subsuelo y fluye más fácil por capas que son muy permeables. Moverse un centímetro en arcilla puede demorar una semana, algo que en la arena puede tomar menos de un segundo”, aclara.

Fases del proceso. Giese señala que la primera etapa del proceso consta de las investigaciones que se deben llevar a cabo para analizar la tierra y definir el sitio preciso en que se excavará. Al respecto, añade que con el paso de los años ha cambiado la manera cómo se pueden hallar los acuíferos.

Con base en su experiencia, asevera que la geoeléctrica constituye una de las principales ramas para analizar el comportamiento de rocas y sedimentos y como estudio para la búsqueda del líquido vital. Sin embargo, según Giese, hace poco más de dos años se empezó a usar en Colombia la tomografía.

Después de ubicar el sitio de perforación, empieza una fase de trabajo que consiste en localizar las zonas acuíferas del pozo. “Esa tarea no consiste en buscar el agua, sino donde el líquido se transmite. En un pozo, como tal, puede haber varias zonas acuíferas”, agrega.

Tras concluir ese sondeo exploratorio en el sitio escogido, se analizan cada una de las muestras de perforación y se realiza un estudio de registro eléctrico (proceso para obtener información geológica proveniente de la profundidad de la tierra) para determinar las zonas acuíferas y la profundidad específica del pozo.

Cuando la fase previa está lista, se procede a ampliar el diámetro de perforación. Estos pueden llegar a medir hasta 30 pulgadas, dependiendo de los caudales que se encuentren en la zona acuífera. Luego de aumentar la perforación a la hondura y diámetro de diseño apropiados, comienza la etapa de entubación.

Si el acuífero está localizado a una profundidad de entre 30 y 50 metros, allí se ubica una “zona especial” para la captación de aguas. “Todo pozo y toda tubería, en el último tubo, lleva un cono”, agrega Giese.
En el momento en que los detalles asociados a la tubería están finiquitados, se procede a poner gravilla de distintos calibres. Al respecto, el agrónomo aclara que las piedras que se colocan en el aro ubicado entre los diámetros de perforación y de encamisado dependen de la formación geológica del pozo.

“Por ejemplo, un pozo de 8 pulgadas, hay que perforarlo en 15 pulgadas. Esa diferencia –entre 15 y 8 pulgadas- es la que se rellena con la piedra china”, indica.

Detalles y ventajas. Luis Fernando Giese, hijo de William, es ingeniero civil y se dedica a la excavación de pozos desde 1.990. Sostiene que la profundidad de la perforación y la cantidad de líquido que se obtiene dependen del punto donde se localicen los acuíferos. Sobre el tema, precisa que el tamaño del pozo no es, necesariamente, proporcional a la medida de líquido que brote de su interior.

En la Costa Caribe, por razones geográficas, los caudales y profundidades son mucho más provechosos en comparación con la sabana de Bogotá. “Allá hay que excavar 800 metros para sacar cinco litros, mientras en el Atlántico o la Costa Caribe, con 100 metros de profundidad puedes obtener 50 litros de agua”, apunta.

En relación con el precio de una perforación, asegura que los dos elementos que lo condicionan son su profundidad y diámetro.

Un pozo básico puede costar 10 millones de pesos, así como el valor de uno que demande un mayor nivel de complejidad puede ascender a $200 millones. Y en ocasiones la cifra se multiplica aún más. “En La Guajira hay pozos que superan los $1.500 millones”, asegura.

William sostiene que ha realizado excavaciones de pozos profundos en la Costa Caribe desde 1970 y que ha perforado más de dos mil hasta la fecha. Entre estos se incluyen los pozos situados en los parques de La Paz, Suri Salcedo y Las Nieves, en la capital atlanticense.

Sobre el Suri Salcedo, explica que uno de los elementos que favorece su verdor habitual está marcado por la capacidad de autoabastecerse con el líquido contenido en el subsuelo del lugar.

“El líquido que se encuentra en el pozo es aprovechado a través de un equipo de bombeo que se coloca dentro de la tubería e impulsa el agua a la superficie y es el mismo que da la presión suficiente para llevarlo a un aspersor que se encargue del regado del espacio”, agrega.

Según el agrónomo limeño, uno de los factores que invita a la reflexión está basado en que, pese a la extensión de la Región Caribe (cuya superficie promedio es de 130 mil kilómetros cuadrados) no tiene ni el 30% de los pozos con que cuenta la sabana de Bogotá. “Es un recurso extremadamente desaprovechado”, advierte.

Precisamente, son las ventajas ofrecidas por los pozos profundos de agua las que los convierten en una valiosa alternativa de aprovechamiento del líquido. Máxime, cuando la sequía apremia.

 

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