En la mirada cansada de Daniel ‘El Ñato’ de Ávila y los pequeños estallidos que revientan en sus manoplas, tras cada golpe de sus pupilos, podría definirse la historia del barrio El Bosque: un sector que nació a la fuerza, esquivando los embates de la sociedad y durante una constante lucha de adaptación.
El entrenador cartagenero hace 47 años vive en el barrio, la ‘esquina del ring’ desde donde coordina los movimientos de su vida. Sentado en una silla de madera, mientras espera los próximos puñetazos, comenta que las obras que el Distrito desarrolla y planea ejecutar en el barrio y la localidad Suroccidente deben impactar positivamente la convivencia en la zona.
'Aquí los jóvenes no tienen espacios adecuados de recreación. Por ejemplo, deberían hacer un ring de box en un parque,', dice el veterano de hablar rápido como sus reflejos, pero de hiatos empíricos en su narrativa. El Ñato, además de sacos, también golpea palabras.
Dos jabs zurdos y un fuerte derechazo vuelven a detonar contra las manoplas, mientras la cabeza de acero de un martillo revienta el viejo concreto donde se construye el nuevo parque del barrio. Unos 2.530 metros cuadrados, ubicados en la carrera 8 No. 76, contiguo a la cárcel distrital de El Bosque, cuatro cuadras después de la casa de ‘El Ñato’.

Paredilla de la cárcel de El Bosque. El Distrito gestiona su traslado para construir una universidad.
El pasado martes, 26 de enero, el alcalde Alejandro Char, junto a varios funcionarios de su gabinete, dio inicio formal a la obra, cuya inversión es de $520 millones. El espacio será dotado de grama sintética, cancha múltiple, pasisajismo, gimnasio biosaludable, alumbrado público, entre otras intervenciones.
Antes del cierre del área, este era un espacio de concreto y de zonas verdes sin mantenimiento. De bordillos deteriorados y un foco de inseguridad para la comunidad cuando cae la noche o queda desolado. Según cálculos del Distrito, en cuatro meses estará lista la obra.
'Queremos vincular a jóvenes de algunas pandillas del sector al proceso de transformación para que también cuiden el parque. El barrio es de bien, aporta a la cultura y al deporte y eso lo entendió el alcalde', expresa Francisco Cardanza, presidente de la Junta de Acción Comunal, JAC, del barrio El Bosque, al tiempo que extiende los brazos para que el lente de la cámara registre los alrededores.
La cárcel distrital y la penitenciaria, que comparten la misma infraestructura, comprenden cerca del 70 por ciento de la vista. Al otro lado de la calle 76 una mujer cruza la vía con su hija y un mototaxista suena el pito, ofreciendo su servicio. Un carro de mula vende aguacates y plátanos, pero no hay demandantes.
El comerciante pasa por el frente de la casa de El Ñato, donde los puños, dice, forjan guerreros para el cuadrilátero y hombres para la vida. Uno de ellos es Alberto De la Hoz, de 24 años. Le dicen ‘Rulo’ por el cabello crespo. Realiza combinaciones 1-2 y 2-3 con sus brazos, pero su izquierda es más rápida que la derecha. Su movimiento de pies lo es aún más, como si bailara una especie de salsa.

Daniel ‘El Ñato' de Ávila práctica con Juan Pérez en la terraza de su casa, algunos movimientos de boxeo.
'Hay bastante inseguridad y drogadicción. De hecho, todos los amigos que conocí en algún momento se han perdido en las drogas, el único que se salvó soy yo. Hoy es muy difícil tratar con la personalidad de ellos porque son muy agresivos', comenta el joven luego de calentar.
El Bosque hoy figura como uno de los barrios más violentos, donde se cometieron por lo menos 15 homicidios en 2015. El microtráfico y las fronteras invisibles son factores presentes en el barrio, debido a disputas entre organizaciones delincuenciales que pretenden ejercer un dominio territorial.
El pasado 12 de febrero, en la carrera 9 con calle 61, bandidos hirieron a Álvaro José Del Castillo, interventor de las obras del parque, cuando se movilizaba con un compañero en un carro. Le dispararon en tres oportunidades y una de las balas se incrustó en su cuero cabelludo. Por poco pierde la vida. Hoy cree que quizás cruzaron una frontera imaginaria de bandas o fueron confundidos con policías. Un testigo del hecho contó que la zona, conocida como El Taconazo, es peligrosa. Que en el sector residen personajes de mala reputación, dedicados al microtráfico, el fleteo y los atracos. Que el lugar ya es una olla.
Conquista
María Carmona Guzmán lleva 55 de sus 82 años viviendo en el barrio. En él crió a sus dos hijos y de vez en cuando cuida a sus dos nietos. Asegura que moriría feliz si sus últimos días los pasara haciendo lo que más le gusta: ayudar a la personas de la tercera edad del sector. Al instante sonríe y sus mejillas se convierten en cientos de arrugas delicadamente marcadas, como si fueran ondas en una laguna cobriza.
Esta veterana, de hablar suave y lentes, es casi como una matrona del barrio. Su nombre en la cuadra es sinónimo de respeto, aprecio y agradecimiento con la comunidad. Fue miembro de Las Domitilas, un grupo femenino que nació en los setenta, junto al reclamo de las necesidades básicas y fortaleció el movimiento social en la ciudad.
En una mecedora momposina, recuerda que cuando llegó a lo que hoy es el barrio era puro monte como un bosque, en su mayoría árboles de trupillo.
'En ese entonces no había políticos que nos apoyaran, el único era el de arriba. Trabajamos en la salud de las personas de la tercera edad y, junto con la fundación San José Pie Moreno, conseguíamos mercaditos y medicinas para la gente', evoca María con una sostenida sonrisa.
El fenómeno de la migración del campo a la ciudad y la necesidad de vivienda impulsó el surgimiento de barrios de invasión. En Barranquilla, este fenómeno se evidenció más en la ladera suroccidental, suroriental y de Barranquillita a principios de los 80. Donde hoy queda el barrio Las Malvinas, recuerda con orgullo, se dispuso en aquella época a coger tierras con la comunidad.
La situación se daba en 1982, momento en que Argentina luchaba contra el gobierno británico por retener el dominio de las islas Las Malvinas. María recuerda que su grupo de 'colonizadores' decidieron llamarle al sector como las islas por tratarse también de una conquista de tierras. Si la policía tumbaba cinco ranchos, cuenta, al día siguiente habían diez, pues la noche era su mejor aliada.
De acuerdo con Adriano Guerra, director del Archivo Histórico del departamento, el territorio de El Bosque estaba destinado a ser un parque nacional, con resolución departamental, al estilo del Central Park de Nueva York. Barranquilla para la época copiaba modelos urbanísticos norteamericanos, como el barrio El Prado.
Con el tiempo el grupo de Las Domitilas se fue dividiendo y cada una escogió un trabajo específico. María sigue con la atención a la tercera edad. 'Hoy trabajo con 120 abuelos, tenemos el grupo de cumbiamba ‘Son Seguidores de Jesús’. Los atiendo aquí en el patio de la casa. Llevamos bailando 18 años en el Carnaval, pero con traguitos porque a palo seco no', advierte la mujer, seguido de una leve carcajada.
Ha vivido lo suficiente en el barrio para sentenciar que la cárcel debe irse de El Bosque porque no 'aporta nada a la sana convivencia de la comunidad', y por el contrario mantiene un estigma de zona peligrosa.
Según la Gerencia de Desarrollo de la Ciudad, uno de los objetivos de la administración es iniciar el traslado de la cárcel antes que culmine el año en curso, pero aún no se ha definido el lugar, se estudia el presupuesto que requiere el proyecto y la etapa de 'estructuración' se estima dure seis meses.
Ahora María camina hasta el rincón de su casa donde tiene un santuario a la Virgen María. Allí afirma que si El Bosque ha luchado por años para ser una comunidad representativa de la ciudad, puede esperar seis meses más para dar el siguiente paso en su 'evolución comunitaria'.
Jóvenes
En el sector del parque San Pío, en la calle 73 con carrera 8A, Ciro Salazar, edil de la localidad, marcha con algunos vecinos. Según el Fondo de Seguridad, corresponde a una de las zonas de espacios públicos más críticas de la ciudad, identificadas como focos de inseguridad, drogadicción y contaminación ambiental. A un lado del abandonado parque está el canal por donde pasa el arroyo del barrio. Cerca de 25 casas hechas con madera y concreto fueron construidas a orillas del conducto. Siete árboles secos de trupillo, anclados sobre la arena, son el marco del baldío escenario que asemeja a un enfermo bosque.
Seguridad y parques
'Aquí no hay espacios para los jóvenes. Este parque está abandonado por las autoridades. Por las noches fuman droga y no es seguro', comenta Salazar, mientras camina con el sol sobre su rostro.
Según la comunidad, hace unos 13 años el parque no tiene ningún tipo de mantenimiento. Una cancha de arena y otra de cemento es lo que queda para su uso. En diciembre del año pasado, el alcalde Alejandro Char prometió a la comunidad recuperarlo con la construcción de una unidad recreodeportiva dotada con mobiliario de parque y canchas, en el área de 10.000 metros cuadrados y con una inversión inicial de $1.500 millones.
Se complementaría con una cancha sintética, iluminación, CAI blindado, videovigilancia y más presencia de los organismos de seguridad. Pero los anuncios hechos por el mandatario no parecen calar en un grupo de jóvenes que conversan en un espacio característico del parque, donde un viejo árbol de trupillo, al que llaman 'El Árbol de los Lamentos', brinda sombra a agrietadas gradas de arena y concreto.
'Queremos que tengan en cuenta a los jóvenes de El Bosque porque en este barrio no hay espacios para uno recrearse, tan solo miren esto. Miren el parque de la iglesia, no es nada', comenta Carlos Peña, al tiempo que señala con las manos el sórdido panorama. Dice que terminó los estudios de bachillerato y que hoy se dedica a vender mercancia. Sus compañeros lo ven y lo oyen un poco alejados del grupo periodístico. Nadie más quiere hablar y ni que les tomen fotos. Carlos es el vocero porque tienen miedo que toquen un tema delicado: el microtráfico.
Antes de llegar a ellos, algunos vecinos entre murmullos comentaron que varios del grupo meten vicio. Podrían ser miembros de alguna banda de barrio, pero también son jóvenes con igual o más necesidades que las de cualquier otro de la ciudad.
'Sí, en los parques meten vicio. ¿En qué parque no meten vicio? Pero eso es producto de la misma falta de trabajo de las autoridades', sentencia Carlos, dando punto final a la conversación.
Proyección
Miguel Vergara, secretario de Planeación del Distrito, afirma que El Bosque es el barrio más representativo de la localidad Suroccidente y por ello el Distrito planea diferentes obras para el sector. Explica que no es coincidencia que Alejandro Char se haya posesionado dos veces en él, que planee la construcción de una universidad en donde hoy está la cárcel y le apunte a construir una Uri Zonal, que en ocho meses empezaría funcionar para la localidad.
'Todavía en Barranquilla existe mucha pobreza y sus principales focos se encuentran en el suroccidente. Por eso las mayores inversiones son para el eje central del Plan de Desarrollo del gobierno: la gente. El mensaje que trata de mandar el alcalde es que va a seguir trabajando por las poblaciones más vulnerables, para que estas familias, donde hay una cantidad muy importante de barranquilleros, tengan una nueva forma de ver la vida y posibilidades de salir adelante', argumenta Vergara.
Mientras tanto, ‘El Ñato’ de Ávila y los jóvenes del barrio esperan los primeros ‘golpes’ del Distrito contra la desidia y la delincuencia del sector. Espera, dice, que las obras gestionadas para el barrio y la localidad eviten el peor de los golpes que a una comunidad le pueden propinar: anularla e impedir que desarrolle su potencial humano. Algo a lo que El Bosque está acostumbrado a enfrentar históricamente.