Varias mujeres que llegaron a la casa de Diego Daza, con el objeto de observar el ser que había nacido de la matriz de una cerda a la que su dueño llama la Negra, salieron despavoridas, persignándose e invocando a Dios. Decían que había mucho parecido con un ser humano y eso era algo muy grave.
El fenómeno que ahora empieza a consternar a toda La Guajira, ocurrió en el barrio Los Trupillos de Riohacha, una comunidad compuesta en su gran mayoría por personas desplazadas de la violencia y desplazadas por las condiciones económicas del sistema de a Gobierno, pero también de indígenas wayuu como el caso de Diego a quien sus amigos llaman Dieguito y quien tiene en el patio de su casa una cría de gallinas, pavos y cerdos. La Negra, ya tiene tres partos con el que hizo el viernes a las cinco de la tarde.
Fueron tres animales los que parió. Dos de ellos murieron al poco tiempo de nacer y el que tiene la extraña fisonomía, sobrevivía en la tarde del sábado, cuando los reporteros de este medio llegaron hasta este parte de la Riohacha marginada.
Diego, con evidentes efectos del licor (chirrinche) gritaba emocionado que tenía un sobrino, a la vez que cargaba al cerdito.
Apenas empieza a conocerse el hecho
El obispo de Riohacha, monseñor Héctor Salah Zuelta, fue consultado y sostuvo que 'los monstruos son el resultado de la degradación de algunas sociedades, cada día se quitan barreras, para lo que antes no era posible, ahora hay todas las garantías de ejecución. Esto es grave, si se trata de zoofilia, es grave porque la vida humana es un don de Dios que da justamente a los humanos y a nadie más'.
El máximo jerarca de la iglesia católica en La Guajira, dijo sin embargo que es aun prematuro hacer juicios en el caso específico que se pudiera estar dando en Riohacha y habrá primero que escuchar a expertos en temas de bio-zoología.
La cerda de Sabanalarga
En la memoria delos mayores, aun perdura un pasaje de hace más de 40 años, en donde se corrió la bola sobre el nacimiento de un cerdito con características humanas. El hecho, mito o realidad, le ha hecho cargar a los sabanalargueros con el lastre de considerarse entre todos los costeños, como los mayores practicantes de la zoofilia y siempre, cuando están en buses fuera de su pueblo reciben los gritos recordándoles el triste pasaje.