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José David Cantillo, obrero (Arriba izquierda), Óscar Santana, diseñador gráfico (arriba derecha), Sain Samper, patrullero de la Policía. (abajo izquierda) y Andrés Peñaranda, agente bilingüe (abajo derecha). Josefina Villarreal y Hansel Vásquez.
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Masculinidades: ¿qué creo que significa ser hombre?

¿Cuáles son las exigencias de ser masculino?, ¿qué supone ser macho?. Consultamos a un grupo de hombres de diferentes oficios sobre este concepto. 

A José David Cantillo le enseñaron que a los ‘machos de verdad’ solo le podían gustar las mujeres, que tienen un modo de ser determinado y una sola manera de vestir. Es decir, una única forma de que sean masculinos y que “es así como los hombres deben ser”.

Ante la pregunta ¿qué significa ser hombre?, Cantillo responde: “Ser hombre es complicado. Es más duro que ser mujer. A ellas les toca más fácil, hacen amistades rápido, más si son lindas”.

Lo dice mientras domina su retroexcavadora, en medio de obras que se ejecutan en la carrera 50, entre el Barrio Abajo y Montecristo de Barranquilla. Cantillo detuvo la acción de la máquina y aceptó hablar sobre las masculinidades. Sobre qué exige ser masculino, qué supone ser macho y de cuántas formas cree él que se puede ser masculino.

“Solo hay una forma. Si te transformas en… ya no eres masculino”, considera el hombre de 36 años, que llegó a la ciudad en su adolescencia proveniente de Pivijay (Magdalena).

Esa idea que defiende Cantillo, –como podrían defender muchos otros hombres– explica el psicólogo y consultor sobre temas de masculinidad Francisco J. Royett, hace parte del modelo de hombres establecido en forma hegemónica, un concepto que “urge” que sea revaluado en la sociedad denominada “patriarcal”.

“Vivimos en tiempos en los que es necesario que despertemos nuestra conciencia de ser hombres, de nuestra masculinidad, no en el sentido de ser más machos que otros hombres o estar por encima de la mujer”, señala Royett, quien lidera el colectivo de hombres ‘Solo para Machos’ y que dicta por estos días en la ciudad talleres sobre las masculinidades conscientes.

“Nuestro discurso se orienta a pensar en activar las energías del ser masculino y entender que en nosotros hay una energía femenina que debe estar armonizada con la mujer, con otros hombres y con nosotros mismos”, es su consigna.

 

 

Ser masculinos
Francisco J. Royett durante una de sus charlas. Josefina Villarreal

Esa redefinición del ser masculino, destaca John Archbold,  docente de literatura de la Universidad del Atlántico e investigador especialista en el estudio de varones y masculinidades, ratifica el hecho de que la masculinidad sea “cambiante, contextual y dependa del momento”.

“Si nos vamos a la Francia prerrevolucionaria encontramos que los que usaban tacones y pelucas eran los hombres, ahora podemos ver cómo esto cambió. Y si nos vamos a un país árabe, vemos que es común que los hombres usen faldas o bailen con otros hombres o caminen de la mano con hombres en la calle”, expresa Archbold.

En algunos textos, tal como lo sugiere una investigación del Programa Universitario de Estudios de Género de México, distintos investigadores sociales han coincidido en que la mayoría de los grupos analizados, no solo en América Latina sino en el mundo, exaltan un modelo de masculinidad que, con algunas variantes, es “básicamente sexista y homofóbico”. 

Esos modelos incrustados, explica Royett, son finalmente los que refuerzan la idea impuesta de que los hombres no deberían reconocer en ellos cualidades que la misma tradición le ha atribuido al género femenino: el sentimentalismo en extremo, la fragilidad y la vulnerabilidad.

“Hay una cantidad de creencias que desarrollamos a lo largo de la vida, patrones patriarcales que dicen que el hombre no llora, que no debería expresar tanto sus emociones, que no puede ser tan sensible a las cosas. Es decir, esa tendencia a no expresar nuestra emocionalidad”, precisa.

Agrega que “ en realidad hay muchas confusiones sobre ser hombre”.

Así entonces, mientras el hombre que trabaja en las obras de la carrera 50 considera que los hombres ‘verdaderos’  no pueden gustar de otros hombres, Andrés Peñaranda, un joven de 28 años, agente bilingüe, opina que “eso no tiene nada que ver con ser hombre”.

“Ser hombre es una etiqueta que nos ha dado la sociedad para diferenciar lo masculino de lo femenino, pero ser masculino depende de cada quien, eso va en el desarrollo de su libre personalidad”, considera Peñaranda, quien también aceptó contestar las mismas preguntas hechas a Cantillo.

Sain Samper, un patrullero de la Policía, tiene una visión completamente distinta. Para él, la masculinidad exige unas características particulares que todo hombre debería cumplir. Su concepto de hombre está ligado al respeto, la fuerza y la disciplina, algo que “incluso se ve en su vestir”. 

“La forma de vestir debe ser con respeto, como nos enseñan en el hogar: vístase con cinturón, lleve la billetera en la parte trasera del pantalón, su pañuelo y respete a las mujeres”, dice el oficial, de 28 años.

Esa construcción de masculinidad no es, para nada, similar a lo que ha aprendido Óscar Santana, diseñador gráfico y miembro de la corporación Caribe Afirmativo, que defiende los derechos de los Lgbti.

“La respuesta es tan amplia y maleable que no hay una sola respuesta”, concluye el diseñador.

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